capitulo 3 un refugio de esperanza

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Observando desde la ventana, contemplo una hermosa mansión de estilo rústico al lado de una playa tranquila. La vista es impresionante; nunca había visto una playa en persona, y la sensación es increíble.

Mientras me pierdo en mis pensamientos, noto cómo Erick y mi madre, Mirella, se detienen en el elegante porche de la mansión.

—¿Nos quedaremos aquí, mamá? —pregunto con curiosidad.

—Sí, Jade —responde, acariciándome la mejilla—. Se quedarán aquí, cariño. Si necesitan algo, estaré cerca. Vendré a visitarlas.

—¿Por qué él ayuda a mi madre, si mi padre es peligroso? —digo, arriesgándome a preguntar.

Erick me mira con expresión seria, mientras mi madre muestra una mezcla de preocupación y tristeza.

—Yo amo a tu madre desde que la conocí, Jade —contesta Erick, finalmente—. Intentamos huir juntos varias veces. Pero tu abuelo... él la entregó a ese hombre, tu padre, para salvar su carrera política. Y cuando tu madre intentó escapar conmigo, él amenazó con matar a su propia madre si lo intentaba de nuevo.

Miro a mi madre, perpleja. Ella mira a Erick con cierta recriminación.

—Erick, ¿por qué le contaste eso? —le reprocha en voz baja—. Jade no tenía que enterarse así.

—Mirella, sabes que tarde o temprano tendría que saberlo. Las mentiras no hacen bien. Las dejaré solas para que hablen.

Erick se retira y me quedo sola con mi madre. Me siento abrumada por esta revelación.

—Mamá, ¿es verdad? —le pregunto, intentando procesar lo que acabo de escuchar.

Ella asiente lentamente, con tristeza.

—Sí, hija. No quería que te enteraras de esta forma. Pero hay cosas que algún día necesitaba contarte. Ahora, tratemos de calmarnos. Vamos adentro, te preparo algo de comer y luego te das un baño. Ha sido una noche muy larga, y hablaremos con calma más adelante.

Asiento con la cabeza, aceptando su propuesta. Entramos a la mansión, y me quedo admirando el lugar. Está decorado con cuadros antiguos y adornos elegantes que le dan un toque acogedor.

—Hija, sube a la habitación. Te dejé unos waffles y jugo de limón —me dice.

—Gracias, mamá —respondo y subo las escaleras.

Cuando entro a la última habitación del pasillo, me encuentro con una decoración que parece hecha para mí. Todo es morado, con mariposas y un aparador hermoso, junto a una cama grande y cómoda. Salgo corriendo emocionada para contarle a mamá.

—¡Mamá! La última habitación es hermosa, ¡me encanta! Es como si la hubieran preparado para mí.

Ella sonríe, con un toque de nostalgia.

—Erick la preparó para ti cuando intentábamos escapar —explica.

—¿Qué? —la miro, incrédula.

Mi madre suspira y comienza a contarme su historia. Cómo su propio padre la vendió para salvar su carrera política y cómo mi padre, tras casarse con ella, comenzó a maltratarla. Me explica que ella y Erick estaban enamorados, y que cuando ella supo que estaba embarazada de mí, encontró algo de felicidad en medio de su sufrimiento. Sin embargo, mi padre no estaba dispuesto a dejarla ir y amenazó con dañar a su familia si intentaba escapar de nuevo.

Abrazo a mi madre con fuerza, mientras las dos lloramos.

—Mamá, eres increíblemente valiente —le digo entre sollozos.

—Gracias, mi niña. Pero ahora basta de lágrimas. Sube a darte un baño y ven a cenar, luego vemos una película.

Asiento y subo. Mientras el agua cae sobre mí, pienso en todo lo que mi madre ha soportado por culpa de mi padre. Me invade una mezcla de rabia y tristeza, y siento que lo odio aún más.

Después de bañarme, me suelto mi cabello rizado y bajo a cenar. Mamá y yo cenamos juntas mientras vemos una película de *Mini Espías*, nuestra favorita.

—Mami, ¿qué pasó con mi tía? —le pregunto.

Ella baja la mirada, triste.

—Cuando escapé, dejamos todo atrás, incluido el contacto con mi familia. No volví a saber nada de ellos.

La abrazo, queriendo consolarla.

—Todo estará bien, mamá. Te protegeré, así como tú me has protegido todos estos años.

Ella sonríe, llena de orgullo y ternura.

—Eres mi mayor bendición, Jade. Lo único que necesito en este mundo.

Nos sonreímos y, poco a poco, nos quedamos dormidas abrazadas.

A la mañana siguiente, nos despierta la voz de Erick desde la puerta.

—¡Chicas, despierten! Les traje el desayuno.

Bostezando, me levanto y saludo.

—Buenos días, Erick —dice mamá, lanzándole una mirada llena de cariño.

—Bien, yo mejor me voy —digo, para dejarlos a solas mientras subo a arreglarme.

Unos minutos después, bajo a desayunar. Esta vez, sentada junto a ellos, siento algo diferente: una paz y una felicidad que nunca había sentido antes. Esta mansión rústica y acogedora se ha convertido en un refugio de esperanza para nosotras.

La Venganza De Jade  Where stories live. Discover now