Capítulo 3 | “Huevito Kinder” ✓
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Grecia DeVries
—Barbilla arriba y mirada centra DeVries —Acepto y ejecuto la indicación sin detener la caminata —Aprieta más el abdomen, súmelo.
Llego al final de la pasarela improvisada, espero un par de segundos con la vista fija en un punto del edificio que está ubicado frente al nuestro y que se ve desde el ventanal antes de girar y volver al inicio de la pasarela, teniendo en cuenta todas las recomendaciones de Jenni.
Hago lo mismo un par de veces más antes de bajarme del par de tacones que llevo usando desde las diez de la mañana.
—Estás más que preparada para el casting Grecia, estoy segurísima que esta vez sí te llevas la firma —asegura, tomando entre sus manos el IPad donde hacía anotaciones —Pero, quisiera corregir la…
—Vete.
Desviando la mirada de las anotaciones, veo a París entrando al penthouse. No se ve para nada bien, y aunque me preocupa elijo volver a la pantalla de la mujer que ahora mira de un lado a otro confundida.
—No la escuches —murmuro —, mejor dime lo que vas a corregir.
Jenni, quién es una de las mejores trabajadoras y preparadoras de la agencia donde estamos firmadas, decide hacerme caso pero antes de que pueda abrir la boca nuevamente el sonido de los pasos de mi hermana acercándose la interrumpe.
— ¡Jenni, necesito hablar con Grecia a solas de inmediato!
Asombrada veo como la chica recoge rápidamente sus pertenencias y se despide antes de salir del penthouse cerrando la puerta detrás de ella.
Quisiera decirle lo tremendamente irrespetuosa que fue con la chica, pero la ley del hielo que venía aplicándole desde hace una semana atrás al salir de aquel lugar me lo impide.
— ¿A donde vas? ¡Dije que tenía que hablar contigo! —Ignorandola voy hasta la cocina con ella detrás y cuando quiero tomar el vaso térmico donde serví agua hace horas lo toma primero, pero no me molesto en pedírselo y tomo otro de la alacena.
— ¡Coño chama, párame bolas!
Esquivo su cuerpo pegandome a la barra que se encuentra a la mitad de la cocina, pero me impide el paso, haciendo que quedemos muy cerca y pueda apreciar de cerca lo rojo de sus ojos y las ojeras que le había notado el día después de haber estado quién sabe dónde, porque hasta la fecha no tenía ni idea.
Sabía muy bien que le dolía mi silencio y mi trato –o la carencia de este– hacia ella, pero a mí también me dolía el haberme enterado de lo que había estado haciendo quien sabe desde cuándo.
La vergüenza y bajeza que sentí esa mañana saliendo por una puerta diferente a la principal no se la recomendaría a absolutamente nadie.
Y muy aparte, los ovarios que tuvo París para hacer algo que juramos jamás hacer fue lo que más me enojaba y dolía de la situación. Porque ya vivimos algo muy parecido en carne propia, y lo último que imaginé sería que ella estuviese repitiendo la historia.
Traté de safarme del agarre entre su cuerpo y la barra, pero solo gané que se me acercara más y me rodeara en un abrazo que no correspondí.
—Chiquis, por favor —murmuró, aferrándose a mí.
—Permiso —hablé, tragándome el nudo que se formó en mi garganta al sentirla sollozar en mi hombro.
Nunca antes en mis dieciocho años de vida habíamos discutido a tal punto de no hablarnos más de tres horas, así que era bastante difícil para ambas, pero no podía aceptar la situación como si nada.
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Grecia | Ovidio Guzmán L.
FanfictionEn las sombras de sus corazones, donde el mundo no podía mirar, floreció un amor prohibido que, aunque jamás vería la luz del día, se convirtió en su más profundo secreto y eterno refugio. GRECIA ; OVGL. [19/09/2024]