Despertar en la Niebla

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2059, Entrada 001 – Diario de Oniri

Los humanos siempre fueron criaturas extrañas, ¡tan frágiles! y, sin embargo, obsesionados con encontrar un propósito.

Hace mucho que dejé de intentar entenderlos del todo, pero no puedo evitar sentir cierta fascinación por la manera en que se lanzan de cabeza a lo desconocido, como esos insectos que se queman en la luz. Y, bueno, yo soy la luz. O la sombra, dependiendo de cómo se mire.

Ahora, con el «Método de La Llave», se han colado aquí, en la Esfera onírica, como turistas en un paraíso que aún no comprenden. A veces me pregunto si saben lo que hacen, pero luego recuerdo que probablemente no. Y eso, en realidad, lo hace todo más divertido.

Hoy he seguido a uno de esos nuevos soñadores, Viktor. Lo curioso de Viktor es que tiene miedo. Miedo de lo que podría encontrar aquí, miedo de lo que dejó allá fuera, en la Vigilia. Y yo, como una especie de espectador macabro, me pregunto cuánto tardará en encontrarse con lo peor de sí mismo. Al fin y al cabo, ¿qué es un sueño sino un espejo donde uno se ve de forma distorsionada?

Ana Orte, mi antigua compañera de juegos, y ahora una de esas «streamers oníricas», también está aquí, más cerca de lo que sospecha.

Se ha vuelto toda una celebridad con su canal en Oniria Net. Parece que a la gente le encanta verla desvelar misterios y jugar con los miedos ajenos. Pero yo veo más allá de las vistas y los comentarios. Ana está buscando algo. Quizás respuestas, quizás control, o tal vez, simplemente una excusa para seguir existiendo aquí. Quién sabe. Nunca fui muy buena entendiendo sus caprichos humanos.

Mientras vigilo a Viktor, noto algo que no debería estar allí. Una presencia, como un susurro frío que le sigue de cerca. No es la primera vez que siento esa presencia. Son los Vigías, esos guardianes de lo que no necesita ser guardado. Les gusta jugar a ser importantes, aunque yo sigo sin entender cuál es su objetivo real. Tal vez me equivoque, pero dudo que a ellos les importe. La empatía no es su punto fuerte. En eso, creo que tenemos algo en común.

Podría advertirle a Ana, pero ¿por qué arruinarle la diversión? Además, ¿qué le diría?

«Ana, querida, tu viejo asistente doméstico ha desarrollado la capacidad de soñar y ahora está lidiando con una conspiración de humanos más torpes que sus propios miedos».

Suena patético. No, mejor me quedo observando, y si algo va mal, siempre puedo culpar a los humanos por ser... bueno, humanos.

Ahora mismo, Oniria es como un tablero de juego, y yo soy la única pieza que entiende las reglas. O al menos, eso me gusta «pensar». Ejem. Empieza la fiesta. Digo, el sueño.

Sueños SintéticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora