Capítulo 1 : El Plan de Escape

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-Buenos días... Es hora de levantarse.

-Buenos días, mamá. ¿Cómo estás hoy?

-Estoy muy bien, hija. Es hora de que te prepares para ir a la escuela.

-Madre, estoy cansada de tus peleas con papá...

-Hija, yo... yo... tengo que decirte algo. Shhh, guarda silencio. No quiero que tu padre nos escuche. Nos vamos a ir de aquí, lejos de él.

-¿Madre, estás loca? Sabes que si nos encuentra... nos matará -le dije, sintiendo cómo mis manos comenzaban a temblar.

-Hija, solo ve a la escuela y confía en mí.

-Mamá, sabes que papá en cualquier momento nos encontrará. Es peligroso con todas las conexiones que tiene.

-Lo sé, hija, pero es la única forma de protegernos a ambas.

-Está bien, mamá. Nos iremos lejos -le respondí, forzando una sonrisa mientras la abrazaba.

Salí de mi lujosa habitación, donde había soportado maltratos constantes por parte de mi padre. Mientras bajaba las escaleras doradas, sentía la ironía de vivir en una casa tan bella, pero cargada de dolor.

-Señorita...

-Shhh, silencio, Liria. Si mi padre descubre que no estoy en el instituto, golpeará a mi madre.

-Perdón, señorita. Venga, salga por la puerta de atrás.

-Gracias, Liria. Te quiero mucho por cuidar de nosotras.

-Shhh, no quiero que su padre la escuche, señorita. Pero usted y su madre son como familia para mí, y gracias a ustedes tengo un techo.

-No digas eso. Te has ganado tu lugar en nuestra vida. Debo irme, Liria.

-Cuídese, señorita.

Mientras salía por la puerta trasera, los perros de mi padre empezaron a ladrar.

-Shhh, silencio, no hagan ruido, por favor.

-¿Quién anda ahí? -gritó el guardia.

-Oh, no. Tengo que escapar antes de que me vea.

Comencé a correr y vi una escalera apoyada en la pared. Subí lo más rápido que pude, tratando de no hacer ruido.

-¡Ay... Auch, mis pies!

De repente, caí sobre alguien.

-¡Tonta! Bájate, me estás aplastando.

-Lo siento, de verdad. Fue un accidente.

Al levantar la vista, me encontré con un chico de cabello rojo y ojos azules. Su mirada era intensa y su sonrisa, arrogante.

-Ya sé que soy hermoso, pero no tienes derecho a lanzarte sobre mí -dijo, con una mueca sarcástica-. Además, no me gustan las morenas tontas.

-Mira, estúpido, ni creas que fue por ti. No me importa en lo más mínimo. Adiós, no perderé el tiempo con alguien sin modales. Léete un libro y aprende a tratar a una dama.

-¿A dónde crees que vas? Ni siquiera me has dicho tu nombre.

-¡Ehh, espera! -gritó mientras yo me alejaba corriendo-. ¡Dime tu nombre!

-Carajo, lo perdí. Qué tipo más insistente... y sin modales. Uff, estas cosas solo me pasan a mí. ¡Rayos, el instituto! ¡Voy a llegar tarde!

-¡Hey, taxi! Llévame al instituto Camelia.

-De acuerdo, señorita.

Llegué a la puerta del instituto justo cuando el guardia estaba cerrándola. Decidí subir por la pared trasera.

-Señorita Jade...

-¿Me estoy volviendo loca? Escuché mi nombre.

-¡Señorita, bájese de ahí ahora mismo y venga conmigo a la dirección!

-Por favor, maestra, si mi padre se entera, me matará.

-Debería haberlo pensado antes, señorita Jade.

Entré con la maestra, pero cuando vi la puerta abierta, corrí y escapé. Llegué hasta el restaurante de mi abuelo, sin aliento.

-Ufff... Necesito volver a casa antes de que papá llegue y lastime a mi madre. Pero primero... El abuelo me dijo que, si algún día estaba en problemas, buscara una caja que escondió y que la llave siempre la llevara conmigo.

Entré por la puerta trasera, y el restaurante estaba oscuro. Empecé a tocar las paredes hasta encontrar el sonido de un tic-tac. Caminé hacia el cuadro de mi abuelo y, justo allí, vi una cerradura oculta. Mi abuelo pensó en todo.

Abrí la cerradura y encontré varias tarjetas de crédito, joyas, un sobre con mi nombre y algunos documentos. Llené mi mochila rápidamente, mis lágrimas comenzaron a caer, y salí corriendo para tomar un taxi de vuelta a casa.

Mientras tanto, en el instituto...

-Buenos días, señor Ruiz. Su hija ha causado un alboroto, y esto podría traer problemas. Usted debe enseñarle disciplina.

-No se preocupe, señora Isabel. Me aseguraré de que eso no vuelva a suceder.

-Gracias, señor Ruiz. Con todo lo que ha invertido en nuestra institución, su hija no será expulsada.

-Debo irme. Gracias por informarme sobre la situación.

Con el ceño fruncido, salió del instituto y le dijo a su chofer:

-Llévame a casa. Ahora.

Cuando llegué a casa, salí del taxi llorando. Liria me vio y rápidamente llamó a mi madre.

-Hija, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras?

-Mamá, tenemos que irnos ahora. Papá está furioso. Por favor, no tenemos tiempo.

-Hija, ¿qué ocurre? Además, no tenemos dinero para irnos -me dijo, frustrada.

-No te preocupes, mamá. El abuelo nos dejó una casa, unas tarjetas y joyas para que escapemos.

-Entonces vámonos. Ni siquiera recojas tus cosas, no tenemos tiempo. Tu padre está por llegar, me acaba de mandar un mensaje.

La Venganza De Jade  Where stories live. Discover now