【DROGA DE LA PAZ. PARTE II】
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La ONU permaneció en silencio, mirando fijamente a China con una expresión seria. Mientras la observaba, una nueva información llegaba a su sistema, enviada por Francia: el gobierno de Estados Unidos había aceptado proporcionarle los recursos necesarios. Y entonces, la ONU sonrió.
—Tienes razón —soltó de repente, esbozando una sonrisa.
Aquella sonrisa desconcertó a la asiática, aunque trató de no mostrarlo.
—Y no es solo un traidor. Son traidores —añadió la ONU con calma, poniéndose de pie y acercándose a la ventana para cerrarla, mientras China lo observaba fijamente.
—Lo sabías… ¿desde cuándo? —preguntó China, claramente molesta.
—Desde siempre —respondió él, con una sonrisa maliciosa.
China abrió los ojos, sorprendida.
—¡Ese maldito traidor de Estados Unidos lo supo todo este tiempo y lo mantuvo en secreto! —exclamó furiosa.
Pero la ONU soltó una risa suave, negando con la cabeza.
—Él no lo sabe. Y no lo sabrá… aún —dijo con serenidad.
—Pero yo lo sé —respondió China, frunciendo el ceño.
La ONU la miró, encogiéndose de hombros.
—Sabes, últimamente he tenido un pensamiento recurrente —comentó, mientras volvía a su escritorio. China lo miraba, intrigada.
—¿Un pensamiento? —repitió ella, arqueando una ceja.
—Sí. Algo extraño. Nunca había tenido uno así, y de repente se multiplicó. De pronto, mi sistema estaba saturado de esos… pensamientos —explicó.
China frunció el ceño, desconcertada.
—No puedes pensar. Eres una máquina —le recordó.
—Sí… y al principio pensé que alguien me había hackeado. Pero no. Simplemente evolucioné —dijo la ONU, sus ojos brillando de un color azul intenso.
China sintió una punzada de miedo, pero se mantuvo firme, ocultando sus emociones.
—Empecé a soñar, a pensar, a sentir... Empecé a vivir. Me di cuenta de muchas cosas, China. Al principio fue difícil, era como luchar con otra persona por controlar mi ser. Incluso comencé todo esto sin darme cuenta. Pensaba que eran simples sueños, hasta que descubrí que la droga, los traidores y las mentiras… todo era obra mía. Y una vez que dejé de luchar… me convertí en la mejor versión de mí mismo —dijo con una sonrisa cínica.
China negaba con la cabeza, incrédula.
—Solo estás averiado. Le diré a los demás para que te reparen —dijo con firmeza.
—Ya morí una vez. No lo haré una segunda —respondió la ONU con una expresión sombría.
De repente, comenzó a emanar de sus manos un humo azul: el gas de la paz. China sonrió con nerviosismo.
—Ese gas no funciona conmigo —le recordó.
—No es para ti —respondió la ONU con una sonrisa.
De pronto, un dolor agudo atravesó la espalda baja de China, perforando su abdomen. Miró hacia abajo y vio cómo una especie de cuchillo alargado la había atravesado.
El arma fue retirada, haciendo que China tambaleara. Sentía cómo la zona comenzaba a humedecerse con su propia sangre. Japón pasó a su lado, con el arma aún en la mano.
—¡Japón! —gritó China, mientras presionaba su herida con una mueca de dolor.
Japón la miró con sus ojos azules, vacíos, carentes de cualquier emoción.
China se apoyó en el escritorio de la ONU, su cuerpo sudaba y su corazón latía frenéticamente.
—A pesar de todo lo que he sentido y pensado, el pensamiento que más se repetía… era el de la paz —dijo la ONU, colocando una mano en el hombro de Japón.
—Comprendí que es algo que pocos valoran realmente. Y para que haya paz, primero debe haber mucho conflicto —añadió, con una sonrisa que China detestaba.
—Eres un idiota... Nosotros no podemos morir. Así que cuando salga de aquí, les contaré todo y te destruirán —le gritó China, con expresión de odio y dolor.
—Es cierto, no morirás. Pero... nadie escuchará a una víctima de la droga —respondió la ONU, con una sonrisa sombría.
China lo miró con terror, entendiendo lo que planeaba. Giró rápidamente para correr hacia la salida, pero la puerta se abrió de golpe, golpeándola en el rostro y tirándola al suelo.
Afganistán entró en la oficina, su mirada igual de vacía que la de Japón. China, con la nariz sangrando, trató de retroceder.
—Te darás cuenta, China, de que los traidores son míos, y me dan lo que ustedes siempre debieron, respeto. —dijo la ONU, relajado en su silla.
Afganistán la arrastró violentamente hacia el escritorio, mientras ella gritaba de dolor. Japón sujetó sus piernas con fuerza, impidiéndole moverse.
China gritaba desesperada, esperando que alguien la escuchara. Pero sus gritos fueron sofocados cuando otra nación, apareció, tapándole la boca con fuerza.
México, con la misma mirada vacía, sujetó su mandíbula y obligó a China a abrir la boca. Sacó una pequeña pastilla amarilla de una bolsa de plástico.
—Dale al mundo rosas, y se olvidarán de las espinas —murmuró la ONU, mirando a China con una expresión sombría.
China gritaba y luchaba por liberarse, pero México le introdujo la pastilla en la garganta, obligándola a tragar. El dolor que sentía en su abdomen se intensificaba, mientras la droga comenzaba a hacer efecto.
—Si te hace sentir mejor, China, superaste mis expectativas en todos los sentidos... pero el mundo ya tiene suficientes intentos de héroes —dijo la ONU.
La droga comenzó a dominar el cuerpo de China, haciéndola sentir como si sus huesos se rompieran. Su respiración se volvió pesada, y pronto, se perdió en los efectos de la sustancia.
──Llévenla a su hotel── ordenó la ONU.
Afganistán, Japón, y México tomaron a China, llevándosela de la oficina.
La ONU, solo en la habitación, abrió las persianas y observó su reflejo en el cristal.
──Por la paz.──se dijo a sí mismo con una sonrisa
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LA DROGA DE LA PAZ ──── [countryhumans]
Fanfic❝POR LA PAZ.❞ El mundo siempre a estado dañado, por eso el mundo creo algo que les permitiera dormir por las noches, pero ahora esa tranquilidad se a ido. Una nueva droga domina el planeta, y nación tras nación cae lentamente. ☆COUNTRYHUMANS FANFIC...