27:

778 77 134
                                    

Sus recuerdos son borrosos, como pequeños chispazos que iban llegando a su mente. Recordaba haber estado comiendo junto a Osamu, posteriormente bebiendo más de lo que debería, también recuerda haber llorado en alguna ocasión ya que su corazón no aguantaba más.
El alcohol había hecho su trabajo y se había desahogado como nunca antes, a pesar de que Keiji no era una persona que bebiera de esa manera, hasta no recordar lo que había hecho o dicho.

Su cabeza dolía a horrores, pareciendo que tenía un hacha ensartado entremedio de las cejas que le causaba náuseas de incluso moverse. Tampoco recordaba a qué hora había llegado a su departamento, por lo que aún en estado zombie, estiró su brazo hasta su mesita de noche para alcanzar su móvil, sin embargo, allí no había nada.
Con dificultad abrió sus ojos, para ver por qué su mesita de noche no estaba en su lugar, no recordaba haberla movido de su sitio, sin embargo, el color de las paredes tampoco era el de su cuarto.

Sin importar el fuerte dolor de cabeza que tenía, se sentó exaltado en aquella cama que, claramente, tampoco era la suya. Estaba asustado, claro que sí, no recordaba qué había pasado más allá de haber estado llorando como un estúpido porque no correspondían sus sentimientos.
De inmediato se miró a sí mismo hacia abajo, agradecido de al menos llevar su ropa puesta.

—Hey, despertaste... Buenos días, bello durmiente. —Una voz conocida se hizo presente en la habitación, llamando de inmediato la atención del pelinegro.—

—Dime que no hicimos nada... —Suplicó, sintiendo como el miedo comenzaba a escalar por su cuerpo, provocando fuertes latidos en su corazón.—

—¿Eh? ¿No recuerdas nada? —Preguntó, ladeando levemente su cabeza mientras se apoyaba en el marco de la puerta, por otro lado, Keiji negó repetidas veces con su cabeza a modo de respuesta.— Solo te dedicaste a llorar por "Bokuto-san" aún en el restaurante y como mi departamento quedaba más cerca, te traje aquí... Cuando llegamos, ya estabas dormido.

Con aquella respuesta pudo haberse quedado tranquilo, porque no habían hecho nada extraño, sin embargo al escuchar que había nombrado a cierto personaje en medio de su borrachera, llevó su mano a sus labios, sintiendo como el miedo volvía a invadir su cuerpo. Había dicho cosas que no debía, cosas que podían comprometer su trabajo y nada más y nada menos que a Osamu.

—Miya-san, yo... —Quiso justificarse, sin embargo las palabras parecían estar atoradas en su garganta, no podía hablar y sus manos habían comenzado a temblar ligeramente.—

—Keiji... Yo no diré nada si es eso lo que te preocupa. —Mencionó, sentándose a un lado de él mientras llevaba su mano diestra a una de sus mejillas para acunarla y limpiar con delicadeza una lágrima rebelde que había logrado escapar.— Puedes confiar en mí, bonito.

Miya había visto su lado más vulnerable, había quedado expuesto por completo, había soltado absolutamente todo lo que tenía incrustado en su corazón desde hacía semanas y que solamente Kuroo sabía.
De cierto modo se sentía agradecido que Osamu entendiera su situación y ayudara con su silencio, después de todo, él como psicólogo debía respetar la privacidad de sus pacientes.

—Gracias por todo, Miya-san... Y disculpa las molestias. —Murmuró, sorbiendo su nariz, ya que había terminado llorando, sin saber exactamente el por qué, simplemente era algo que necesitaba hacer.—

—No es ninguna molestia, por favor... Lamento si en alguna ocasión te hice sentir incómodo... Lo único que necesitas es que alguien cuide de ti, de tu corazón. —Sus ojos estaban puestos en ese bonito rostro sonrojado debido al llanto, mientras acariciaba con delicadeza su mejilla, dejándolo desahogarse.— Déjame decirte que Bokuto es un idiota por jugar con alguien tan maravilloso como tú...

Paciente 555 (BokuAka) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora