CAPITULO IV

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"Vittorio Lombardi, más conocido como el "Vito" 44 años, psicópata certificado. Robos, asesinatos y una lista interminable de crímenes". El hombre de la gabardina marrón le leyó a Thomas en esa pequeña y oscura habitación donde una lámpara de mesa apenas iluminaba.

"El día de los hechos, 3 de septiembre, 2:30 a.m. en un motel de mala muerte fue arrestado por una llamada anónima". Dijo el hombre mientras le entregaba una carpeta a Thomas. "Los encontraron rodeados de su propio desorden. Vito estaba empapado en sangre y seguía riendo, como si fuera una broma interna que solo ellos dos entendían". Agregó mientras abría la carpeta frente a él y le mostraba fotos del arresto.

"Y allí estaba Lorena Bellerose. 39 años. Muerta. Estrangulada en el acto final de su retorcida historia de amor y odio". Fotos de su cuerpo idéntico estaban al lado.

Thomas se sentó en su silla, frente al hombre de la gabardina, escuchándolo atentamente, asimilando toda la información que le estaba contando.

Miró la carpeta y las fotografías que el hombre le entregó, analizando con atención las imágenes y los detalles que contenían.

La expresión de Thomas permaneció neutra, pero en el fondo sintió un profundo malestar y una sensación de amargura al ver las fotografías del cuerpo de Lorena, sin vida, estrangulado.

"Por sus otros crímenes y asesinatos, por eso le dieron la pena máxima, la pena de muerte. Ya lo buscaba la policía gracias a tu colaboración pero aún no sabemos por qué se entregó. Desde ese día no ha querido hablar, parece que sólo está esperando su sentencia", dijo el hombre mientras encendía un cigarrillo y tomaba un sorbo de café.

"¿Hay algo más que necesites saber?", preguntó mientras enarcaba una ceja.

Thomas siguió escuchando al hombre, procesando la información que le estaba dando.

Notó que estaba fumando un cigarrillo y arrugó levemente la nariz, nunca le había gustado ese olor, pero no quería hacer comentarios al respecto.

Thomas negó con la cabeza y lo miró de nuevo, su rostro serio y decidido.

"No", respondió con calma. "Eso es todo lo que necesito saber por ahora".

Cerró la carpeta y se levantó de la silla, su figura se alzaba sobre el hombre de la gabardina que seguía fumando su cigarrillo.

A Thomas no le sorprendió el destino de Lorena ni la decisión del Vito de entregarse, pero los detalles de la escena del crimen lo intrigaron y le dieron una profunda sensación de incomodidad.

Sabía, sin embargo, que investigaría más por su cuenta y buscaría más información.

"Gracias por su información y su tiempo", dijo con calma, extendiendo su mano para estrecharle la mano al hombre de la gabardina.

Ahora venía la parte más difícil de todas.

¿Cómo se lo diría a Anfisa?

Se despidió del hombre y luego salió de la oficina.

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Thomas entró a la casa cansado, cerró la puerta en silencio ya que era de noche, venía de identificar el cuerpo de Lorena y no había sido fácil tener que enfrentar esa realidad, tenía que arreglar todo para Anfisa, para que cuando ella lo supiera, al menos tuviera algún tipo de apoyo.

Sin encender la luz subió las escaleras hacia su estudio ya que aún tenía trabajo que hacer, necesitaba ayudar con todo el papeleo y como le había prometido a Lorena, tenía que iniciar el proceso de adopción para que Anfisa borrar el apellido de Lorena.

El Amor Que Me Da Mi Papi | Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora