El primer encuentro.

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El aire fresco de otoño envolvía la ciudad con un suave susurro, mientras las hojas secas crujían bajo los pies de los transeúntes. Helena caminaba lentamente, como si algo dentro de ella la impulsara a no tener prisa, a disfrutar de cada detalle del día. No sabia por que, pero su corazon latía con una extraña inquietud, como si algo estuviera a punto de suceder. Se detuvo frente a una pequeña librería, con las paredes llenas de libros antiguos y una fragancia a café recién hecho escapando de su interior.

 Entro...

El tintineo de una campanilla en la puerta marco su llegada, pero fue el aroma de los libros lo que la envolvió por completo. Helena siempre había sentido una conexión especial por las librerías, como si cada una de ellas guardara secretos que solo ella podía descubrir. Recorrió los estantes con la yema de los dedos rozando las portadas, su mente perdida entre títulos y autores, hasta que se detuvo ante un libro que no reconocía. 

Lo tomo entre sus manos, admirando la encuadernación envejecida y las letras doradas que parecían brillar bajo la luz tenue. El titulo, el eco de las almas, resonó en ella de una manera inexplicable, como si ya hubiera leído esas palabras antes. En ese instante sintió una presencia a su lado, alzo su mirada y ahí estaba el.

Alto, con el cabello oscuro desordenado y ojos que parecían contener todas las estrellas del firmamento. Había algo en su mirada, en la manera en que la observaba, la hizo sentir desnuda, sentía que miraba su interior, hasta lo mas profundo de su ser. Su corazon se acelero en gran manera. 

Es un buen libro, dijo el, con una voz baja y serena que vibro en el aire entre ellos. Habla de dos almas que se encuentran una y otra vez, sin importar cuantas vidas pasen...

Helena sintió un escalofrío recorrerle la piel. Era una coincidencia demasiado extraña, pero no dijo nada. Solo asintió devolviendo la  mirada. Por alguna razón, sentía que ya lo conocía, aunque estaba completamente segura que nunca lo conocía. La conexión era palpable, como si hubiera algo mas, algo que ambos entendían, pero que no podían explicar. 

Lo has leído, pregunto ella manteniendo la compostura...

Lo suficiente como para saber que las almas no siempre encuentran en el mismo momento, respondió el, esbozando una sonrisa leve. A veces, pasan vidas enteras buscándose.  

Helena sintió como su corazon palpitaba ahora con mas fuerza, cada palabra que el pronunciaba resonaba dentro de ella. Era como si estuviera describiendo lo que ella misma había sentido durante tanto tiempo, esa sensación constante de que algo, o alguien, faltaba en su vida.

Suena... intento buscar la palabra adecuada, pero todo lo que le ocurría le era familiar. Suena interesante. 

Lo es, respondió el. A veces pienso que tal vez todos somos solo reflejos de lo que fuimos antes, y antes, y nos pasamos la vida buscando esos ecos. 

Hubo un silencio. Helena quería decir algo, cualquier cosa, pero se sentía incapaz de articular sus pensamientos. En cambio, solo lo observo, con esa sensación creciente de que lo conocía desde siempre. 

El se inclino lentamente hacia ella, mirándola a los ojos. 

Soy Adrián, dijo, rompiendo la quietud entre ellos. 

Soy Helena, respondió casi sin pensar, como si su nombre fuera una respuesta natural a la pregunta implícita en su mirada. Ambos sonrieron tímidamente y durante unos segundos, el mundo a su alrededor parecía desvanecerse. Era solo el, ella, y la inexplicable conexión que los unía. Antes que pudiera decir algo nuevamente, el sonido de la campanilla en la puerta volvió a sonar, y Adrián se giro por un instante. Cuando volvió a mirarla, ya sus ojos parecían estar cargados de nostalgia que Helena no entendía, pero que le provoco una tristeza momentánea. 

Tal vez nos volvamos a ver, dijo el suavemente, como si la probabilidad del reencuentro ya estuviera escrita en algún lugar del destino. Helena quiso pedirle que no se fuera, que se quedara y le explicara por que sentía que el era la pieza que faltaba en su vida. Pero no lo hizo. Lo observó salir por esa misma puerta por la que ella entró y vio como desapareció entre la multitud, llevándose consigo esa sensación de familiaridad que tanto la inquietaba.

Sostuvo por varios minutos aquel libro sin poder moverse. Sabia que esa no era la ultima vez que lo vería. No podía explicarlo, pero lo sentía en lo mas profundo de su ser. De alguna manera, el ya formaba parte de su historia. Con un suspiro, abrió el libro en la primera página. Allí, con letras finas y elegantes, leyó las palabras que parecían ser escritas para ella.

   Las almas nunca se pierden. Solo se encuentran en tiempos y formas que no podemos predecir. 

Helena cerro el libro con el corazon aun palpitante y se permitió sonreír.

Su vida estaba a punto de cambiar... 

Destinos entretejidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora