Lazos de sangre y acero GOKUX18

Impulsos

18 lo miró con más fuerza, su cuerpo tensándose ante cada palabra. Ambos estaban rotos, ambos habían cruzado una línea que sabían que ya no podían desandar. Habían compartido una intimidad que iba más allá de la simple supervivencia, y ahora estaban atrapados entre el deseo y la culpa. Pero también había algo más, algo que 18 estaba dispuesta a admitir aunque él no lo hiciera.

El silencio se hizo insoportable. De repente, sin previo aviso, 18 se lanzó hacia él, besándolo con una intensidad que lo tomó por sorpresa. Sus labios se encontraron con una fuerza arrolladora, un hambre desesperada que lo dejó inmóvil por un instante. La veracidad del beso lo atravesó, su mente incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. El sabor de ella lo embriagaba, y antes de poder detenerse, sus manos la sujetaron, como si todo lo que había estado intentando controlar se desbordara de golpe.

18 lo sostuvo firmemente del rostro, sus manos ásperas pero firmes, como si intentara anclarlo en esa realidad compartida. El beso era feroz, cargado de una pasión que ninguno había permitido antes. Se separó ligeramente, pero sus manos no lo soltaron. Sus ojos lo miraron directamente, una mezcla de fuego y dolor brillaba en su mirada.

—Ninguno de los dos tiene opción —murmuró ella, su voz firme, pero con una vulnerabilidad que se había ocultado hasta ahora—. Yo te necesito tanto como tú a mí. Solo juntos podemos encontrar algo que calme lo que llevamos dentro. Cada beso que me das... —hizo una pausa, su respiración entrecortada— me hace sentir que soy algo más que el objeto que aquellos malditos usaron.

Goku la miraba fijamente, su pecho subiendo y bajando rápidamente, procesando cada palabra de ella. El impacto de lo que decía lo atravesaba. Ella lo sostenía, pero no solo físicamente, lo mantenía unido en un sentido que no podía explicar. Sus palabras le daban un propósito en medio de su propio caos.

—Tus manos no son las suyas, tus labios no son los de ellos —continuó 18, su tono ahora más bajo, pero cargado de verdad—. Esto es real. Esto es mutuo. No se trata de sobrevivir o de calmar una adicción... es placer, es lo que me hace sentir viva de nuevo. Todo lo que me haces sentiir... ¿entiendes?

Goku cerró los ojos, sus emociones desbordándose, luchando entre el deseo y la culpa. Cada parte de él ardía, pero no solo por la droga, sino por lo que 18 significaba en ese momento. Quería resistir, pero ya no podía más. Sus labios buscaron los de ella de nuevo, esta vez con una necesidad más profunda, un deseo de conectarse más allá de lo físico.

18 correspondió con la misma intensidad, sus manos se aferraron a su cuerpo, como si cada beso, cada toque, fuera un intento de borrar los horrores que había vivido. El calor entre ellos crecía, sus cuerpos se entrelazaban con una urgencia animal.

—No te alejes de mí ahora —murmuró ella entre jadeos, sus labios apenas separándose de los suyos—Yo tambien te necesito—

Pero Goku a pesar de que cedió un momento, la alejo sutilmente, viendola directamente a los ojos mientras la sostenia de sus muñecas. —Ya no soy el mismo, lo siento desde mis pensamientos, en mis deseos— sus ojos la recorrían como si cada parte de ella le revelara algo nuevo — es como si... fuera otro ser con otros sentimientos... ¿Podrás con eso? No lo creo, porque no sé si yo mismo pueda con lo que soy ahora—

Ella ante aquellas palabras se alejo, ahora era otra mujer ella también, lo veia directamente y ya no se sentia la mujer segura y fria de siempre, la que podia controlar sus emociones y guardarlas, la autosuficiente y calculadora, ahora se sentia vulnerable y expuesta, como si la nueva apariencia de aquel saiyajin la indujera a desear su protección y cercania, como si ahora estuviera dispuesta a aceptar cierta sumisión de sus decisiones.

18 se deslizó lentamente contra la pared, su mirada perdida mientras intentaba encontrar las palabras. El deseo que sentía por Goku se estaba convirtiendo en algo más fuerte que cualquier lógica o razón que hubiera tenido antes. Se sentía expuesta, vulnerable, como si por primera vez en su vida necesitara a alguien más.