La Chamba

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Todo empezó una mañana de resaca después de una noche de diversión. Estaba tumbada en la cama y mamá fue a despertarme enojada, pues no le gustaba mi actitud. Supongo que esperaba más de mí a mis 22, que ya estuviera en la universidad o trabajando en algo. Hace pocos meses terminé el secundario, después de repetir varias veces.

¿Qué puedo decir? No soy muy lista que digamos, si lo fuera, tal vez no estaría donde estoy ahora, en fin.

Madre: ¡Ya levántate holgazana! ¡Tienes tareas que hacer!

Molly: Mmhh... ¿No pueden esperar? ¡Por favor mamá, esta resaca me mata!

Madre: ¡Es lo que siempre dices! Sólo piensas en tu "diversión", en salir toda la noche y dormir todo el día. Nunca piensas en qué harás de tu vida. ¡Ni siquiera debería decirte esto a tu edad!

Molly: Mmhhh...lo siento mamá... (tapándose la cara con la almohada)

Madre: ¡Dios, ya no tengo tiempo! Me voy a trabajar y cuando llegue, espero que hayas hecho todo. ¿Entendido?

Molly: (levanta el pulgar con la almohada en la cara)

Madre: (mueve la cabeza con desaprobación y se va)

No entiendo porqué se molesta tanto. Si fuéramos pobres o algo así, la entendería, pero con la fortuna de papá podemos vivir cinco vidas. De todos modos, no puedo ni mencionarlo. Pues él ya no está aquí. Por eso no le discuto nada a mamá, no ha sido la misma desde que papá nos dejó.

Dormí un rato más hasta que se me calmó la resaca. Me levanté, hice pipí y fui a la cocina por un cafecito con mucha azúcar, es lo que mi cabeza necesitaba. Ya me sentía mejor, así que realice una por una mis labores. En un descanso, tome mi teléfono y hablé con Tiffany, mi amiga con la que salí anoche. Hablamos de música, de sexo y otros temas divertidos. En un momento ella me preguntó si buscaba un trabajo y me comentó de una señora que busca niñera para su hija. Yo no le di importancia de primera, ya que como estoy, no pensé que necesitara trabajar, o al menos eso pensé hasta que mamá volvió a casa muy preocupada.

Me dijo que teníamos que hablar, yo preparé el almuerzo mientras ella se cambiaba. Nos sentamos a comer y ahí platicamos de algo que definitivamente no me gustó escuchar.

Molly: ¡No inventes! ¡NO INVENTES!

Madre: Ojalá así fuera.

Molly: ¡¿Cómo pudiste perderlo todo?!

Madre: ¿No me escuchaste? ¡Té dije que no fui yo! ¡Fue Steve! Sabes que él es el encargado de administrar nuestro dinero. O mejor dicho, el dinero de mi querido.... (Se le sale una lágrima)... Pero así fue. Una mala jugada y ahora estamos arruinadas.

Molly: ¡Nooo! ¡No digas eso mamá!

Madre: Bueno, estoy exagerando. No estamos arruinadas, aún. Pero es evidente que las cosas ya no serán iguales. Así es la vida Molly, un día puedes tener y al otro día perder. Yo siempre me lo he repetido, pero tú no. Siempre has vivido de arriba y ahora eso está por terminar.

Molly: pero mamá...

Madre: ¡Sin peros! Si te hubieras preparado mejor; en lugar de vivir de fiestas, alcohol, sexo y drogas; estarías más capacitada para afrontar esta situación. Yo aún tengo mi empleo, pero con mi sueldo no puedo sustentar una vida digna para ambas. Tendrás que chambear Molly, no hay de otra.

Esas palabras me pesaron mucho. No puedo creer que un imbécil haya perdido nuestra fortuna, fruto del inigualable talento musical de mi querido papi QEPD. No entiendo como funciona el mundo la verdad. Sin embargo, ahora no podía sentirme más agradecida de la oferta que me dio Tiffany.

Trabajar de niñera puede parecer un dolor de cabeza para muchas chicas, pero a mí me pareció que sería una linda experiencia. Después de todo, ya había cuidado a mis primos y amaba hacerlo. No sé, tengo algo con los niños, una debilidad. No puedo explicarlo, me gusta jugar con ellos y verlos como iguales, creo que les tengo envidia. Extraño ser una niña, aquellos días en que la vida era más simple y feliz. Cuidar a esta niña podría ser una oportunidad de revivir lindos momentos y además que me paguen por eso.

¿Qué podría salir mal?

Pensé yo en ese momento. Pero no me imaginaba lo que me esperaba en esa casa.

Mi Primera ChambaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora