Julián bajó las escaleras del departamento con un atuendo impecable: chombita blanca, jean negro y zapatillas blancas inmaculadas y su mochila al hombro. Apenas lo vio, Enzo no pudo evitar pensar que se lo iban a comer crudo
—¿Listo? —preguntó Enzo, mordiéndose la lengua para no hacer un comentario sobre su pinta.
—Obvio —respondió Julián, ajustándose las gafas de sol con aire despreocupado. Parecía seguro, pero Enzo sabía que la confianza de Julián iba a tambalear un poco en cuanto pusieran un pie en la jungla porteña.
La primera prueba llegó con el subte. En cuanto bajaron las escaleras de la estación, Julián arrugó la nariz y se detuvo en seco viendo la luz que se venia
—AY QUE ES ESO LA LUZ MALA —preguntó espantado mirando la luz con una mezcla de horror y asco.
Enzo se rió por lo bajo. —Es el subte nene que luz mala hablas
—¡Esto es horrible Enzo! —se quejó Julián, cruzándose de brazos—. ¿No podemos ir en Uber?
Enzo no pudo contener la carcajada. Cada queja que soltaba Julián lo hacía reír más. Mirá lo que es este pibe, pensaba. Cada reacción era como ver a alguien completamente fuera de su mundo.
Ya en el subte, Julián se mantenía firme, pero cada vez que sentía que alguien lo rozaba, hacía un gesto de fastidio. —Me estoy arruinando las zapatillas, Enzo. Te aviso que si se me ensucian, me vas a comprar unas nuevas —dijo con un tono dramático.
—No me hagas reír, nene —respondió Enzo, con una sonrisa que no podía disimular—. No es para tanto. Mirá, si lo llevás con onda, hasta te acostumbras.
—No creo —contestó Julián, mirando el vagón como si fuera una pesadilla viviente—. ¿Vos hacés esto todos los días?
—Sí, y estoy vivo —dijo Enzo, empujándolo levemente para que avanzara
—No puede ser que tengamos que sentarnos acá yo pagué por el boleto y no tenemos asiento cuál es la gracia —murmuró, negando con la cabeza.
—Sabes que ahí la verdad tenes razón así que no me voy a reír.—le respondió Enzo, divertido.
en medio de su incomodidad, Julián notó que a Enzo le llegaba un mensaje al celular. No le hubiese prestado tanta atención de no ser porque recordó lo que Cuti le había dicho hacía unos días, en medio de una charla casual:
"Enzo estuvo metido en cosas raras..."
Julián, que siempre había sido curioso por naturaleza (y un poco desconfiado también), no pudo evitar echar un vistazo al celular de Enzo cuando lo sacó del bolsillo. El mensaje, aunque no alcanzó a leerlo entero, tenía algo raro. Vio solo algunas palabras: "el próximo... cuidado".
Enzo, al darse cuenta de que Julián lo estaba espiando, se guardó el teléfono con rapidez y lo miró levantando una ceja. "¿Qué mirás, che?", preguntó con una sonrisa apenas visible.
Julián se hizo el desentendido, pero su mente ya estaba corriendo a mil por hora. "Nada, vos. Solo que tu teléfono sonó y me dio curiosidad", dijo, intentando sonar casual, aunque la duda ya lo estaba comiendo por dentro.
El comentario de Cuti y ahora este mensaje extraño encendían alarmas en su cabeza. ¿Qué clase de "cosas raras" había hecho Enzo? Aunque se esforzaba por parecer relajado, no podía evitar estar intrigado. "Este pibe tiene pinta de todo menos de inocente", pensó, mientras intentaba encontrarle lógica a lo que acababa de ver.
Justo cuando estaban por bajarse del subte para ir para la UADE, escuchó una voz áspera detrás de él: "Mirá lo que es ese culo, mamita…" El comentario vino de un tipo con pinta de fisura que no dejaba de mirarlo.
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𝘘𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘰 𝘙𝘦𝘺 ⭑.ᐟ JULIENZO
Humorִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ🐇་༘࿐ 𝘋𝘪𝘤𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘱𝘦𝘭𝘪𝘨𝘳𝘰𝘴𝘰 𝘤ó𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘢𝘮𝘰𝘳𝘦 - modismos argentinos - universidad au