Tratado (sefixc)

EL RENACER

Capítulo 4

A las afueras de Edge, más allá de los límites de la ciudad donde la vida cotidiana seguía su curso, una perturbación oscura estaba comenzando a gestarse. El viento era frío, casi sobrenatural, y el cielo, que momentos antes había estado despejado, comenzaba a cubrirse de nubes negras que se arremolinaban en el horizonte. El aire vibraba con una energía siniestra, algo que solo los más sensibles podrían percibir, pero que inevitablemente atraería las miradas de quienes conocían los ecos del pasado.

En el epicentro de esta energía, en una vasta llanura donde una vez se libraron batallas que decidieron el destino del mundo, se estaba formando un aura oscura. La tierra misma temblaba ligeramente, como si sintiera la inminencia de algo terrible. Lo que antes era un campo abierto y tranquilo ahora estaba impregnado de una presencia que recordaba a la muerte y el caos. No era Sephiroth aún, pero todo indicaba que su regreso era inminente.

Lejos de allí, en los cuarteles de Shinra, Rufus Shinra miraba con una mezcla de interés y preocupación los informes que llegaban. Junto a él, sus subordinados -Reno, Rude y Elena- permanecían atentos, leyendo los datos que mostraban fluctuaciones de energía inusuales en el lugar. Pero lo más inquietante no eran las fluctuaciones en sí, sino la forma que estaban tomando.

-Esto no se parece a nada que hayamos visto antes -dijo Reno, con una expresión seria que raramente se le veía. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa mientras analizaba las imágenes en los monitores. Los campos de energía parecían formar figuras, sombras que se movían como si tuvieran voluntad propia.

-No es solo una presencia -murmuró Rufus, observando los patrones-. Son múltiples focos de energía, como si no fuera solo Sephiroth, sino algo más... Algo mucho más grande.

El escuadrón de Shinra sabía que estaban lidiando con algo que escapaba a su control. Los viejos fantasmas de Sephiroth y el Lifestream volvían a aparecer, pero esta vez, lo que estaban presenciando no era simplemente el renacimiento de un solo ser. La oscuridad que se formaba estaba siendo alimentada por varias entidades, fragmentos de energía que parecían querer tomar forma.

-¿Es posible que esté tratando de dividirse? -preguntó Elena, mirando a Rufus, quien apenas desvió la mirada del monitor.

-No lo sabemos. Pero sea lo que sea, no podemos dejar que esto avance más. -Rufus se levantó-. Debemos investigar de inmediato. No podemos permitir que algo como esto vuelva a poner en peligro el planeta.

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Mientras tanto, Cloud no podía sacudirse la sensación de confusión y tormento que lo invadía. Tras el encuentro con Sephiroth en aquella visión, había quedado completamente desorientado. La cercanía física y emocional de su enemigo le había dejado una cicatriz más profunda de lo que esperaba. No era solo el odio hacia Sephiroth lo que lo desgarraba; ahora se sumaba algo más perturbador, una sensación íntima que no podía definir del todo, pero que lo hacía sentir vulnerable y confuso.

Había algo en la forma en que Sephiroth lo tocó, lo miró, algo que lo había hecho vacilar. Un lado más manipulador, más personal, que lo había dejado en una posición de impotencia. ¿Cómo podía haber sentido algo más allá del odio hacia alguien como él? Esa sensación lo corroía por dentro, una culpa que no podía ignorar.

¿Qué me está pasando...? pensaba Cloud, caminando a través de las calles empapadas de lluvia. Su cuerpo estaba agotado, su mente, atormentada. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Sephiroth, escuchaba su voz susurrando cosas que lo hacían dudar de sí mismo. "Siempre estaré contigo", resonaba una y otra vez en su mente.

La espada que cargaba a su espalda pesaba más que nunca, como si ya no pudiera soportar el peso de su destino. Cloud, en un momento de desesperación, la desenvainó, sosteniéndola frente a él. Su propia imagen en el reflejo de la hoja le devolvía una mirada rota. En ese instante, una ráfaga de dolor mental lo atravesó, una mezcla de visiones y recuerdos que lo abrumaban por completo.