ᵀʰᵉ ᵇⁱᵍ ᵈᵃʸ ⓘ

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¿Estaba listo? No tenía ni la más mínima idea, pero ese día tenía que serlo, guardar su miedo en más profundo de mente y hacer lo que tenía que hacer.

Se había preparado, o eso creía, no era muy fan de meterse un dildo un día fuera de su celo, era más extraño y menos placentero.

Sí, ese día iba a dar un siguiente paso en la relación. Había agradecido de que su alfa no le hubiera presionado por eso, desde el día en que lo había dejado fuera de su cuarto, casi toda la noche.

En fin, él se lo había buscado así que no tenía nada de qué quejarse.

Tenía una cita esa noche, en la casa del Albino, comida hecha por él, y estaba conforme con eso. Una vez Satoru le había preguntado porque nunca había pedido una cita en algún restaurante o algo.

La respuesta era simple en realidad, al vivir casi como un ermitaño no se sentía cómodo en un lugar con muchas personas, por eso preferiría comer en casa, además, estaba seguro que las cenas en esos restaurantes caros no se iban a comparar con las que hacía su alfa.

Había acabado de salir del baño, buscó en su cajón de ropa interior, dejando de lado los de figuras caricaturescas, sacó unas bragas de encaje negro, un poco apretadas adelante y la parte de atrás era algo fina.

Buscó una ropa cómoda y sexy para la noche, no hacía mucho frío así que optó por un short que llegaba a mitad de sus regordetes muslos. Un top junto con una chaqueta y sus fieles zapatillas rojas.

En su mochila amarilla metió un cambio de ropa para la noche y otras cosas más. Salió hacia la casa del alfa, de verdad estaba pensando en mudarse con él, puede que esa noche se lo mencione.

Minutos después, ya en la puerta principal de la casa del alfa, tocó el timbre, fue abierta a los segundos.

Miró como el alfa le iba a decir algo, pero se quedó en silencio cuando lo vió, con una expresión sorprendida en su rostro.

Sonrió algo nervioso, caminó hasta quedar cerca y dió un pequeño beso en los labios del alfa. Después simplemente caminó hacia dentro meneando sus caderas.

-Huele bien Satoru-san, ¿Es Pasta lo que preparas? -Preguntó colocando su mochila en uno de los sillones del recibidor, vió como el pequeño Megumi corría hacia él con una sonrisa en su carita.

-¡Mamá, mamá! -Exclamó el pequeño alzando sus manitas y el omega lo alzó gustoso.

-Mi niño, ¿Ya cenaste, quieres comer? -Yuuji lo apapacho con cariño haciéndolo reír, volteó hacia el alfa, quien parecía haberse quedado sin habla: Satoru-san, ¿Gumi ya comió su papilla?

El Omega podía sentir la mirada safiro devorarlo, recorriendo de arriba abajo su cuerpo por completo. Lo vió tragar saliva y asentir lentamente.

-Sí, ya comió su papilla -Fue lo que contestó al final, Yuuji asintió, pero Megumi palmeó los pechos del pelirosa, eso significaba que quería comer más.

-Bien, bien, comerás un poco más, pero no mucho para que tu pancita no duela ¿si? -Yuuji ronroneó frotando su mejilla contra la del pequeño, después miró al alfa de reojo: Satoru-san, no descuides la cocina, yo iré con Megumi.

Yuuji se fue al cuarto del alfa, dejando solo a éste en la cocina. Al llegar el suspiro, estaba nervioso, había tenido que usar todas sus fuerzas para que sus piernas no estuvieran temblando, las piernas perfectamente depiladas.

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