Capitulo Once

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Fluke caminaba de un lado a otro del salón, incapaz de quedarse quieto.

Ohm estaba al otro lado, observándolo, haciéndole compañía.

—¿Adónde le han llevado? ¿Por qué le trasladaron?

Ya le había preguntado lo mismo varias veces.

—Tal y como dijo Off, los rehenes importantes son trasladados con frecuencia para evitar rescates por sorpresa.

—¿Crees que sabían que planeábamos algo?

—Lo dudo. Off no lo cree tampoco, pero no lo sabemos con certeza. Afortunadamente, su agencia está recopilando información ahora
mismo y muy pronto sabremos más cosas. Créeme. Tu padre es la
prioridad número uno de Dunamas en estos momentos.

—Está bien —dijo Bronwyn, entrando en el salón en ese momento con paso firme.

Su vestido de punto era engañosamente sencillo y realzaba toda la voluptuosidad de su figura.

—Dunamas está haciendo uso de todos sus recursos para reunir
información sobre tu padre. De hecho, está dejando a su suerte a decenas
de barcos y a cientos de marineros, y está descuidando mercancías por
valor de miles de millones de dólares.

—Eso no es necesario, Bron —dijo Ohm.

—Pero es cierto —la joven se apoyó sobre el respaldo de una silla. Su pelo rubio y largo caía hacia delante en cascada. La expresión de su rostro era burlona y sus ojos le lanzaban un desafío a Ohm—. Sé que no te gusta hablar de negocios delante de tu esposo, pero, ¿No crees que
debería saber la verdad? ¿No crees que debería saber que Dunamas está
dejándolo todo, y a todos, porque han trasladado al criminal de su padre?

—¿Es eso cierto? ¿Dunamas ha retirado la vigilancia y la protección
que les daba a otros clientes?

—No —dijo Ohm con contundencia—. No es cierto. Tu padre es una prioridad, pero Dunamas sigue dando servicio a aquellos que han
contratado su protección.

—Pero a un coste personal enorme —objetó Bronwyn.

—Eso no es asunto tuyo —dijo Ohm, lanzándole una mirada demoledora. Pero Bronwyn no se dejaba amedrentar tan fácilmente.

—Es curioso cómo cambias cuando él está presente —le dijo, mirándole a los ojos.

—Soy el mismo de siempre.

—No. No lo eres. Normalmente Ohm Thitiwat dirige su empresa con la cabeza fría, con buen ojo y criterio, siempre es conservador y precavido cuando se trata de hacer una gran inversión —arrugó los labios—. Pero en cuanto Fluke Natouch aparece en escena, el Ohm listo y perspicaz que conocemos pierde la cabeza. De repente el dinero no es problema, y el sentido común deja de existir.

—Bronwyn.

La australiana levantó la barbilla. Su mirada era una extraña mezcla
de rabia y dolor.

—Eres un loco enamorado, ¿no?

Ohm esquivó su mirada. Fluke miró a uno y a otro. La tensión se palpaba en el ambiente. De repente Bronwyn echó a andar hacia la puerta, pero se detuvo en el umbral un instante.

—No te dejes mangonear, Ohm. Ya sabes lo que pasa —dijo y salió.

Fluke pensó que iba a sentir un gran alivio al verla marchar, pero no fue así. Ohm tenía el rostro contraído y su gesto era ominoso, sombrío.

—¿Qué ha sido eso?

Él no contestó. Ni siquiera era capaz de mirarlo a los ojos.

—¿De qué estaba hablando, Ohm?

Traición insuperableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora