𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟺

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Nuevos Horizontes

La oscuridad del bosque los envolvía, y el aire fresco parecía revitalizar a Oliver, aunque el pánico aún palpitaba en su pecho. A medida que se adentraban en el espesor de los árboles, cada paso resonaba como un eco de su liberación. Pero no se atrevió a relajarse por completo. Sabía que los cazadores no se detendrían, y la alarmante sirena que resonaba a lo lejos solo indicaba que la cacería había comenzado.

Ken se movía con rapidez y determinación, guiando a Oliver través del denso bosque -Debemos encontrar un lugar seguro - murmuró. -No podemos quedarnos aquí. Si los guardias descubren que estamos en esta zona volverán en grupos.

-¿Dónde vamos? - preguntó Oliver, su voz apenas un susurro. La fatiga y el dolor se acumulaban en su cuerpo, pero la adrenalina lo mantenía en movimiento.

-Conozco un lugar - respondió Ken. - Un viejo refugio que no está muy lejos de aquí, pero necesitamos apresurarnos.

Mientras avanzaban, la luna iluminaba tenuemente el camino, proyectando sombras que parecían cobrar vida. Oliver se preguntó si alguna vez volvería a ver un cielo despejado sin el temor de ser capturado. Aquel pensamiento le dio fuerzas para seguir, empujándolo a avanzar aunque sus piernas temblaran.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a un claro en el bosque. En el centro, había una pequeña cabaña de madera, estaba en ruinas pero aún servía como techo, cubierta de musgo y enredaderas. La estructura se veía abandonada, pero todavía mantenía un aire de refugio. Ken se detuvo y se volvió hacia Oliver.

-Aquí podremos escondernos por un tiempo.

Oliver asintió, sintiendo que una pequeña esperanza comenzaba a florecer en su pecho. Pero, al mismo tiempo, el miedo a lo que podrían encontrar dentro lo paralizaba. Ken empujó la puerta, que chirrió al abrirse. La oscuridad del interior los envolvió, y Oliver contuvo la respiración mientras entraban.

El espacio era pequeño y desordenado, con muebles cubiertos de polvo y telarañas en las esquinas. Pero al menos no había señales de que alguien estuviera allí recientemente. Ken encendió una linterna, iluminando el lugar. Oliver respiró hondo, dejando que la calma lo invadiera por un momento.

-Necesitamos limpiarlo y prepararlo para quedarnos -dijo Ken, pasando la linterna por la habitación -Si logramos sobrevivir esta noche, tal vez podamos planear nuestro siguiente movimiento.

Oliver se dirigió a una esquina de la habitación, donde encontró una vieja escoba. Se dispuso a limpiar, intentando distraer su mente de las imágenes horribles que aún persistían. Mientras barría el polvo acumulado, Ken revisó el contenido de algunos cajones en busca de suministros.

A medida que pasaba el tiempo, la tensión se disipó un poco. La cabaña, aunque destartalada, ofrecía un respiro temporal. Sin embargo, la realidad de su situación no se desvanecía. Sabían que no podían permanecer allí por mucho tiempo. La cacería ya había comenzado y, aunque estaban a salvo momentáneamente, debían estar listos para moverse.

-¿Y ahora qué? - preguntó Oliver, dejando la escoba a un lado -¿Cómo vamos a sobrevivir fuera de este lugar?

Ken se sentó en una silla rota y respiró hondo -Lo primero es encontrar comida y agua. Debemos reabastecernos, y también necesitamos ropa nueva. No podemos seguir así, somos demasiado fáciles de identificar.

Oliver sintió un escalofrío recorrer su espalda. La idea de salir al mundo exterior nuevamente era aterradora. Había experimentado el infierno de ser cazado y no quería regresar a esa vida. Pero no había opción. No podían quedarse en la cabaña para siempre.

-Por cierto, ¿Cómo te llamas? No te lo he preguntado - dijo Ken mientras revisaba una estantería llena de polvo.

-Oliver... - dijo sin mucho interes en presentarse -¿Cómo lo haremos? - preguntó, inseguro -No puedo volver a ser capturado.

-Lindo nombre. ¿Cuántos años tienen Oli? - dijo divertido.

-... 21...

Ken lo miró intensamente -Eres joven. Solo necesitamos ser inteligentes y cuidadosos. La noche es nuestra aliada.

Después de discutir un plan básico, decidieron que Ken saldría primero para explorar los alrededores y buscar suministros. Oliver se quedaría en la cabaña, manteniéndose a salvo y atento a cualquier ruido extraño. La idea de ser dejado atrás lo inquietaba, pero sabía que era necesario.

Ken le dio un abrazo breve pero reconfortante antes de salir -No te preocupes, estaré de vuelta pronto - dijo, su voz era firme.

Oliver se sentó en el suelo, rodeado por el silencio de la cabaña. Con cada momento que pasaba, el temor se arrastraba nuevamente a su mente. La visión de los guardias, los gritos de los otros omegas, y la tortura que había sufrido lo perseguían. Tenía que aferrarse a la idea de que, al menos ahora, estaba "libre". Tenía a Ken a su lado, y juntos tenían una oportunidad.

La espera se sintió interminable. Cada crujido en la cabaña lo hacía saltar, cada sombra que se proyectaba en la pared lo hacía temer que los cazadores lo habían encontrado. Pero Oliver se obligó a respirar hondo, a mantener la calma. Si quería sobrevivir, debía encontrar la manera de dejar atrás el terror que lo consumía.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Ken regresó. Su rostro estaba iluminado con una sonrisa, y en sus manos llevaba una mochila desgastada.

-¡Listo! - exclamó, dejando caer la mochila al suelo -Encontré algo de comida, agua y ropa. ¡Es un milagro que no me hayan visto!

Oliver se sintió aliviado al ver que Ken había regresado sano y salvo.

-Encontré comida enlatada, algunas frutas, y encontré un par de chaquetas. No son nuevas, pero al menos nos cubrirán -explicó Ken, sacando los objetos uno por uno. Oliver no podía evitar sonreír al ver la variedad de alimentos que Ken había logrado traer. Era como si la esperanza comenzara a renacer entre ellos.

Pasaron el resto de la noche organizando su nuevo hogar temporal. Comieron lo que Ken había traído y se abrigaron con las chaquetas. La luz de la linterna iluminaba la habitación mientras compartían historias sobre sus vidas antes de la purga. Oliver se dio cuenta de que Ken tenía un sentido del humor agudo, y a pesar de la gravedad de su situación, lograron reír.

- Siempre soñé con viajar - confesó Ken, mirándolo a los ojos -Quería ver el mundo, vivir aventuras. Nunca pensé que terminaría en una prisión, huyendo por mi vida.

Oliver no era un chico muy hablador, siempre prefería escuchar en vez de hablar y Ken ya se había acostubrado a lo silencioso que era. Sus brillantes ojos claros decían todo siempre, sin necesidad de tener que abrir su boca para responder.

A pesar de lo entretenido que era Ken, la realidad de su situación seguía presente. No podían permitirse un respiro demasiado largo. A medida que el amanecer se acercaba, Ken se levantó -Debemos mantenernos en movimiento. No podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Tendremos que encontrar un nuevo lugar y seguir buscando ayuda.

Oliver asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación. Estaban juntos, y eso les daba una oportunidad. Con el nuevo día también venían nuevas posibilidades, nuevas esperanzas, aunque la amenaza de la purga seguía al acecho.

Mientras salían de la cabaña y se adentraban más en el denso bosque. Oliver miró hacia atrás, sintiendo una mezcla de nostalgia y alivio. Aquella cabaña había sido su refugio, pero también un recordatorio de su sufrimiento. Ahora, con Ken a su lado, se adentraban en un futuro incierto, pero lleno de posibilidades. Habían sobrevivido a la noche, y eso era un comienzo.

Entre Dos AbismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora