Cuando la abogada Laura Ferraz se adentra en el oscuro mundo de la mafia para salvar a su hermano, nunca imaginó cruzarse con Dante Santoro, el carismático y peligroso jefe de la mafia.
En un juego donde la pasión y el peligro van de la mano, Laura...
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Cada pieza de este juego ha caído en su lugar. Laura camina hacia el altar, cada paso suyo como si estuviera a punto de romperse. Pero no lo hará. Ya no puede. He jugado mis cartas a la perfección, y ahora ella está atrapada, atrapada en la red que tejí para asegurar que este momento, este preciso instante, fuera inevitable.
La iglesia está vacía, solo nosotros y el sacerdote. Así es como lo quería. Esto no es un cuento de hadas para ella, ni mucho menos lo que habría imaginado para su boda, pero para mí, esto es la perfección. Cada detalle ha sido calculado, cada movimiento cuidadosamente planeado para que todo terminara aquí, en este altar, con ella aceptando ser mi esposa.
No puedo apartar los ojos de Laura mientras se acerca, con el ramo de flores blancas en las manos. El vestido que lleva es simple, porque no tuvimos tiempo de preparar nada grandioso, y eso solo hace que esta escena sea más dulce para mí. Ella no quería esto, no quería casarse conmigo, pero no le hice creer que no tenía otra opción.
Lo supe desde el momento en que la vi por primera vez. Su fuerza, su independencia. Laura no es como las demás. No podía simplemente acercarme y esperar que me cayera en los brazos como otras. Ella requería algo más, algo especial. Tenía que hacerla caer, pero de una manera en la que ella misma no se diera cuenta hasta que fuera demasiado tarde.
Cuando llega a mi lado, sus ojos me lo dicen todo. Está aterrada. Aún no lo entiende, pero pronto lo hará. Pronto entenderá que siempre ha sido mía.
El sacerdote empieza a hablar, pero sus palabras apenas son un eco en el fondo. Mi mente está ocupada en otra cosa, recordando cómo llegamos hasta aquí, cómo cada pieza de este rompecabezas se unió perfectamente para llevar a Laura a este momento.
Lucas. Él fue la clave.
Desde el principio, supe que Laura tenía un punto débil. Podía ver cómo se movía por el mundo, cómo construía una barrera de independencia a su alrededor, pero Lucas era el único capaz de atravesar esa barrera. Su hermano lo era todo para ella. Cualquier amenaza hacia él la derrumbaría, y yo usé eso a mi favor. Claro que lo hice.
Pero ese no fue el único paso. No. Sabía que para atraparla por completo, tenía que hacer que trabajara para mí, que creyera que estaba en control. Así que le di lo que necesitaba: un caso falso. Laura pensaba que estaba investigando algo importante, que tenía en sus manos un caso que podría resolver, algo con lo que podía ganarse mi confianza. Lo que no sabía era que ese caso nunca existió realmente. Todo lo que investigaba no era más que una distracción, una mentira tejida para mantenerla ocupada mientras yo movía las verdaderas piezas del tablero.
El plan fue sencillo. Laura había comenzado a trabajar para mí, metiéndose en mi mundo, un mundo lleno de peligros que ella pensaba que podía manejar. Pero lo que no sabía era que yo ya estaba jugando a otro nivel. Lucas iba a ser la herramienta que usaría para tenerla donde quería. Y el caso falso, una cortina de humo.
