10

9 3 0
                                    

"La maldad se esconde hasta en los ojos más hermosos, en las palabras más dulces y las personas indefensas. Fingirse vulnerable es la mayor muestra de oscuridad."

Retrocedí en busca de soporte, con las piernas temblando y la mente nublada, mientras la figura se acercaba silenciosamente a donde yo estaba. Un frío terrible me envolvía; afuera, una tormenta de nieve arremetía con furia, azotando las ramas de los árboles como si fueran garras. La idea de ser asesinada me hizo temblar, un escalofrío recorrió mi espalda. Las lágrimas empezaron a acumularse en mis ojos, distorsionando la vista y haciendo que la realidad se desvaneciera lentamente.

Cuando la misteriosa sombra se acercó lo suficiente, vi resplandecer la porcelana de su rostro ante la tenue luz de la noche. Solté un suspiro, sintiendo un alivio momentáneo que rápidamente se desvaneció.

—Brams... qué bueno que estás aquí —dije, pasando mis manos por mi rostro, intentando sacudirme ese horrible temor que me atenazaba el pecho.

Se detuvo a pocos metros, como un espectro atrapado en el silencio de la noche, sin emitir ni un solo ruido.

—Me dijiste que no quieres hablar... lo entiendo. No debes responderme, solo escucha lo que tengo que decir...

Di un paso al frente, preparando mi disculpa mientras un torbellino de posibilidades aterradoras giraba en mi mente. Con nerviosismo, empecé a soltar las palabras que había guardado durante tanto tiempo.

—No me voy a justificar, reaccioné mal. Entré en pánico... lo siento mucho... pero no quiero que nos distanciemos.

Ladeó la cabeza, como si analizara cada sílaba que salía de mis labios.

—Yo... sé toda la verdad. Tú me ayudaste a comprenderlo.

Se acercó lentamente, cada paso resonando en el suelo de madera como un ominoso crujido.

—Te creo —dije finalmente, liberando un peso que había llevado demasiado tiempo.

Siempre supe de algún modo que él era inocente.

—Siempre lo sentí... solo necesitaba atar los cabos para saber cómo defenderte.

Se detuvo en seco, apretando los nudillos con una intensidad inquietante. Esa respuesta me sorprendió y me intimidó; no era el Brams que conocía. Era miedo... y crecía poco a poco dentro de mí como una sombra al acecho. Un mal presentimiento me sacudió como un rayo helado.

—Tú... ¿me crees verdad? —acorté la distancia entre nosotros, deseando desesperadamente tocarlo. Si realmente era Brams, lo sabría al sentirlo.

Agachó la cabeza para alcanzarme, su mirada profunda y oscura.

—Te creo... Elizabet —susurró con una voz que parecía un eco distante.

Me abrazó con una fuerza abrumadora, como si quisiera fundirse conmigo y nunca separarse. Devolví el abrazo y me estremecí ante su tacto; era su voz, pero había algo más. La sensación helada y vacía era típica de Vincent, era él.

Se estaba haciendo pasar por Brams. Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas mientras el miedo y la duda se entrelazaban en mi mente: ¿qué le había hecho a Brams?

—¿Qué pasa? —rompió el abrazo, tomándome de los brazos con una presión dolorosa que hacía eco del terror creciente en mi interior.

"Debes ser inteligente", recordé las palabras de Gretta resonando en mi cabeza.

Puse mi mano en su pecho para demostrar calma; debía pensar cuidadosamente lo que haría.

—Me alegra que estés aquí —le sonreí, esperando que se calmara. Lo abracé para acelerar su respuesta.

Vincent BramsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora