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JIMIN

Una vez leí un libro de una chica adolescente que había perdido a su padre en un trágico accidente de tránsito bajo influencia del alcohol. El autor había descrito el dolor de la chica como caminar a través del océano en contra de una fuerte marea y arena suelta. No podía imaginar lo que sería perder a un padre, pero me constaba que la muerte del abuelo Min me destrozó en una forma que no había esperado.

Mis abuelos habían muerto hacía mucho tiempo sin que yo los hubiese conocido muy bien. La muerte del abuelo Min era la primera experiencia que tenía en cuanto a la pérdida de un ser amado, y el trastorno emocional que causaba se sentía considerablemente más confuso por el sentimiento de que yo no era familia.

Jae siempre me había tratado como parte de la familia, pero ni Dongwook ni Younha lo habían hecho. Yoongi y su tía abuela, Haerim, me habían considerado familia, pero ninguno de sus otros tíos, tías y primos lo hacían. La familia Min tenía tanto dinero que yo siempre me había sentido como esa pobre semi relación de la que las personas no hablaban mucho. Y eso estaba bien. Pero hacía que la semana después de la muerte de Jae fuera mucho más extraña.

Por otra parte, Yoongi se adhería a mi como una segunda piel.

En el momento en que llegué al hospital con Haerim a cuestas, Yoongi me había agarrado y abrazado con fuerza, llorando en mi cuello como si alguno de nosotros dos hubiese sido liberado por secuestradores terroristas.

—¿Falleció? —le pregunté, asumiendo que su colapso se debía a la muerte de Jae.

—Todavía no. Quiere ver a Haerim. Y a ti —Yoongi se alejó y se secó los ojos con el dorso de la mano —. Lo lamento, Jimin. Yo solo... creo que antes no me lo tomé seriamente. Él siempre ha sido más grande que la vida, ¿sabes? No pensé qué... y tú intentaste decírmelo.

Tiré de él para otro abrazo. —Lo sé. Es difícil imaginar perder a alguien importante.

Después de que Haerim tomara su turno para decir adiós, me colé al interior de la habitación de Jae. Dongwook había estado de pie en una esquina hablando suavemente por teléfono, y la madre de Yoongi parada junto a la ventana observando el sol de primavera.

En ese momento, me había sorprendido lo extraño que era enfrentar la muerte de alguien amado mientras que el sol seguía brillando y el mundo continuaba girando.

Siempre me había imaginado que debía de ser un día lúgubre, oscuro y lluvioso cuando la muerte viniese a llevarse a alguien, pero claro que debería haberlo sabido.

Yo había trabajado por el tiempo suficiente en la residencia para ver a muchos queridos pacientes morir en días tan buenos como este.

Y, demonios... quizás era algo bueno. Quizás el sol era un símbolo de optimismo o algo así, recordándonos al resto de nosotros que debíamos animarnos y disfrutar de la vida mientras la tuviéramos.

Jae tenía un aspecto horrible. La piel la tenía manchada y su respiración ya se estaba ralentizando. Sabía que después de la noticia del diagnóstico de su enfermedad del corazón, él había decidido que no lo resucitaran en caso de que tuviera otro infarto o un derrame.

Después de ver a su esposa pasar por varios derrames antes de morir, estaba asustado de hacer que su familia viviera la misma situación. Yo entendía y respetaba su decisión, pero todavía dolía como el infierno verlo morir cuando yo sabía que los doctores podían mantenerlo vivo por más tiempo.

Aunque también sabía por experiencia que esa no siempre era la decisión acertada, y recuperarse de un derrame masivo a su edad con un factor de complicación médica sería exhaustivo y abrumador.

LOVE IN THE AIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora