Capítulo Nueve

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Los piratas no volvieron a llamar, así que Fluke pasó el resto de la tarde en su dormitorio. No tenía por qué quedarse en su habitación, pero
no quería encontrarse con Ohm.

Trató de dormir un poco, pero su madre lo llamó. Fue una conversación banal acerca de eventos sociales, pero Fluke terminó enojándose cuando su madre le pidió que lo dejara todo para asistir a una fiesta benéfica.

—Estoy en Italia, intentando traer de vuelta a papá.

—Nadie te va a dar el dinero, Fluke. Y, si lo hacen, es que están locos.

Después de colgar trató de quedarse dormido por segunda vez, pero
no fue capaz. La llamada lo había afectado demasiado. Se dio un buen
baño y trató de olvidar las cosas que le había dicho su madre.

Fue el primero en llegar al salón para tomar el aperitivo nocturno.

Había toda clase de bebidas sobre la mesa que hacía las veces de bar, pero él fue directamente hacia la jarra de Campari. Esa noche tocaba Campari
con granadina. Al día siguiente podría ser Campari con naranja. El cóctel
cambiaba cada noche y era agradable probar todas las variedades.

Tras servirse la bebida, fue hacia la ventana para ver la puesta de sol,
siempre espectacular. Era como un sueño, uno de esos sueños que había
tenido mientras estaba en el hospital McLean, cuando soñaba con él todas
las noches. En esos sueños siempre estaban juntos y eran felices.

De repente, oyó pasos a sus espaldas en el hueco de la escalera. Se volvió y, allí estaba Ohm, descendiendo el último tramo de peldaños.

—Hola —le dijo, esperando que no notara el rubor de sus mejillas.

—Hola —contestó él, haciendo un gesto que casi parecía una sonrisa.

—¿Pudiste dormir? —le preguntó, sirviéndose una bebida. También escogió el cóctel de Campari y, por alguna razón, eso lo hizo sentirse feliz.

—Me tumbé un poco, pero cuando me quedé dormido me llamó mi madre.

—¿Llamaba para tener noticias de tu padre?

—No. Solo quería saber si llegaría a tiempo a casa para asistir a una
fiesta benéfica en Greenwich este fin de semana —sacudió la cabeza—.
¡Una fiesta de etiqueta! ¿Te lo puedes creer?

—Solías asistir a esa clase de eventos todo el tiempo.

—Sí, cuando pertenecíamos a la alta sociedad, pero ya no es así. Nos odian. Nos desprecian, pero mi madre no lo entiende. Intenta seguir como si no hubiera pasado nada, pero ya nada es lo mismo. Mi padre está secuestrado en Somalia y mi madre quiere ir a una fiesta de ricachones. ¡Vaya familia en la que te metiste, Ohm!

—No me casé con ellos. Me casé contigo.

—¡Y yo soy el que está más loco de todos!

Ohm guardó silencio durante un momento y entonces esbozó una
sonrisa traviesa.

—¿Es por eso que el sexo era siempre tan divertido?

Fluke se sonrojó, pero se libró de tener que contestar porque en ese
momento apareció Off.

—Acaba de llamar el contacto de Somalia. Dejó un mensaje. No lo
van a dejar hablar con su padre, pero como tiene el dinero preparado,
quieren organizar una entrega y darle instrucciones para que pueda
encontrar al rehén.

La sonrisa de Fluke se borró en un segundo.

—¿Lo dijeron así?

Off asintió.

Traición insuperableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora