-𝐀𝐋𝐋 . . .
|TWD one shots
🧟♀️-One shots de diferentes personajes de the walkind dead.
PEDIDOS ABIERTOS¡¡
personajes TWD|The Walking Dead series|
PUEDE CONTENER SPOILERS ^23-??
written by|~imnotgala
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Carl Grimes caminaba sin rumbo por el bosque, el peso de la tarde cayendo sobre él como una capa de plomo. Cada paso resonaba en sus oídos, pero su mente estaba completamente perdida en los recuerdos. En ese momento, el mundo que lo rodeaba parecía desvanecerse. El crujido de las hojas secas bajo sus botas no era más que un ruido distante. El paisaje se estiraba ante él, pero su mirada no era capaz de enfocarse. Solo veía el rostro de Natalie.
Había sido hace un par de meses cuando la conoció, mientras exploraba por los alrededores de la comunidad. Ella estaba sola, deambulando sin rumbo, como un alma errante sin esperanza. Carl recordaba claramente el momento en que la vio por primera vez: su rostro delgado, la mirada vacía y distante, como si ya hubiera perdido todo y, con ello, la capacidad de seguir luchando. Esa imagen, esa sensación de desolación, se grabaron en su mente como una herida profunda que nunca terminó de cerrar.
Al principio, Carl la observó desde la distancia, sin atreverse a acercarse. No sabía si podría soportar ver a alguien tan roto, tan claramente ajeno a la esperanza. Pero las semanas pasaron y, aunque ella apenas decía palabra, él no podía dejar de pensar en ella. Había algo en sus ojos, una tristeza infinita que lo arrastraba hacia ella, como si, por un momento, pudieran compartir el dolor de la vida en el apocalipsis.
"Te lo he dicho tantas veces, Natalie... Ven con nosotros, por favor", le había dicho una y otra vez, en el claro donde solían encontrarse. Ese sitio apartado del mundo, donde el silencio se volvía casi absoluto. Carl sabía que no era fácil, que Natalie no estaba lista para volver a confiar en nadie, mucho menos en él. Pero algo en su interior no podía evitar seguir insistiendo. La veía tan sola, tan perdida, y no podía dejar de pensar que quizá, solo quizá, ella necesitaba algo de compañía, de esperanza. Algo que la sacara del abismo en el que parecía estar atrapada.
"No puedo, Carl. Perdón, pero prefiero estar sola", le contestaba ella, siempre con esa voz rota, apagada, como si cada palabra le costara un esfuerzo enorme. La respuesta era la misma, y cada vez Carl lo entendía menos. A pesar de todo, respetaba su deseo. No podía forzarla, pero lo que sentía dentro de él era más que frustración. Era un dolor profundo, como si cada rechazo le hundiera más en la oscuridad.
Hacía días, Carl llegó al claro donde siempre se encontraban a la misma hora y no la vio. El vacío de ese espacio, que siempre había sido testigo de sus encuentros, lo golpeó con fuerza. Había algo en el aire que lo alertó, como si algo estuviera por cambiar. Decidió que no podía quedarse allí, perdido en la incertidumbre. Tenía que encontrarla. Algo no estaba bien.
Caminó por el bosque con el corazón acelerado, como si el miedo y la preocupación le apretaran el pecho. El sol se estaba ocultando en el horizonte, tiñendo el cielo con colores morados y naranjas, pero para Carl no había belleza en ese atardecer. Solo un sentimiento creciente de angustia lo perseguía, como si algo terrible estuviera por ocurrir. No podía ignorarlo. Necesitaba encontrarla.
Cuando llegó a la cabaña donde Natalie solía quedarse, la puerta estaba entreabierta. Su respiración se cortó por un momento, y un escalofrío le recorrió la espalda. Empujó la puerta con cautela, pero no escuchó nada. El silencio era absoluto, un vacío denso que lo envolvía. La oscuridad de la habitación parecía tragárselo todo. A medida que avanzaba, sus pasos se volvían más lentos, como si el ambiente estuviera presionando sobre él, insistiendo en que no debía entrar.
De repente, al entrar en su habitación, la vio. En el centro de la habitación, tendida en el suelo, estaba Natalie. Carl se acercó rápidamente, con el corazón golpeando en su pecho como un tambor desbocado. Se arrodilló a su lado, el rostro contorsionado por el miedo. Lo primero que notó fueron las manchas rojas a su alrededor, las cuales seguían saliendo de sus muñecas. Su estómago se contrajo con fuerza, y las manos le temblaban.
No podía creerlo. No podía entender lo que estaba viendo. En ese momento, el mundo entero se desplomó sobre él. Natalie no se movía, no respiraba. Su rostro, pálido, tan marcado por el sufrimiento, ya no mostraba signos de vida. Carl la tomó entre sus manos, sus ojos fijos en ella, sin poder aceptar lo que sucedía. El dolor era tan grande que sentía como si se estuviera desmoronando por dentro, como si la tierra misma estuviera tragándose todo lo que alguna vez fue.
A su lado, en el suelo, había un cuchillo. Carl lo miró, el nudo en su garganta volviéndose más y más apretado. No podía procesarlo. El cuchillo. El cuchillo con el que ella había puesto fin a su sufrimiento. ¿Por qué? ¿Por qué no se lo dijo? ¿Por qué no confió en él lo suficiente para permitirle ayudarla? ¿Por qué no fue capaz de ver que el dolor que la consumía era mucho más grande de lo que él había podido imaginar? Sus manos temblaban mientras tomaba la hoja de papel arrugada que ella había dejado sobre el suelo. Carl la leyó, cada palabra perforando su corazón como una daga afilada.
Carl... Lo siento. Sé que intentaste ayudarme, pero no podía más. Ya no quedaba nada de mí. Perdí a todos, y aunque te agradezco por preocuparte, no podía seguir arrastrando este peso. Mi familia se fue. Mi grupo se fue. Y yo... solo quiero descansar. Si alguna vez me llegas a recordar, por favor, hazlo con cariño. Lo único que quiero es que estés bien. Te lo agradezco, en serio, agradezco que me hayas traído unos últimos minutos de felicidad en medio de todo esto. Pero ya no puedo más. Te quiero.
Cada palabra resonaba en su mente con un eco ensordecedor. Carl dobló la carta, guardándola en su bolsillo, y su cuerpo temblando incontrolablemente. El dolor lo envolvía, lo ahogaba, y no podía respirar. ¿Cómo pudo no ver lo que ella estaba viviendo? ¿Cómo no vio la desesperación, la tristeza infinita en sus ojos? El peso de la culpa lo aplastó, y por un momento, el mundo entero desapareció, quedando solo el dolor de haber fallado. El dolor de no haber sido suficiente.
Carl se levantó lentamente, después de cerrar los ojos de Natalie, para que por fin pudiera tener esa tranquilidad que solo daba la muerte. Con su cuerpo agotado y su corazón roto. No pudo quedarse allí más tiempo. No podía soportar estar en ese lugar que ahora se sentía como una tumba. Salió de la cabaña, el aire frío de la noche golpeando su rostro, pero no lo sentía. Todo lo que podía sentir era el vacío, un vacío abrumador, como si la vida misma lo hubiera dejado atrás. Sus pasos eran pesados, como si el dolor que cargaba en su interior lo estuviera arrastrando.
El bosque, una vez tan familiar, ahora parecía extraño. El silencio lo envolvía todo. Y, mientras caminaba de regreso, solo podía pensar en lo que había perdido. Lo que había podido salvar y no había podido hacer. Y el porqué de todo esto, el porqué de que Natalie tuviera que llegar tan lejos para encontrar la paz.
Mirando sus manos llenas de sangre de su amiga se despidió, mirando al cielo y volviendo con su familia.
nota de la autora.
Me he dado cuenta de que sólo hago One-Shots tristes y me lo estoy empezando a replantear.Es que solo se me ocurren tristes, necesito más inspiración.
Perdón. Juro que a la siguiente hago un one-shot feliz :)
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