4. Bling bling y crines

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Su madre se había aparecido sin previo aviso —al menos de la fecha en que arribaría a Seúl, porque sí que le había advertido que lo visitaría— en su pequeño departamento, que obviamente no tenía capacidad para su progenitora, su primo Minseok y su rosa novio, Luhan. Sólo contaba con una única habitación para él y un sofá cama, donde por supuesto no dormirías allí como en las nubes.

La señora Do, al ver a su pequeño, no pudo resistirse a no abrazarlo muy fuerte y besar varias veces sus mejillas, llenándo a éste de lápiz labial. Tenía más de un mes sin verlo y realmente lo extrañaba. Por su lado Soo interiormente murió, con la tentación de correr al baño y lavarse la cara. Él amaba a su madre, y estaba muy feliz de verla, pero la sensación se tener su cara manchada, no lo ponía muy contento.

Minseok y Luhan simplemente hicieron una reverencia perfecta de 90° y seguidamente llevaron todo el equipaje al interior.

Se acomodaron como pudieron, Minseok y Luhan acordaron compartir el sofá cama, el cual cubrieron con muchas mantas para hacerlo un tanto más acogedor. Soo, decidió compartir su habitación con su mamá, quien se adueñó de su cama y el retaco tuvo que dormir en la alfombra. Un tratamiento excelente para su espalda.

Para su dicha, al día siguiente, buscarían un hotel donde hospedarse, como la gente normal y decente haría, en vez de abusar de su pobre hijo de mirada asustada.

La noche pasó sin mayores inconvenientes, gracias Dios. Al día siguiente desayunaron juntos, todos apuñados en el pequeño comedor y Soo, decidió no abrir por ese día para pasar tiempo de calidad con su madre, sumándose un alegre Baekhyun y un par de chicos melosos y fastidiosos. No se separaban ni para ir al baño, hecho que perturbaba a Kyungsoo, pero al parecer su madre ni se inmutaba al respecto. Les encantaba recalcar la foreveralonidad del resto de los chicos.

—Kyunggie, cariño, ¿qué piensas de la idea de tener a alguien que prepare el café en tu pastelería? —la señora Do tomó un sorbo de su batido y prosiguió—, digo, sería mucho mejor que tener una máquina haciéndolo.

—No lo creo, es más económico tener una máquina simple que hace todo por nosotros, fin. Solo le ponemos lo que necesita y ya —respondió Soo, con un rostro inexpresivo.

—Sep, de hecho tiene toda la razón —musitó Baek.

—Pero bebé, tener un barista llevaría tu negocio a otro nivel.

—Hay muchas formas de llevarlo a otro nivel, sin hacer llorar el capital de la pastelería.

—Pero Minseok es un barista —agregó la señora Do, haciendo un puchero maduro y adulto.

—Me alegro por él. Pensé que le pagaban por estar pegado al chino rosa.

—¡HEY! —Minseok a continuación se levantó de su silla ofendido, y a éste le siguió el chino cara de chica.

—¿Ves lo que digo? Parecen un pegoste —. Soo se levantó, y se dirigió a la salida del establecimiento donde almorzaban—, y no, no pagaré. Pídanselo a Baek. Bye ladies~.

—Am... debo decir que no traje mi billetera... —comentó Baek, mientras buscaba con desesperación en sus bolsillos.

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Jongin estaba que se lanzaba de la ventana de su habitación, solo para que ocurriera algo interesantillo al menos. Había pensado en jugar videojuegos, pero ya la gran mayoría de ellos los había terminado y los demás no le hacían mucha gracia. También meditó en practicar su nueva rutina de baile, no obstante, ese era el día de no hacer algo productivo, un día que se debe respetar al pie de la letra. Tan sagrado como un domingo. Hubiese podido salir con sus amigos, si tuviera alguno que valiera la pena. La mayoría de la gente que su mamá hacía llamar amigos, eran todos por conveniencia, del típico, yo soy rico, tú igual, debemos juntarnos.

Sickeningly Sweet ➳ KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora