Capítulo 4: Métodos de enseñanza

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—Señorita Malisorn, insisto, le daré una nota para los padres del culpable quien le hizo esto.

Después de recibir un raro líquido, frío y de color, Faye cambió su rumbo de la oficina del director por el baño; pero, a la salida, Jasper la vio con la ropa mojada y aún manchada y le pidió que se dirigiera a su despacho.

—No es necesario, director, fue un accidente.

—Pues, aquí esos accidentes pasan a diario.

—Sólo salí del salón para buscar unas cosas que había olvidado alguién tropezó conmigo, nada más, ahora, si me permite, tengo una clase con la que seguir —dijo ella antes de dar media vuelta y regresar a la clase de ese tal salón "especial"— Abran —pidió apenas llegó. Cuando intentó girar el picaporte, la puerta se alejó silo dos centímetros de su marco y se vio golpeada contra otro objeto— Henry, abre la puerta —golpeó a puño cerrado la madera vieja. Desde el interior, ella escuchaba puras risas— Oliver, abre, por favor —se arrepintió al instante al haber pedido la ayuda del chico, podía imaginarse las caras de Henry y Kyler sobre él en tono de amenaza.

—¿Sucede algo? —se acercó a su lado un hombre. Ella lo observó rápidamente de arriba a abajo; vestía camisa, un jean y un chaleco raro de color.

—Erick, desde la cancha de las porristas puedo oler tu perfume embriagador —dijo una mujer pasando a su lado con equipo de gimnasia y un megáfono en mano— Soy Elizabeth, aléjate de su caspa —le dijo señalando al hombre antes de dejarlos nuevamente solos.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó observando la velocidad con la que la mujer caminaba y el respaldo de dos porristas.

—No hagas caso... Grant Erick, profesor de lenguas extranjeras y del club de artes —le estiró la mano en un cordial saludo— Eres la profesora nueva, ¿verdad?

—Sí, Faye Malisorn —alzó ella también el brazo respondiéndole el saludo— Profesora de Literatura, ¿qué es el club de artes exactamente? Sé que cantan pero, ¿de qué trata?

—Es una clase a la que solo van los alumnos de mejor promedio y talento para las artes. Allí cantan, bailan y actúan, algo que claramente tus chicos —señaló con seguridad el salón que Faye deseaba entrar— No podrían hacer.

—¿Perdón? —preguntó con su típica ceja levantada demostrando molestia.

—Eso, es decir, el alumno con la calificación más alta de allí dentro es Lyons Gary, con un promedio de 3.7 y es porque es disléxico, así que no cuenta —Faye golpeó su cabeza hacia atrás chocando solo con el aire, ¿quién era este tipo y quién se creía para hablar así?

—¿Está diciendo que por lástima a ese alumno le regalan puntos? —preguntó con seriedad rozando la ira. Persona como él no deberían llamarte profesor. Cuando ella cursó segundo grado, Natalie, una compañera con discapacidad mentales, mantenía el mejor promedio con 9.7. En vez de enviarla, todo el mundo la idolatraba y alentaba a seguir adelante.

—No lo digo —respondió él poniendo su mano sobre el hombro de la pelinegra y soltándola cuando esta se quitó bruscamente— Es así, que tengas buen día —le palmeó tontamente la espalda y caminó hasta el salón de profesores.

Ella suspiró aún molesta e iba a aumentar si al querer pasar la puerta aún se mantenía trabada. Milagrosamente, cuando rozó el picaporte, la puerta se dio paso sola y terminó por poder entrar.

Todos estaban cómodamente sentados en sus pupitres, mirándola con esmero y algunos con bolígrafo en mano. Algo positivamente aterrador. Movió sus ojos en cada uno de los rincones del lugar para contar si todos estaban presentes. Y todos lo estaban.

Lenguaje del amor - FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora