⊱🎃⊰ Jungkook y Taehyung, dos veinteañeros adictos al trabajo y aparentemente comunes, comparten un departamento en la vibrante Seúl. Sin embargo, ambos guardan secretos que jamás han compartido... ni siquiera entre ellos.
____⊱🎃⊰____
𝙎𝙖𝙗𝙚𝙨...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El aire fresco de octubre se colaba por la ventana entreabierta del departamento de Tae y Jungkook, mezclándose con el aroma de las velas aromáticas de canela, hojas secas y madera. El sofá verde olivo estaba cubierto con mantas en tonos cálidos, mientras que sobre la mesa ratona se apilaban botanas y varias cajas de pizza abiertas. En el centro de la mesa del comedor había un pequeño ejército de calabazas de arcilla para pintar, cortesía de Jin, quien había decidido que esa noche sería sobre manualidades, películas de terror y mucha comida chatarra.
Las risas y los comentarios cruzaban la sala mientras los amigos pintaban sus calabazas. La música de fondo, algún clásico de los años 80, añadía una vibra nostálgica mientras se escuchaban los suaves golpes de los pinceles.
—Nada mejor que octubre —dijo Jin, con una sonrisa orgullosa mientras cortaba la pizza en porciones perfectamente iguales—. Actividades improductivas de tendencias de Tiktok, películas de terror, y la excusa perfecta para comer como si no hubiera un mañana.
Tae, que estaba sentado en el suelo junto a la mesa, llevaba una camiseta oversize cubierta de pequeñas manchas de pintura y unos jeans desgastados. Tenía esa expresión concentrada que solía poner cuando pintaba algo; su cabello, desordenado pero encantador, caía sobre su frente mientras dibujaba patrones intrincados en su calabaza. A su lado, Jungkook, con una sudadera negra y jeans rasgados, más que pintar, estaba obsesionado con capturar fotos perfectas para su cuenta de Instagram.
—Por cierto, de una vez aviso que nadie puede quejarse de que volveremos a ver Halloween— comentó Yoongi desde el sofá, con un trozo de pizza en la mano.
—¡Otra vez!— exclamó Hobi, lanzando las manos al aire dramáticamente e ignorando la reciente advertencia de Yoongi—. Deberíamos escoger otras películas. ¡Vemos lo mismo cada año!
—Es que es tradición— respondió Tae, encogiéndose de hombros sin dejar de concentrarse en su calabaza—. Primero Halloween, luego Jeepers Creepers, pasamos a la seleccionada como mejor película de terror del año, una japonesa que nos haga querer encender las luces, y para quitarnos el miedo, los Gremlins.
—¿Porqué deben ser ustedes dos los que hagan la selección de películas?— rezongo sin querer ceder Hobi.
—¿Por qué somos los anfitriones?— sugirió Jungkook, todavía absorto en su teléfono.
—¿Por qué somos los únicos que se ofrecen a la tarea aunque cada año preguntamos quien más lo quiere hacer?— continuó Tae.
—Hoba, déjalo así. Ellos son los que más saben del tema. Creo que a la fecha no hemos encontrado una película de terror que esos dos no hayan visto ya.— intentó mediar Namjoom para acabar con aquella riña infantil.
