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Souya llegó al edificio tarde, cansado tras un día largo en la universidad. Había sido difícil concentrarse, y el peso de las tareas se le acumulaba, pero al menos los lunes no tenía que ir a trabajar. Mientras caminaba por el pasillo, se encontró con Emma, ​​quien lo saludó con una sonrisa cálida.

— ¡Souya! Qué suerte que te encuentro.— Declaró ella, acercándose para hablar más de cerca.

Souya ensanchó la sonrisa, aunque sintió una pequeña inquietud en el pecho. Aún no podía sacarse de la cabeza todo lo que había pasado con Rindo. Sin embargo, decidió concentrarse en la conversación con Emma.

— ¿Qué tal tu día?— Preguntó Souya, en un intento de sonar despreocupado.

Emma comenzó a contarle los detalles de su jornada, de cómo había sido agotadora, pero en general buena. Souya escuchaba con atención, aunque estaba evitando, como de costumbre, mencionar los eventos que lo habían mantenido distraído todo el día. Cuando Emma terminó, fue su turno.

— El mío también estuvo bien, algo pesado en la universidad...— Respondió él, haciendo un pequeño además con la mano—. Pero al menos no tuve trabajo hoy.

— ¿Y qué pasó con la pérdida de agua en tu apartamento?— Preguntó Emma de repente, como si la duda hubiera rondado por su cabeza todo este tiempo.

Souya, distraído, dejó escapar una respuesta sin pensarlo—. Ah, eso... Rindo la reparó.

Emma lo miró con los ojos entrecerrados, procesando lo que acababa de escuchar. Su mente rápidamente volvió a la conversación que había tenido con Rindo más temprano. ¿Había mentido? Porque si él ya había solucionado la fuga, ¿por qué uso eso como excusa para pedir el número de Souya?

Intentando no sonar sospechosa, Emma trató de mantener la conversación fluida.

— ¿Rindo la reparó?— Repitió, buscando una confirmación—. Qué raro... me dijo que no había podido hacer nada aún.

Souya levantó una ceja, extrañado—. ¿Te dijo eso? No sé, la arregló temprano, o al menos eso me dijo. No me esperaba que me ayudara, la verdad.

Emma asintió, aunque su mente seguía procesando la contradicción. Decidió no ahondar más por el momento, pero no podía dejar de pensar que algo no encajaba.

— Hablé con él hoy, por cierto.— Añadió ella, intentando sonar casual, pero vigilando la reacción de Souya—. Estaba un poco raro, no sé, algo distante.

Souya sintió cómo su corazón se aceleraba. ¿Raro? ¿Distante? Esa descripción despertaba en él una urgencia por saber más, por entender si lo que había pasado entre ellos tenía un significado mayor o si Rindo simplemente se arrepentía. El miedo de haberlo arruinado empezó a germinar en su mente.

— ¿Te dijo algo sobre mí?— Preguntó, tratando de sonar relajado, aunque sabía que esa pregunta llevaba consigo una carga emocional profunda.

Era una pregunta normal entre ellos. Emma solía contarle las quejas que Rindo tenía sobre él en el pasado: su música, sus horarios, el ruido... Rindo no lo soportaba. Pero ahora, después de todo lo que habían compartido, esa pregunta tenía un matiz distinto, más urgente. Era como si Souya necesitara una señal de que las cosas no se habían desmoronado.

Emma lo miró, notando la intensidad en sus ojos. La pregunta parecía simple, pero ahora cargaba un peso diferente. Pensó en contarle sobre lo que Rindo le había dicho antes, que no le gustaba Souya, pero no podía. No quería lastimarlo, sobre todo cuando parecía que Souya estaba tan sumergido en lo que sentía por él.

Entre Paredes de Algodón | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora