Capítulo 9: Como un sueño adolescente

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El pasillo se llenó de chicos, entre deportistas, porristas y de los que pasaban desapercibidos para los populares. Su cuerpo fue empujado hacia delante logrando que su par de anteojos cayerán estrepitosamente al piso y que sólo ella escuchará el sonido que produjo el vidrio al romperse.

Apenas se encorvó, lo tomó y, cuando apenas se incorporó, alguién del equipo de fútbol le lanzó aquella bebida helada. Está vez de color naranja.

Sin limpiarse o si quiera hacer el intento de hacerlo, guardó sus lentes en el maletín y se aferró a él cuál náufrago a un trozo de madera. Casi corriendo, llegó hasta su auto y con rapidez quitó las llaves de su chaqueta. Necesitaba salir de allí lo antes posible.

—Bonito auto —logró escuchar a una voz masculina a lo lejos y después unas risas rodearla. Observó a su alrededor velozmente, habían seis chicos con chaquetas del equipo de fútbol. Ella apretó el juego de llaves en su mano derecha e iba a abrir cuando se las arrebataron.

—Devuélveme las llaves, por favor —pidió con la voz temblorosa debido a los nervios y el miedo que recorría por todo su cuerpo, ¿qué problema tenían allí con su auto?

—Oh, que bonita y sexy voz tiene usted señorita Malisorn, ¿a nosotros no nos dará clases? —preguntó uno de los chicos dándole un pequeño empujón que terminó golpeándola contra la puerta del conductor.

—Sí entrará cinco minutos en nuestro salón, la pasaría genial, nunca más querría irse, se lo aseguro —escuchó a ese tal Michael, lo sintió acercarse. Con una mueca de asco, ella intentó alejarse pero un brazo rodeó su cintura e inmediatamente su cuerpo se detuvo detrás de otro.

—¿Qué demonios están haciendo?

—¿Yoko? —preguntó ella al sentir aún la mano de la chica en su espalda de manera protectora. Sin saber porqué, llevó su brazo izquierdo al hombro de la castaña y acercó su rostro al oído de su alumna— Deja, no te metas en problemas.

—Devuélvele sus llaves, Michael —ordenó Yoko mientras estiraba su mano esperando recibirlas- Ahora, ¿o eres idiota?

—Apasra, no te metas, ¿quieres volver al fondo? —el corazón de Faye comenzó a bombear con rapidez al ver como dos de los chicos se paraban frente a Yoko hasta lograr intimidarla. Si antes temía por sí misma, ahora solo lo hacía por la chica que se encontraba a su lado.

Quiso dar un paso, pero Yoko se lo impidió, reteniéndola con más fuerza.

—Michael, cierra la boca —escuchó a la castaña e inconscientemente se pegó más a ella— ¡Devuélvele las malditas llaves!

—Está bien, está bien, toma —arrojó enojado el chico las llaves, las cuáles cayeron sobre el capó del auto. El chico junto con su grupo comenzaron a alejarse- ¡Algún día tendré mi oportunidad, Apasra! —escucharon ambas chicas al verlos desaparecer hacia el interior del instituto.

—Tome —su mirada fue a parar a las manos de Yoko que le tendían su juego de llaves y le regalaba una cálida sonrisa— Que tenga buen viaje —salieron de los labios de la castaña antes de dejarle un beso en la mejilla, causando un sonrojo en las mejillas de la mujer de cabello negro. Antes de que Yoko se alejará, la llamó y la menor volvió sobre sus pasos caminando de una manera casi arrogante. Como a ella le gustaba.

—Ve a casa esta noche —fue lo último que le dijo antes de subir a su auto y dejar a la castaña allí parada. Observándola irse con una sonrisa plasmada en sus rosados labios.

Mientras menajaba, estiró su mano hasta el asiento pasajero al escuchar el tono de llamada tan particular que utilizaba para una única persona.

Apretó el botón verde y colocó el altavoz rápidamente.

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Lenguaje del amor - FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora