5. Eommas del mal

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Revisaba su teléfono celular cada vez que podía. Realmente no sabía qué esperar de él, o simplemente estaba en negación. Esperaba que algún milagro lo salvara de tener que salir de su habitación. Varios amigos lo habían llamado para asistir a la inauguración de un nuevo hotel en Seúl, que pertenecía a la cadena hotelera de el padre de Junmyeon. Se negaba rotundamente a ir, pero como siempre, su madre decía que la imagen era importante, que quizás conseguiría allí un negocio nuevo, alguna pretendiente con familia importante y mucho más etecés. Todo ese mundo lo enfermaba. En ese preciso instante se le vino a la mente el famoso slogan de "No todo el dinero lo puede comprar", y sí, sí que lo comprendía. A pesar de que lógicamente, nadie se quejaría porque le regalaran un Ferrari, éste no iba a suplir sus necesidades de comprensión y cariño, que ninguna persona le brindaba. Siempre en los eventos y fiestas a pesar de estar rodeado de mucha gente, se sentía solo. Podía tener millones y millones de conocidos, pero ninguno de ellos se interesaba por él, más que para lucir bien o decir que tenía "amigos igual de importantes". Todo apestaba y no se refería a él mismo, que no se había duchado aún.

—¡JONGIN! Iré a la oficina un momento a buscar unos papeles... ¡Necesito que estés listo cuando llegue! —demandó su madre desde el pasillo, percatándose de que la misma se apresuraba por salir.

Jongin se arrastró de su cama, literalmente, hasta su baño. Tomó una ducha y a regañadientes se apresuró a peinar de la mejor forma su cabello y usó el traje más costoso que tenía, sino, su madre le reprocharía por no vestirse adecuadamente.

Al finalizar se dirigió a la cocina a tomar algo del refrigerador, pero su madre hizo acto de presencia apresurándolo y diciéndole que debían salir ya. Lloriqueó interiormente, porque odiaba la comida que servían en esos eventos, prefería una hamburguesa de unos de esos puestos de la calle que comer caviar. Quizás luego se escaparía a comer una. Su madre subió a su auto, conducido por el chofer de la familia, Jongin por su parte llevó su BMW, y de esta forma ambos arribaron al hotel.

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Al otro lado de la ciudad un Kyungsoo, obviamente malhumorado, porque al parecer todos conspiraban para molestarlo, estaba trabajando como nadie en la pastelería. Minseok se había convertido en el barista, luego de que su madre lo encerrara en el baño y no lo dejara salir hasta que lo contratara. Sabrá Dios cómo ella logró entrar en su departamento esa mañana. Probablemente era una secuestradora, una asesina serial o una terrorista por la noches, lo que también explicaría la conducta de su adorable hijo. Hizo una nota mental de cambiar la cerradura y agregar unas tres más, nunca se es demasiado precavido. Su madre se encargó de fastidiarlo desde que se levantó, ya que era parte de su siniestro plan, ella sabía que luego de obstinarlo eventualmente aceptaría. Primero lo despertó cantándole y encendiendo la luz de su habitación:

—¡ESTAS SON LAS MAÑANITAS, QUE CANTAAAAAABA EL REY DAVID...! ¡AY!—Kyungsoo con toda la fuerza que podía ejercer con el peso del sueño, lanzó una de sus almohadas a la señora Do— Yo queriendo ser buena madre ¡y me agradeces de esa forma!

—Eomma... por el amor de Dios ¡SON LAS 4 A.M.! ¡YO NO SOY FUNCIONAL HASTA LAS 5! —a continuación se levantó y se fue pisando fuerte y refunfuñando al baño.

—Ay, este chico... —se limpió una lágrima imaginaria y lo siguió, cerrando la puerta con el juego de llaves que había tomado prestado el día anterior. Así fue como logró entrar esa mañana.

Kyungsoo no se percató que lo habían encerrado hasta que trató de salir, dio lo mejor de sí para abrir la puerta y a pesar de todos sus esfuerzos, obviamente, ésta no cedió. Llamó a su eomma, exigiéndole que le abriera, y la mujer simplemente reía al otro lado de la puerta.

Sickeningly Sweet ➳ KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora