𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟽

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Inutilidad 2

Una noche, mientras Lisa caminaba por la mansión en busca de Liam, escuchó un ruido en la habitación de Oliver, que venía de su baño. La curiosidad la llevó a acercarse con sigilo, y al asomarse por la puerta entreabierta, encontró a Oliver de espaldas, sin camisa y una toalla en la mano, secándose el torso después de una ducha.

Lisa se detuvo en seco, sus ojos clavados en las marcas que cubrían la piel de Oliver. No había esperado ver algo así. Las cicatrices en su espalda y brazos eran evidentes, cicatrices profundas y retorcidas, grabadas en su piel como un recordatorio mudo de un sufrimiento que ella no alcanzaba a comprender. Una expresión de asombro cruzó su rostro por un instante, pero, rápidamente, una chispa maliciosa iluminó sus ojos.

En lugar de sentir lástima o incluso curiosidad, Lisa encontró en las cicatrices de Oliver una nueva forma de herirlo. Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cómo podría usar esa información para su propio beneficio. Decidió guardar silencio, disimulando su descubrimiento, y se apartó con una sonrisa cruel, mientras una idea tomaba forma en su mente.

Al día siguiente, cuando se encontró con Oliver en la cocina, se acercó con una expresión indescifrable. Oliver, aún sintiendo la tensión constante en su relación con ella, bajó la vista, tratando de evitar cualquier confrontación. Sin embargo, Lisa tenía otros planes.

-Vaya, Oliver, no sabía que también tenías una colección de... recuerdos -dijo con una falsa sonrisa, sus ojos brillando con un destello malicioso mientras sus palabras alcanzaban a Oliver como una bofetada invisible.

Oliver parpadeó, sorprendido, y alzó la vista hacia ella, desconcertado. Algo en su mirada le decía que ella sabía más de lo que estaba dejando ver, y eso lo hizo estremecerse.

-¿Recuerdos? -repitió con voz temblorosa, sin entender del todo a qué se refería.

Lisa sonrió, dando un paso hacia él, acortando la distancia entre ambos. Con un tono casi susurrante, le dijo:

-¿Te sorprende? Me refiero a esas marcas que llevas por todo el cuerpo. Me pregunto qué tan mal debes haber actuado para terminar así... -sus palabras eran venenosas, cada una cuidadosamente escogida para herirlo en lo más profundo- Aunque, claro, no me sorprende. Los chicos omegas siempre son problemáticos, ¿Verdad?, ¿Fue por aquella purga?

El corazón de Oliver latía con fuerza. Sentía cómo cada palabra de Lisa se clavaba en él, removiendo recuerdos dolorosos de los momentos que había intentado enterrar. Sabía que ella estaba jugando con su dolor, y esa crueldad le resultaba incomprensible. Aunque intentó mantenerse firme, la tensión en su expresión era evidente.

-No tienes idea de lo que dices, Lisa -murmuró, su voz apenas un susurro, tratando de contener las lágrimas.

Lisa soltó una risa seca y despectiva.

-¿Ah, no? Vamos, Oliver. No te hagas la víctima. Sabes que los omegas solo traen problemas. Por eso terminan... marcados, como tú. Quizás te lo merecías, quién sabe.

Oliver apretó los puños, luchando por no dejarse llevar por la desesperación y la impotencia. Pero, en el fondo, las palabras de Lisa habían hecho una grieta en su ya frágil confianza. A partir de ese momento, cada vez que la veía, sentía la carga de sus cicatrices como un peso invisible que lo apartaba aún más de los demás.

Los días siguientes fueron cada vez peores. Lisa no perdía la oportunidad de hacer comentarios hirientes sobre su "debilidad" o de lanzar sutiles indirectas sobre cómo Liam no necesitaba a alguien tan "quebrado" como él. Cada palabra era una puñalada y, aunque intentaba ignorarla, poco a poco su fuerza mental se desmoronaba.

Una tarde, mientras Oliver ordenaba unos libros en la biblioteca, Lisa entró con un paso decidido, como si buscara una nueva oportunidad para atormentarlo. Se acercó a él, y Oliver, agotado por las constantes agresiones, trató de alejarse en silencio, esperando evitar cualquier confrontación.

-¿A dónde vas? -preguntó Lisa, deteniéndolo al sujetarlo del brazo con más fuerza de la necesaria- No he terminado contigo, Oliver.

El contacto brusco lo hizo estremecer, y en un intento por liberarse, tiró de su brazo. Sin embargo, Lisa no lo soltó. La presión en su brazo comenzó a doler, y en sus ojos, la crueldad era evidente. Pues Oliver, no sabías hacer daño a otros, así que se quedó quieto.

-¿Qué? ¿Te asusta una simple mano sobre tu brazo? -dijo, con una sonrisa cínica- Parece que ni siquiera puedes soportar eso. Qué idiota.

Oliver respiró hondo, luchando por no mostrarle cuánto la odiaba en ese momento. Pero Lisa no se detuvo ahí. Aprovechando su agarre, lo empujó contra una de las estanterías, provocando que varios libros cayeran al suelo.

-De verdad no sé qué le ve mi hermano a alguien como tú -espetó, sus palabras goteando veneno- No eres más que un pobre omega asustado. ¿De verdad crees que tienes algún valor aquí?

Oliver cerró los ojos, sintiendo cómo el miedo y la impotencia se apoderaban de él. Nunca había imaginado que alguien pudiera ser tan cruel, y menos la hermana de Liam, alguien que supuestamente debía apoyarlo. Sabía que ella estaba tratando de quebrarlo, y lamentablemente, estaba logrando que se sintiera cada vez más pequeño, más insignificante.

Finalmente, con un último empujón, Lisa lo soltó, dejando que se tambaleara hacia atrás. Oliver recuperó el equilibrio con dificultad, su respiración agitada mientras trataba de reponerse del ataque. Lisa lo observó con una sonrisa de satisfacción, como si hubiera ganado una pequeña victoria.

-Espero que esta sea la última vez que te entrometes en los asuntos de mi hermano -dijo antes de girarse para salir de la biblioteca, dejándolo solo y aturdido.

Cuando Lisa se fue, Oliver sintió cómo las lágrimas finalmente brotaban de sus ojos, incapaz de contenerlas más. Sabía que no podía seguir soportando esto solo, pero también sentía una profunda vergüenza al imaginar que Liam podría ver lo afectado que estaba. Sin embargo, en el fondo, entendía que no podría ocultar esta situación mucho más tiempo.

La soledad se apoderó de él en la silenciosa biblioteca, sus manos temblando mientras intentaba recoger los libros que habían caído. Sentía cómo su corazón estaba a punto de romperse, pero se obligó a mantenerse firme, recordándose que debía aguantar. Al menos, hasta que decidiera si realmente podía hablar con Liam sobre lo que estaba viviendo a manos de su propia hermana y encima una de las más cercanas que tiene.

Entre Dos AbismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora