—¡Madre, corre! Debemos subirnos al taxi.
Mientras mi madre y yo nos apresuramos, con el corazón latiendo a mil, la tomo de la mano y le digo suavemente que todo estará bien. Ella asiente, me da una cálida sonrisa, y aunque sus ojos reflejan preocupación, noto un atisbo de esperanza.
Mientras tanto, el señor Ruiz llega a la casa y, con expresión fría, pregunta de inmediato:
—¿Dónde están mi esposa y mi hija, Jade?
—Señor, su esposa y su hija salieron a hacer unas compras, pero no sé a dónde fueron —responde nerviosa Liria, la empleada.
—¡Búscalas o estás despedida! —ordena él, con voz amenazante.
—Sí, señor.
---
Liria, desesperada, comienza a llamar a Jade mientras esta última intenta calmar a su madre, quien está temerosa de que él las encuentre.
—¿Liria? ¿Ya llegó mi padre? —pregunta Jade.
—Jade, deben huir. Él ya está aquí y está muy enojado.
—Gracias, Liria. De verdad, gracias por ser tan buena con nosotras y ayudarnos.
Mientras Jade habla con Liria, el señor Ruiz escucha la conversación y comienza a llamar a las aerolíneas, intentando evitar que su esposa e hija escapen.
—Liria, está despedida por ocultarme lo de mi esposa e hija. Dígame, ¿dónde están ahora? —exige él, furioso.
—No, señor. Ni en un millón de años le diría dónde están. ¿Para qué? ¿Para que las siga maltratando?
—No se meta. Y si no me ayuda, algo malo le pasará a su madre.
—¿Cómo puede usted amenazarme de esa manera? Se lo suplico, no le haga daño a mi madre.
—Eso dependerá de si me ayuda a encontrarlas.
---
Mientras tanto, Jade y su madre reciben una llamada de Liria.
—Jade, su padre ya sabe que intentan escapar. Tengan mucho cuidado.
—Gracias, Liria. No sé cómo agradecerte toda la ayuda que nos has dado.
—No es nada. Debo colgar. Cuídense, por favor.
—Mamá, parece que padre nos ha tendido una trampa.
—Taxi, pare aquí. Jade, debemos regresar con él —dice mi madre entre lágrimas—. No quiero que nos siga maltratando, pero temo que sea peor si no le hacemos caso.
—Mamá, por favor, ya no podemos vivir así. ¿No tienes alguna amiga con quien podamos quedarnos?
—Haré una llamada, hija, pero debemos tirar los celulares. No quiero que tu padre pueda rastrearnos.
—Está bien, madre. Pero prometo que nunca volveremos a ese infierno.
Mientras mi madre hace la llamada, veo una tienda de pelucas y me detengo a observarlas.
—Mamá, tengo una idea: ¿por qué no compramos pelucas para no ser reconocidas?
Ella se ríe y yo la miro, intrigada.
—¿Por qué te ríes, mamá?
—Porque me haces recordar las películas de espías que solíamos ver juntas.
A pesar de todo, me alegra verla sonreír.
—Hija, te amo y haré todo lo posible para que tu padre no nos encuentre.
—Yo también te amo, madre.
---
Mirella recibe una llamada.
—¿Dónde estás? Mi hija y yo llevamos un rato esperándote.
—Ya estoy aquí, parado al lado de la tienda de celulares, en el coche negro.
—Bien. Hija, es momento de tirar los celulares.
Mi madre toma los teléfonos, los arroja a la basura y luego me agarra de la mano. Subimos al coche, y cuando miro al hombre que nos recibe, me doy cuenta de que es muy guapo. Me sorprende que mi madre tenga amigos así. Él me observa y luego mira a mi madre con una ternura que me deja perpleja.
—Mirella, tu hija ha heredado tu belleza. Espero que no también tu temperamento —dice, riendo.
—Erick, ya basta de bromas. Vámonos de aquí antes de que mi esposo nos encuentre.
Mientras él conduce, charlan entre risas. Yo me pierdo en mis pensamientos, preguntándome desde cuándo mi madre conoce a este hombre. Parece que él está perdidamente enamorado de ella.
A medida que avanzamos, el camino se vuelve más solitario y empieza a llover.
—Madre, Erick, ¿a dónde vamos?
Ambos me miran y me responden al unísono:
—Vamos a un lugar seguro.
YOU ARE READING
La Venganza De Jade
Teen FictionJade vive atrapada en una lujosa pero oscura prisión: su propia casa. Su madre, agotada por el miedo y los abusos, le revela un plan de escape silencioso, la única oportunidad para dejar atrás el dolor y reconstruir sus vidas lejos de su padre. Pero...