Capítulo VII ✓

373 83 48
                                    

Capítulo 7 | “Rápido y fácil” ✓

Advertencia: escena +18, leer bajo su propia responsabilidad.

Meta: 70 estrellas, 25 comentarios.

。・:*˚:✧。

Grecia DeVries


Asiento, sin poder estar más segura de nada ahora mismo.

Tomándolo del cuello de su camisa lo atraje de regreso a mi boca. Esa era mi respuesta y él soltó un gruñido, complacido.

Podía sentir mi corazón acelerado contra mi pecho, y mi mente solo podía pensar en la manera en que sus dedos se clavaban en los huesos de mi cadera causando un dolorcito gustoso.

Volviendo los besos ahora húmedos a mi cuello le agrega pequeños mordisquitos por mi mentón y mi garganta que me hacen estremecer. Ya su camisa estaba desabrochada por lo que no me es difícil introducir mis manos por el cuello de esta para sacarla y dejarlo con la simple camisilla y las frías cadenas que se arremolinan sobre mis senos.

Desconozco el momento en el que una de sus manos abandona mi cadera para escabullirse por la liga de mi short, robándome un suspiro placentero en el instante que llega al punto ya hinchado entre mis piernas.

—Abra más las piernas, chula —demanda y, por instinto, obedezco.

El contacto no le parecía suficiente y a mí tampoco así que corrió a un lado la tela de mis bragas para tocar mis labios mojados, obligándome a buscar apoyo en sus brazos.

Ovidio no parecía un hombre de mucha paciencia, pero conmigo la estaba teniendo toda mientras acariciaba con sus dedos la piel sensible de mi centro y lamía la base de mi cuello trazando un camino húmedo y candente que sube por mi mentón hasta terminar en un beso brusco en mi boca.

Reprimo un lloriqueo arqueando la espalda y termino rozando los pechos contra él, dándole un alivio a mis pezones fruncidos.

Mis piernas tienen un ligero temblor cuando presiona el punto exacto sin detener el movimiento, enviando olas de placer por todo mi cuerpo.

Cínicamente, sisea cuando dejo de besarlo para sacar un lloriqueo que me es imposible aguantar.

—Sea más silenciosa muñeca —habla sobre mi boca, él también está jadeante y puedo sentir la marcada y caliente erección presionando sobre mi muslo aún cuando tiene bien abrochado el pantalón.

Lo último que esperé que sucediera este día fue tenerlo así, pero ahorita no me arrepentía, y sería muy doloroso para ambos el que él lo hiciera.

No pasa mucho tiempo hasta que debo enterrar mi rostro en su pecho por los gemidos que libera mi garganta cuando sus dedos aumentan la velocidad, comenzando a sentir las vibraciones en mis caderas previas al orgasmo.

Su cuerpo está sobre mí, y el sentirme acorralada entre él y el colchón es la guinda final para verme con las extremidades tensas mientras el sonido del chapoteo entre mis piernas desciende su ritmo. 

Mis manos han cobrado vida propia arrugando la tela de su camisilla entre ellas y subiendola, para que tenga el mismo rumbo que su camisa y ahora mi short junto a mi bragas: algún lugar de la habitación menos nuestros cuerpos.

Grecia | Ovidio Guzmán L.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora