TODO LO QUE NO TE PUDE CONTAR

Piel con piel

La primera vez que dormiste en mi pecho, eras tan frágil como el cristal, sentí mis manos tan temblorosas que tuve miedo de quebrarte, pero sin duda alguna, por primera vez en mucho tiempo, senti que había encontrado mi lugar seguro.

Que irónico, mi lugar seguro habia nacido de mí.

Tú piel era cálida, tus mejillas rosadas y tu abundante cabello negro, un muñeco de carne y hueso, ese apego no duró más de 3 minutos, mientras esperaban que el cordón umbilical dejara de latir, pero fueron los primeros minutos más felices de mi vida.
No lo podía creer, si había podido, pude traerte al mundo.

Luego te llevaron a cambio y succión mientras yo pasaba al piso de estancia, no pude contener mis lagrimas cuando te trajeron vestido de azul y la doctora me dijo "por las medidas de su cabeza y peso corporal, nació de 40 semanas exactas", ahí recordé mi promesa, Dios ya habia hecho su parte, ahora faltaba la mia.

Luego de eso no quise despegarme nunca más de ti, a pesar de que tenía solo un par de horas de sueño, yo prefería estar pendiente de ti, no dejaba de mirarte, en efecto eras el bebe más precioso que había nacido esa noche, y de mi vida en general.

Estaba agradecida, me tocó un bebito obediente, hambriento y risueño, mi bebé soñado.
Desde el día uno, siempre tomaste muy bien el seno, no tuvimos luchas, había orado mucho a Dios porque quería ser una vaca lechera, y en efecto lo fui, nunca te faltó lactancia por parte de mamá.

Ahora venían otras incógnitas a mi cabeza, pensamientos intrusivos que como al inicio me querían desalentar, pero ya nada podría desanimarme, estaba junto a mi felicidad, y aunque sabía que venían tiempos difíciles, por sobretodo tenía la buena voluntad de ser paciente, tú eras mi niño soñado, digno de una mamá soñada, y eso fui para ti.

Para mí lo más importante como mamá siempre fue hacerte sentir honrado, amado y respetado por sobre todas las cosas. Y recibir de ti gratitud y amor como recompensa.