💜||Capítulo 2||💜

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Amaya.

La brisa del mar me erizaba cada centímetro del cuerpo, pero el cielo estaba en su punto más aesthetic que irme estaba fuera de ser una opción. El ambiente era demasiado agradable y la frescura del viento me ayudó a despejar la mente; incluso había dejado de doler. Uno de mis defectos era pensar demasiado el mismo problema una y otra vez, como si con hacerlo, se pudiera resolver.

Asher solía decir que yo era una overthinker. Y la verdad es que no estaba equivocado, porque cuando algo entraba en esta pequeña y torpe cabecita, se me era casi imposible lograr sacarla de ahí.

Y temía que él fuera una de ellas.

Pero claro, ¿cómo pensaba sacarlo de mi cabeza, cuándo ni siquiera había logrado sacarlo de mi corazón? La tarea se estaba volviendo ardua y hasta cierto punto, desesperante. Quería dejar de quererlo ya. Oraba a Dios para que tomara ese sentimiento en sus manos y lo lanzara muy lejos de mí. Lo que al principio me pareció una caricia suave de emociones, al final terminó convirtiéndose en una carcel de espinas que se apretaba en todo mi pecho.

— Te trajimos para que te despejaras, no para que sigas pensando en él— la voz de Ania me sacó de mis pensamientos.

— ¿Cómo sabes que estoy pensando...?

— Tus ojos, chica. — su mano apretó la mía—. Pero ya verás que pasarás este trago amargo y luego, solo será un mal recuerdo.

— Quiero que se vuelva nada.

— Y lo hará.

— Pero, ¿cuándo?— imploré—. Hay momentos que ni siquiera puedo respirar. Y luego lo veo siendo feliz con ella, como si yo no existiera. A veces incluso creo que lo detesto con todas mis fuerzas, pero solo basta un mensaje suyo para que me vuelva a derretir en ilusiones— la miré, como quien ha soltado una enorme carga de sus hombros—. Esto me está consumiendo.

Ania me miró con aflicción o... ¿pena? La verdad no sabía cuál era peor. Estaba afligida por mi situación deprimente, o sentía pena por lo que me había convertido a causa de un chico. Sí, ambas eran nefastas. Yo era nefasta. ¡El sentimiento era nefasto!

— Tienes que soltar, Amaya. Pero no vas a lograrlo, hasta que tú misma te lo propongas. ¡Mira, estás en la playa con un atardecer de ensueño! Deja de mirar solo el dolor y empieza a notar los bellos detalles que Dios te está ofreciendo.

Suspiré, porque sabía que ella tenía razón.

— Bien, suficiente de Asher— me levanté y ella hizo lo mismo. Vi a ambos lados—.¿Dónde está Mara?

— Fue por unas bebidas. De hecho, ahí viene— soltó una risita, pero al igual que yo, estaba sorprendida—... y bien acompañada.

— ¿Quiénes son?

— Creo saber.

— ¿Los conoces?

Dos chicos altos venían con ella, aunque solo uno era el que conversaba. Ambos vestían ropa deportiva negra, pero uno de ellos, el callado, andaba con lentes oscuros y audífonos puestos. A medida que se acercaban pude notar su barba densa y bien recortada. Seguí viéndolo hasta que su vista cayó en mi dirección.

— Han llegado a comer al restaurante, ¿recuerdas? Los chicos de la mudanza.

Pero no fue hasta que llegaron con nosotras, que mi memoria se refrescó. Pero solo con el que conversaba con Mara, al otro no recordaba haberlo visto antes.

— Chicas, sus bebidas— En definitiva esa no era la Mara con la que había salido de su casa. Estaba sonriendo y levemente sonrojada—. Son cortesía de mi amigo.

—  Gusto de verte, Roger— dijo Ania—. Te habías desaparecido por un tiempo.

— Sí, recién le decía a Mara que el trabajo ha estado muy ajetreado. Pero pronto pasaré al restaurante— sus ojos se fueron a Mara al decir eso último.

— Más te vale, ¿eh?

Ellos siguieron conversando, mientras yo bebía mi malteada de piña en silencio. Preferí alejarme para no sentirme tan ridícula y me centré en el atardecer de nuevo, o al menos hasta que empecé a sentir el peso de una mirada sobre mí. Disimuladamente voltee hacia atrás. las chicas continuaban  conversando agusto con Roger, mientras el otro chico estaba sentado en una grada de arena, viendo su celular. Arrugué la frente, pensando que ya me había vuelto loca.

Entonces, mi celular vibró en la bolsa de mis pantalones. Mi corazón se saltó un latido al ver el mensaje. Era de Asher.

«Vine a tu casa, pero tu mamá me dijo que no estabas. ¿Dónde andas?»

Sintiendo las emociones enmarañadas, tecleé:

«Con Mara y Ania en la playa. ¿Deseabas algo?»

Su mensaje no tardó en llegar.

«¿Tardarás mucho? Quiero que hablemos»

Y así como un destello, el recuerdo de la noche anterior asaltó mi cabeza. ¿Y si Elian había abierto la boca de nuevo? Me prometí no perdonarlo si ese hubiera sido el caso.

«¿Hablar?, ¿De qué?»

luego de enviar el mensaje apreté el celular en mis manos, sintiendo la bola de pavor instalada en la boca del estómago. De pronto, el sabor de la bebida se sintió agria en mi lengua. Su respuesta hizo vibrar el aparato de nuevo,y esa vez pensé un largo momento antes de verlo. Pero cuando lo hice, el alivio me golpeó como un delicioso bálsamo.

« Simplemente hablar, sabes que solo te tengo confianza a ti para ciertos temas» eso lo había entendido bien, quería hablar sobre su relación. Mi lado resentido pensó en ponerle excusa, pero al final terminó ganando— en ese momento, creí que era la razón—, pero ahora que veo todo desde otra perspectiva, sé que fue el orgullo. Algo que sabía era que Asher estaba acostumbrado a que las chicas se derritieran y murieran por él. Y yo quería sentirme diferente a todas ellas. Fue por eso que no dudé en aceptar su petición.

«Gracias, May. Eres la mejor»

«Dime algo que no sepa» bromee, para tratar de aligerar mis emociones.

Sin embargo, su respuesta no ayudó en nada.

«Qué te amo»

Sí, cómo no.

«Bien, te veo luego» finalicé la conversación y guardé el celular de vuelta en mi bolsillo. Tenía que hallar la forma de regresar a casa, sin que Mara y Ania cuestionaran. ¿Pero cómo? Ellas parecían muy agusto con los chicos, Ania incluso estaba sentada conversando con el amigo de Roger. Bueno, más bien ella hablaba mientras él solo asentía de vez en cuando. Fue entonces que me detuve a considerar la idea de irme sin decir nada. Además, estaban demasiado concentradas en sus charlas como para notar mi presencia, de seguro lo iban a comprender, ¿cierto?

Y con ese pensamiento en la cabeza, dejé la bebida en la arena, para irme a pasos ligeros antes de que alguna volteara a verme. Para cuando estuve lo suficientemente lejos de sus vistas, pude respirar con tranquilidad. Subí por la gradas de concreto donde ya empezaba la carretera, los autos iban y venían y entonces surgió un nuevo inconveniente.

¿Cómo iba a regresar? La única solución que tuve fue escribirle a Asher, pero cuando metí la mano en mi bolsillo noté que mi celular ya no estaba.

— ¿Qué?

— ¿Buscas esto?— dijo una voz a mis espaldas.

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