-🍼Consejo

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Tras una noche particularmente agotadora, Gojo y Suguru decidieron salir de su rutina y dar una vuelta por el Colegio Jujutsu

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Tras una noche particularmente agotadora, Gojo y Suguru decidieron salir de su rutina y dar una vuelta por el Colegio Jujutsu. A pesar del cansancio, una mirada a sus estudiantes en entrenamiento podría ser justo el aliento que necesitaban.

Al llegar al área de prácticas, el sonido de Yuji, Nobara y Megumi entrenando resonaba en el aire, intercalado con sus comentarios y algún que otro grito de ánimo. Junto a ellos, supervisando, estaban Nanami y Haibara. Este último, al notar a Gojo y Suguru acercarse, los saludó con un gesto y un cálido "buenos días".

—¿Otra noche dura? —preguntó Haibara, sosteniendo un termo de café y ofreciéndoselo.

Suguru aceptó el café, suspirando mientras daba un sorbo. —Gracias. No tienes idea de lo mucho que necesitamos esto hoy.

Gojo, que llevaba a su bebé en un portabebés, se acomodó mejor la carga. —La paternidad es más agotadora de lo que pensé, y eso que no ha pasado mucho tiempo.

Nanami, siempre observador, soltó un leve suspiro. —Se les nota en la cara. Es el precio de ser padres, parece.

Gojo miró a Suguru, casi divertido, aunque en sus ojos se leía el mismo cansancio. —Jamás creí que diría esto, pero me hace pensar que enfrentar maldiciones es un paseo en comparación con el trabajo nocturno que implica un bebé.

Suguru soltó una risa cansada. —Aunque no lo diría tan literal, no andas tan lejos de la realidad. Pero... es algo diferente, ¿verdad? —miró a Gojo con una leve sonrisa, y este asintió con una mezcla de complicidad y ternura.

—Lo bueno es que el café siempre ayuda —dijo Haibara con su habitual optimismo, observando a ambos con simpatía—Aunque deben tener en cuenta que también es solo el comienzo.

Mientras hablaban, sus estudiantes seguían entrenando al fondo; Yuji y Nobara parecían competir entre sí, mientras Megumi los miraba a cierta distancia, resignado a sus bromas pero manteniéndose alerta.

—Por cierto —dijo Haibara, mirándolos con curiosidad—. Nanami y yo estuvimos hablando de... adoptar. Y considerando que ustedes ya llevan una ventaja en experiencia, ¿algún consejo de padres primerizos?

Gojo soltó una carcajada. —¿Ustedes? —miró especialmente a Nanami, su expresión de sorpresa pasando a ser burlona—. ¿Tú, Nanami? Pensé que ya tenías bastante con estos tres, y con nosotros.

Nanami, imperturbable, cruzó los brazos. —Eso no quiere decir que no seamos capaces de ofrecer un hogar a alguien más, Satoru. Además, creo que una rutina bien estructurada y un ambiente disciplinado son beneficiosos para cualquier niño.

Gojo soltó una risa burlona. —Oh, puedo imaginar al pobre niño aprendiendo a hacer su cama en tiempo récord. O peor, con un horario riguroso de prácticas como este.

Suguru intervino, riendo un poco. —Tal vez eso no sea tan malo. La disciplina puede ser buena... en dosis adecuadas.

Nanami alzó una ceja, sin perder la seriedad. —La estructura da seguridad. Aunque, claro, el apoyo es la base de todo.

Suguru asintió, su mirada suavizándose al recordar sus propias expectativas. —Es cierto. Aunque para nosotros, creo que lo más importante es que nuestro hijo tenga la libertad de decidir. Es lo que más deseamos, que pueda elegir una vida que no esté marcada por maldiciones, ni hechicería... Que sea feliz sin vivir nuestras batallas.

Mientras hablaban, el bebé comenzó a moverse en el portabebés, llamando la atención de todos. Gojo lo levantó un poco, dejando que asomara su cabecita. —Mira, aquí está el futuro hechicero de Jujutsu —dijo Gojo con una sonrisa exagerada, causando risas entre sus amigos.

Haibara sonrió con calidez. —Lo veo bien cuidado, eso es lo importante. Y créanme, con ustedes como padres, no hay duda de que tendrá un gran hogar.

Gojo, sorprendentemente serio, se inclinó hacia Suguru y le dedicó una mirada firme, aunque en sus ojos se leía una ternura que no solía mostrar con facilidad. —Eso es justo lo que haremos. Y para lo que venga, estaremos aquí, ¿verdad?

Suguru sonrió, agradecido. Gojo, sin más palabras, volvió su vista hacia sus estudiantes. Desde el campo de entrenamiento, Yuji y Nobara habían notado la presencia de sus maestros y, aunque con dudas, se acercaron, mientras Megumi los seguía con una mirada de resignación.

—¿Gojo-sensei? —preguntó Yuji, curioso, sosteniendo una espada de práctica—¿Podrían darnos un consejo? No logramos ponernos de acuerdo en cómo enfocarnos.

Nobara rodó los ojos. —Porque Yuji insiste en hacer las cosas "a lo bestia".

Gojo se llevó una mano a la barbilla, haciéndose el pensativo. —Les diré algo... a veces, la vida se trata de equilibrio. No solo es fuerza, también es estrategia, y saber elegir tus batallas. Es un consejo que hasta los adultos necesitamos.

Suguru asintió, complementando las palabras de Gojo. —Es algo que van a entender con el tiempo. Y lo importante es que, mientras tanto, se sigan apoyando. En los buenos y malos momentos, la confianza es lo que hace la diferencia.

Mientras el grupo continuaba discutiendo técnicas y estrategias, el bebé, cómodo en el portabebés, observaba todo con curiosidad. Yuji, al notar la atención del pequeño, se acercó y le sonrió.

—¡Eh, pequeño! —dijo, inclinándose para verlo mejor—. ¿Te gustaría entrenar un poco?

Nobara rodó los ojos. —No lo asustes, Yuji. ¡Es un bebé! —pero su tono era más divertido que serio.

Gojo soltó una risa, disfrutando de la interacción. —Bueno, con amigos como ustedes, ¡nunca se sabe!

Nanami y Haibara compartieron una sonrisa al ver la escena; todos eran conscientes de que, en medio de sus tareas, encontraban un tipo de familia inesperada y especial. Entre bromas y consejos, continuaron charlando, sintiéndose afortunados de tener un vínculo que los mantuviera unidos.

—Mika✨

Muchas gracias por el apoyo que le están dando a la historia, me hacen muy feliz 😭❤️‍🩹

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