¡ B I E N V E N I D O !
En este libro podrás encontrar diversos escenarios con los personajes del anime
J U J U T S U K A I S E N
Eres libre de realizar pedidos a través de los comentarios o escribiéndome por Instagram ^^~.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
“Nanami y tú tenéis una cita por compromiso”
°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°
El hombre no podía apenas disimular sus nervios, sonriendo inevitablemente mientras se veía en el espejo, comprobándose frente al espejo.
Si bien Nanami no era una persona que acelera con impaciencia los procesos, sintió que contigo debía ser diferente. Una ocasión especial para una mujer especial, así que decidió que vuestra cita no sería nada informal, porque él quería ofrecerte mucho más.
A lo mejor se lo estaba tomando demasiado en serio, pues el terror de que tú no lo vieras como algo más que una salida para devolverle un favor le llegó a invadir. Y el sentimiento se hizo más fuerte mientras esperaba tu llegada en aquel restaurante.
Por supuesto que lo había organizado todo, desde el restaurante hasta pedir que un vehículo te recogiera en casa, ya que insististe en que no hacía falta que él fuera a buscarte. Nanami no lo sabía, pero temías ponerte demasiado nerviosa por el silencio que se podría generar en el trayecto, y no querías incomodarle, en cambio el ambiente del restaurante sería diferente.
El hombre estaba comenzando a sentir la manera en la que su pecho se apretaba contra él. Por alguna razón le invadía el sentimiento de que no cruzaras esa puerta, y ni siquiera llegarías tarde, pero su emoción le hizo apresurarse.
Como por inercia, se puso en pie al verte cruzar el umbral de la puerta, saludando amablemente al hostess antes de dirigir tu mirada al interior del restaurante. El corazón de Nanami se llenó de inmensa felicidad al verte sonreír cuando te encontraste con sus ojos, y se volvió todo un manojo de nervios cuando comenzaste a acercarte. No pudo evitar suspirar, tomar una bocanada de aire y soltarlo, tratando de calmar su pulso al verte con un elegante vestido que se ceñía perfectamente a tus curvas.
—¡Nanami!—saludaste felizmente—. ¿Llevas mucho tiempo esperando?
Tú preocupación le enterneció. No llevaba mucho tiempo allí, pero sí algo por su impaciencia. Aunque obviamente no te lo haría saber.
—No, no te preocupes—te da una cálida sonrisa antes de acercarse para apartar tu asiento—. Por favor.
—Oh, muchas gracias—ríes nerviosa por su acción tan atenta.
Se podía llegar a sentir la tensión en el ambiente. Ambos estabais nerviosos y os sentías torpes, pero Nanami se concienció enseguida para dar el primer paso.
—¿Has tenido algún problema para llegar?—pregunta sereno a la vez que te pasa la carta.
—Para nada—sonríes—. El conductor ha sido muy cortés y me ha dejado bastante cerca a pesar de que no se podía acceder al parking de la entrada.
—Temía eso. Bueno, como has dicho, ha sido bastante considerado—asiente.
—¿Sabes?—continúas hablando mientras ojeas los platos—. Creo que no te he agradecido lo suficiente por la ayuda en el trabajo...—declaras apenada.
—En absoluto—movió su mano un poco, tratando de restarle importancia—. Estás aquí, has aceptado mi... cita. Es más de lo que puedo pedir. De momento.
Tu corazón dio un vuelco. Viniendo de tu compañero de trabajo, esas palabras fueron de lo más atrevidas, una indirecta bastante perceptible.
—B-Bueno—cubres tu cara roja con la carta—. ¿Y qué vas a pedir? Deberíamos pedir pan para acompañar, ¿no?
—Depende del plato que elijas pediré un pan u otro.
—¿Hay alguna gran diferencia?—preguntas, curiosa.
—Por supuesto—levanta las cejas.
Nanami empezó a hablar de la gran variedad de panes existentes y cómo cada uno de ellos y la manera en la que se fermentaban influía en el acompañamiento de una buena comida para una mejor experiencia. Aunque no entendías muy bien sobre algunos conceptos que mencionaba, no te perdías ninguna palabra que salía de su boca. Te parecía adorable la emoción que ponía en explicarte sobre pan.
Llegaron para tomar nota de vuestro pedido, interrumpiéndole por un momento.
—Perdón, seguro que te estoy aburriendo—se detiene al notar tu mirada atenta y algo confundida.
—¡No, no!—te apresuras a decir—. A ver, no he entendido muy bien algunas cosas... ¡Pero continúa por favor! Me parece muy interesante lo que dices. No tenía ni idea.—confiesas con admiración.
—No me quiero entretener con eso—una pequeña sonrisa se extiende por sus labios, sintiendo su corazón cálido por tus palabras—. Así que háblame de tí. A pesar de trabajar juntos, no sabemos mucho el uno del otro.
—Um, bueno... Me gusta el color verde, tengo dos gatos...—pensabas qué más decir—. Lo siento, esto no se me da muy bien, la verdad.
—¿Qué raza son tus gatos?
—¡Oh! Son preciosos—tus ojos se iluminan—. Uno siamés y otro persa. Tengo fotos, mira.
A Kento se le contagió por completo tu ilusión. Al parecer eras una amante de los animales, hablabas de tus dos gatitos como si fueran tus propios hijos.
—¿Tú tienes mascotas?
—Realmente no tengo mucho tiempo libre, así que no he visto la necesidad de tenerlas. Pero no tengo problema con los animales—dice rápidamente.
—Eso es un alivio.
—¿Sí?—te mira directamente.
—Bueno... Para mí sí—murmuras avergonzada.
Aquello hizo muy feliz a Nanami. Le gustaba la idea de que tuvieras en mente sus gustos y los comparases con tu día a día, como si quisieras que formara parte de él.
La cena transcurrió con normalidad. Él se ofreció a pagar la cuenta aunque tú te negaras innumerables veces. Tomó tu abrigo de la entrada que habías dejado anteriormente antes de dirigirte a la mesa, ayudándote a ponértelo con una delicadeza admirable.
—Por supuesto, te llevo a casa—habla cuando salís del restaurante.
—Oye, Nanami.
Kento se da la vuelta al dejar de escuchar el ruido de tus tacones. Estás con la cabeza un poco agachada y las mejillas rosas, posiblemente del frío.
—¿Te encuentras bien?—se apresura a acercarse a tí—. Si no estás bien con eso puedo volver a pedirte un vehículo.
Suelta un pequeño quejido de sorpresa. No se esperaba que te abalanzaras sobre él, rodeándolo con tus brazos. La diferencia de tamaño era notoria, y eso le hizo sonreír un poco.
Él realmente esperaba no delatarse con los alocados latidos de su corazón mientras apoyabas tu mejilla en su pecho y te rodeaba con firmeza para devolverte el gesto.
—¿De verdad existe alguien como tú?—suspiras sin dejarle ir.
—No sé a qué te refieres, _______.
Tu nombre se funde en sus labios de manera que crees que intenta torturarte.
—Kento...—notas que su cuerpo se estremece—. Me ha encantado nuestra cita. Y, aunque sólo hubiera sido por compromiso, de verdad que me gustaría seguir.
—Nunca fue por compromiso—suelta una suave risa—. Tengamos todas las citas que quieras. Prometo hacerlo lo mejor posible.