𝚁𝚒𝚌𝚔 𝙶𝚛𝚒𝚖𝚎𝚜

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|MENTIRAS BAJO EL MISMO CIELO|

ADVERTENCIAS: Triste.

La comunidad de Alexandria se había convertido en un refugio temporal, un espacio donde las apariencias lo eran todo

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La comunidad de Alexandria se había convertido en un refugio temporal, un espacio donde las apariencias lo eran todo. Las personas sonreían en las calles, susurraban promesas de paz y seguridad, pero Rick sabía que la fragilidad de ese lugar era tan evidente como el cristal. Sin embargo, en medio de esa calma tensa, Rick había hecho lo impensable.

Él y Rachel llevaban años juntos. En los peores momentos, cuando todo parecía perdido, ella siempre había sido su fortaleza, la única constante en un mundo que se derrumbaba. Pero Alexandria cambió algo en Rick, y lo que antes era una relación sólida, ahora se sentía como un peso, una responsabilidad que no estaba seguro de poder llevar.

Y luego estaba Jessie.

Desde el primer día en que llegaron, Jessie Anderson, con su amabilidad y su fragilidad oculta, había despertado algo en Rick. Ella, atrapada en un matrimonio violento con Pete, parecía mirarlo como la salvación. Y en su necesidad de ser el héroe, Rick había cruzado la línea.

Rick estaba sentado en la sala de su casa, las manos apoyadas en las rodillas mientras Rachel terminaba de preparar la cena. Todo parecía normal, pero el remordimiento lo estaba consumiendo por dentro. La noche anterior, cuando Rachel dormía, él había ido a la casa de Jessie. No para salvarla, no para hablar sobre la seguridad del grupo. Lo había hecho porque la necesitaba de una manera egoísta, porque la desesperación por sentirse vivo lo había arrastrado a hacer algo imperdonable.

Rachel, su esposa, había notado su distancia en los últimos días, pero aún confiaba en él. No tenía razones para sospechar lo que estaba ocurriendo. Cuando Rick la miraba a los ojos, sentía cómo la culpa lo ahogaba, pero no tenía el valor de confesar.

—Rick, ¿me ayudas a poner la mesa? —preguntó Rachel con una sonrisa suave, mientras colocaba los platos.

Rick asintió, poniéndose de pie con movimientos pesados. Mientras acomodaba los cubiertos, la puerta principal se abrió de golpe. Era Daryl, que había venido a buscar a Rick para una reunión urgente del consejo.

Rick aprovechó la oportunidad para salir sin decir mucho, pero el nudo en su estómago crecía. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar lo que había hecho.

Cuando llegaron a la sala de reuniones, Daryl, que había estado observando a Rick en silencio durante el trayecto, rompió el silencio de manera abrupta.

—Algo te está torturando. —dijo Daryl con su tono directo, mirándolo de reojo.

Rick sabía que Daryl siempre podía leerlo, incluso cuando él intentaba ocultar lo que sentía. Pero esta vez, no podía soltarlo todo.

—No es nada, solo... —Rick empezó a responder, pero su voz traicionaba su nerviosismo.

—Tonterias —lo interrumpió Daryl—. No eres tú últimamente. ¿Qué pasa?

Rick se detuvo un momento, mirando a su amigo, sabiendo que si había alguien con quien podía ser honesto, era Daryl. Pero las palabras se atascaban en su garganta. ¿Cómo podía explicarle que había traicionado a su esposa con una mujer atrapada en una situación que él apenas entendía?

—No es tan simple, Daryl —dijo finalmente, pasando una mano por su rostro cansado—. Hay cosas que no deberían haber pasado... con Jessie.

Daryl lo miró, frunciendo el ceño. No necesitaba detalles para saber exactamente a qué se refería Rick.

—Joder, Rick. ¿Qué coño estás haciendo? —gruñó Daryl, su voz baja pero llena de frustración—. Tienes a Rachel. Ella siempre ha estado ahí. ¿Jessie? Está en un mal lugar, no puedes... No deberías.

Rick asintió, la vergüenza y la culpa lo carcomían por dentro. Sabía que Daryl tenía razón. Sabía que todo lo que había hecho estaba mal, pero no podía deshacer lo ocurrido.

—Lo sé. Joder, lo sé —Rick bajó la cabeza—. Me dejé llevar. Estaba perdido... Me siento perdido.

Daryl guardó silencio unos segundos, claramente molesto, pero también consciente de que no todo era blanco o negro en este mundo roto.

—Escucha, tienes que aclarar esto. Si sigues con esto, vas a perderlo todo, Rick. No solo a Rachel, sino también al grupo. Eres su líder, la gente te sigue. No puedes darte el lujo de cometer estos errores.

Rick levantó la mirada hacia Daryl, sabiendo que sus palabras eran ciertas. Pero, ¿cómo romper con algo que le hacia sentir esa electricidad?

—Voy a arreglarlo. De alguna forma... —respondió Rick, aunque no estaba seguro de cómo lo haría.

Daryl asintió, pero su expresión dejó claro que no iba a suavizar las cosas para Rick.

—Más te vale. Porque si no lo haces tú, yo me encargare de hacerlo por ti.

La reunión se desarrolló con normalidad, pero las palabras de Daryl resonaban en la mente de Rick. Cuando finalmente salió, sabiendo que tendría que volver a casa, se sintió más abrumado que nunca. Sabía que estaba caminando por una cuerda floja, y que un solo paso en falso haría que todo se derrumbara.

Caminando hacia la casa, vio a Jessie en su porche. Su mirada era intensa, cargada de deseo y miedo, y lo llamaba sin palabras. Rick sabía que un paso más hacia ella sería su perdición. Justo cuando estaba a punto de ceder, la voz de Rachel lo interrumpió desde la puerta de su casa.

—Amor, ven. Te he guardado algo de cena —dijo con una sonrisa, sin tener idea de lo que estaba ocurriendo.

Rick se congeló, atrapado entre dos mundos. Sabía que si daba un paso hacia Jessie, lo perdería todo. Su esposa, su honor, el respeto de aquellos que lo seguían.

Rachel lo miraba desde la distancia, y en ese momento, una sombra de duda cruzó por su rostro. Había algo en los últimos días que no cuadraba, y ella lo estaba empezando a notar.

—¿Todo bien? —preguntó, con una mezcla de preocupación y amor en su voz.

Rick tragó saliva y, con una sonrisa tensa, caminó hacia su esposa. Sabía que Daryl tenía razón. Si no aclaraba las cosas pronto, perdería a Rachel y todo lo que amaba.

Entró a la casa con ella, sabiendo que la mentira en la que vivía se hacía más pesada cada día.

La cena transcurrió en silencio, con Rachel hablando sobre el día, intentando mantener la normalidad. Pero Rick apenas escuchaba. En su mente, la culpa por lo que había hecho con Jessie lo corroía. Sabía que tarde o temprano Rachel lo descubriría, que no podía seguir ocultando la verdad para siempre.

Esa noche, después de que se acostaron, Rachel se giró hacia él en la cama, sus ojos oscuros buscando los de él.

—Rick, siento que has estado distante. ¿Hay algo que quieras decirme? —preguntó con suavidad, su voz llena de preocupación y amor.

Rick la miró, su corazón apretado en su pecho. Quería decírselo todo, confesar su traición y pedirle perdón. Pero las palabras no salieron. En cambio, le tomó la mano y la apretó, como si con ese gesto pudiera reparar el daño que había causado.

—Solo... han sido muchas cosas. Estoy agotado —mintió, desviando la mirada.

Rachel asintió, aunque en sus ojos se veía que no estaba del todo convencida. Pero, por amor a él, no insistió más.

Esa noche, mientras Rachel dormía a su lado, Rick se quedó despierto, mirando al techo, dándose cuenta de que el daño ya estaba hecho. Había cruzado una línea con Jessie, una línea que nunca debió cruzar, y ahora solo quedaba esperar el momento en que la verdad saldría a la luz, y su mundo se derrumbaría por completo.

nota de la autora.

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𝐀𝐋𝐋|ᵗʷᵈ ᵒⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora