Duplicidad Lunar ©

Capítulo l

20/Enero/2030.

"La belleza siempre es un dominante/ detonante de uno de tus sentimientos más ocultos".

—Hola, Señora López — saludó a la adorable anciana del primer piso en este edificio con departamentos a punto de derrumbarse pero que quede claro algo, también vivo aquí, no puedo explicar nada más.

Soy tan solo un joven estudiante de derecho; de ascendencia alemana-tailandesa y si, amo decir mis raíces porque soy diferente en México. Aunque solo me nombren como 'Chino'.

—Hijo, debes tener mucho cuidado, hay ovnis que aparecerán pronto, esos seres yo los conozco... —me pone al tanto la anciana del quince-dieciséis, de estatura baja; aparte de ir encorvada de pelo grisáceo, desarreglado y con un par de dientes faltantes, sus ropas con presencia de polvo que tal vez estuvo limpiando.

—¿ovnis? — cuestiono con confusión, llevo menos de una semana y ya han aparecido fantasmas en el edificio, reyes de Inglaterra de visita, animales místicos jamás vistos e incluso Drácula, ya el mismo comienza a creer en su existencia y ahora, también los ovnis. La señora López vive sola, me ha contado un par de veces, aparte de los sucesos de otro mundo que ocurren aquí que sus hijos querían que descansara en un asilo pero ella se negó.

— sí, si — parlotea la mujer con un aire de locura que pone mi piel de punta, a mí y a cualquiera.

—Señora López, es hora de dejar al muchachito en paz. — una tercera voz se hace presente. — debería ir asear un poco el departamento ¿no iba a venir su nieto a visitarla?
— Oh, mi nieto — canturreo la mujer de mayor edad entre nosotros para regresar corriendo al interior de su departamento.

Lo único que suelto al verla retirarse es un pesado suspiro que queda al aire al cerrar su puerta.

— Tranquilo hijo, ya sabes que no debes hacerle caso, ella en verdad está sola e inventa tantas cosas — ahora la Señora García, una mujer mayor pero que no se le nota, viuda, sus hijos viven su vidas y ella aquí, una más abandonada en los departamentos alejados de la mano del señor.

— Lo sé, señora García, — le dedico una leve sonrisa por lo ocurrido con interioridad —. ¿Y cómo va todo?
—Muy bien, muy bien, no me puedo quejar, el Señor Pérez, tranquilo, la señora López, en lo que cabe, tranquila, la pequeña familia del segundo piso, creo que alrededor de dos días no han comido lo necesario, la chica del 2020 del quinto piso, igual de misteriosa que siempre pero es alguien agradable y pues tú, eres quien llego a darle un poco de vida a estos decrépito departamentos.

Definitivamente cuando llegue a este edificio pensé que estaban abandonado o algo por el estilo como una primera impresión, cuando me los recomendaron dude de todo al llegar pero al no conocer aquí, me resigne a quedarme y tan solo adaptarme a lo que ya está hecho como saludar a mis vecinos y llamarlos por su apellido.

Todo sea por un bien ¿no? Estar en esos tétricos departamentos no parece tan malo, el idioma al principio parecía ser un problema pero mi padre me ha enseñado bien, mi única meta es poder terminar la carrera en derecho, tan solo faltaba un año para acabar pero mis padres deciden cambiarse de ciudad, extraño mi ciudad natal. Mi vida estaba muy bien pero ellos con la loca temática de "un cambio hace bien a todos..."

¡Platañas! Tenía una hermosa novia; tenía amigos, tenían un techo donde podíamos vivir en familia, tenía un auto; comida todos los días de la semana y ahora a lo mucho como una vez diaria, si, podría nombrarme como un inservible por completo pero ahora se convertiría en alguien "autosuficiente"... por obligación.

¿Podría odiar mi vida más?

—Bueno... sopa...tres tazas de agua...que el agua hierva...puf... tan solo es una sopa que tan mal me puede ir...— me encontraba perdido en mis pensamientos o en recetas que posiblemente podría comer si supiera cocinar, me dirigía a mi respectivo departamento, pero me topó con la parte trasera de una chica con una larga cabellera, ella miraba muy entretenida en su teléfono porque ni siquiera se inmutó que había otra persona aparte de ella.