Capítulo 7: Ya no queda esperanza.

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Nanko estaba sentada en la arena y las olas chocaban contra sus pies irrefrenablemente. Alzó su vista y se quedó mirando el cielo durante algunos segundos. Pensó en su padre, en Takeshi y en todas y cada una de las personas que habían muerto protegiendo algo preciado para ellas. De repente, una voz la llamó desde atrás.

—Nanko, ¿te apetece dar un paseo? —dijo Shinki, ofreciéndole su mano. Ella asintió, la tomó y se levantó.

Ambos comenzaron a caminar por la orilla, el agua golpeaba sus pies y la arena se colaba entre los dedos. Ninguno de los dos hablaba, pero Nanko, que observaba con cuidado el perfil del chico, supo ver un ápice de tristeza en sus ojos.

—Lo siento —dijo Nanko, apartando su mirada de él. Pero Shinki no respondió, de hecho, se quedó quieto justo donde estaba y Nanko siguió avanzando pese a que quería quedarse a su lado. Intentó dejar de caminar, pero sus piernas lo hacían por su cuenta. Giró su cabeza y Shinki había desaparecido. "Todo pasa —se dijo—. Acabaré por olvidarle a él también".

—Eh, ¿estás bien? —preguntó Alexander mientras zarandeaba el cuerpo de la chica—. ¿Has tenido una pesadilla?

—No, ¿por qué dice eso? —murmuró ella, incorporándose en el sofá de la sala de estar. El libro sobre su regazo cayó al suelo y Alexander lo recogió. "Encima que me ha costado convencerle para que me deje entrar en la biblioteca, ahora me encuentra durmiendo en vez de leyendo", pensó Nanko. El rey se sentó a su lado un tanto incómodo.

—Estabas llorando, así que he tenido que despertarte, lo siento. —La chica asintió y colocó mejor la capa sobre sus hombros. —Ese libro era el favorito de mi hermano, me lo leyó un par de veces para dormirme.

—No sabía que tenía un hermano —admitió la chica, dejando el libro sobre la mesa. El crepitar de la chimenea contrastaba notablemente con la respiración tranquila del rey.

—Sí, aunque era el primogénito, no era el primero en la línea de sucesión, ya que Saires no le eligió. Murió cuando yo tenía seis años —explicó él—. Era extremadamente amable y un terrible estratega. Se le daba mal el ajedrez, pero lo compensaba con su increíble oratoria... Lo siento, estoy seguro de que no te interesa.

—No se preocupe, parece feliz cuando habla de él. Me alegro de que tuvieran un vínculo tan cercano —profirió Nanko con la vista fija en el fuego, que se reflejaba en sus ojos vívidamente.

—¿Tú tienes hermanos? —preguntó el chico, apoyando su espalda contra el respaldo del sofá.

—Sí, tenía una hermana gemela... Sus ojos eran bastante distintos a los míos, creo.

—¿Ha fallecido?

—Bueno, yo para ella sí. —Sonrió con tristeza. —Nunca nos hemos llevado bien, supongo que por mi culpa, tengo una personalidad bastante mala. Por cierto, ¿cómo supo que Nayru residía dentro de mí?

—Saires me lo dijo, reconoció el chakra de Nayru al instante. Eran buenas amigas, o eso me dijo... —La chica asintió. —De todas maneras, me alegro de que me lo haya dicho antes de que desapareciera.

—¿Eh? ¿A qué se refiere? —preguntó Nanko.

—No lo has hablado con Nayru por lo que veo... Somos sus vasijas, para que se reencarnen de nuevo una vez muramos, tienen que fusionar su poder con el nuestro. Cuando lo hagan, desaparecerán y no podremos hablar con ellas nunca más.

—No tenía ni idea —murmuró Nanko, que quería que Nayru la escuchara.

—Nosotros no podemos elegir cuándo sucederá, serán ellas, así que no tienes de qué preocuparte.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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Sharingan | Nanko Uchiha | ShinkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora