EXTRA: VHOPE

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Taehyung

No le tomó demasiado a mi amigo Jungkook el convencerme de aceptar y asistir a una noche de trivia en su casa. Él y Jimin habían comprado recientemente una nueva casa, y sospechaba que querían celebrar año quedándose allí. No podía culparlos. Había tenido más que suficiente de fiestas de esmoquin y champaña en los pent-houses a lo largo de la ciudad, y siendo honestos, estaba emocionado por una noche en ropas cómodas con amigos con los que pudiera ser yo mismo.

Para ser sinceros, estaba cansado. Había viajado a casi cien ciudades durante el año para dar conferencias a distintos grupos o firmar copias de mis libros.

Cuando las personas me preguntaban por qué le permitía a mi agente tenerme tan ocupado, siempre les sonreía y les decía la versión oficialmente pública: amaba hablarle a la gente sobre mi historia. Era importante, especialmente para niños y adolescentes.

Pero la versión real no era algo que compartiera con otros a parte de mi psicólogo. Me sentía solo como el infierno y estaba aterrorizado de estar solo por el resto de mi vida. Samar me advirtió que ese tipo de actitud podría volverme un idiota (mis palabras, no las de él) porque, naturalmente, alejar a las personas era mucho más fácil que afrontar la idea de que nadie quería estar conmigo. Y él tenía razón.

No es que me detuviera de ser un imbécil.

—No vas a ponerte eso, ¿o sí? —preguntó mi amo de llaves con las cejas alzadas cuando me abrí camino hasta la cocina para tomar el champagne que había metido al refrigerador. Yeong era un imbécil controlador, pero no estaba seguro de poder vivir sin él. Y estaba condenadamente seguro que no quería vivir sin él.

Si había algún beneficio de ganar la clase de dinero que yo tenía, era el no tener que hacer la compra de víveres en mi maldita silla de ruedas. Yeong se encargaba de todos los detalles molestos en mi vida como lavar la ropa, empacar o desempacar por los viajes, alcanzar cosas en los estantes superiores, y en general, anticipar mis necesidades para ayudar a que mi ocupada vida fuera más sencilla.

Y, aparentemente, también micro manejaba mi ropa.

—Esta noche es casual. —le recordé.

—¿Casual en pijama?

Miré hacia los suaves jeans desgastados que estaba usando junto con una sudadera de la Patagonia color azul marino. La sudadera era nueva. —Me veo bien.

Hice una pausa. —¿No? —No esperé por una respuesta —. ¿Qué carajos? No me importa lo que pienses. No hay nadie a quién impresionar allí. Es noche de trivia, por todos los cielos. Al menos no estoy usando el pantalón de deporte y la camiseta con gorro que tenía más temprano. Al menos me duché.

Él me estudió. —No te afeitaste.

Alcé las manos en desesperación. —Estoy en una jodida silla de ruedas. Las cosas son diez veces más difíciles para mí. Tenme lástima, ¡wahhh!

Para el momento en que terminé con mi argumento usual, ambos nos estábamos riendo. Yeong, más que nadie, sabía que la última cosa que haría yo es permitir que mis limitaciones físicas me detuvieran de hacer algo que yo quería. Yo era más del tipo terco que insistía en hacer las cosas de la manera difícil solo para probar que podía. Me había tomado años de sesiones con Samar para finalmente reconocerlo, pero todavía era difícil para mí pedir la ayuda de alguien más que no fuera Yeong y su esposa, Joy, cuando ella estaba por allí.

Yeong terminó de guardar algunos platos limpios y habló por sobre su hombro.

—Tengo una bolsa nueva, ya empacada con el champagne y un regalo por la inauguración de la casa.

LOVE IN THE AIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora