Capítulo 5: La verdad oculta
Mientras Aya y Elena regresaban con su descubrimiento, Tom y Liam se encontraban en una situación mucho más tensa en las montañas. Tras subir un tramo empinado, los dos chicos habían llegado a una especie de meseta, desde donde podían ver gran parte de la isla. Sin embargo, lo que encontraron allí los dejó en shock.
A lo lejos, sobre una colina no muy lejana, vieron lo que parecía ser una enorme estructura. No era una ruina, ni estaba abandonada. Parecía una instalación moderna, con antenas de comunicación y torres de vigilancia.
—No puedo creer lo que veo —dijo Liam, boquiabierto—. ¿Cómo es posible que haya algo así aquí?
Tom no podía apartar la mirada de la estructura. Algo en su interior le decía que esa instalación era la clave de todo.
Tom y Liam se quedaron observando la estructura en la distancia. Parecía fuera de lugar, un complejo moderno en medio de una isla primitiva. Las antenas y las torres de vigilancia brillaban bajo el sol, dejando en claro que esta instalación no había sido abandonada durante mucho tiempo. Quizás, solo quizás, todavía había personas allí.—No me gusta esto —murmuró Liam, dando un paso atrás—. ¿Qué demonios está pasando aquí? Pensaba que estábamos solos en esta isla, pero eso... eso parece una base militar o algo por el estilo.
Tom seguía con los ojos fijos en el complejo. Su mente trabajaba a toda velocidad, tratando de encajar las piezas del rompecabezas.
—No sabemos qué es exactamente —dijo con cautela—, pero sí que no estamos solos. Y eso puede ser algo bueno o algo malo.
—¿Bueno? —replicó Liam, incrédulo—. Tom, eso es lo contrario a bueno. Si hay gente en esa base y nos ven como intrusos, ¿qué crees que harán? ¡Podrían estar experimentando con los dinosaurios, o quién sabe qué más! No creo que les guste que andemos husmeando por su isla.
Tom sabía que Liam tenía razón. Pero también sabía que necesitaban respuestas. Si la base seguía operativa, tal vez esas personas sabían cómo salir de la isla. O peor aún, tal vez eran responsables de todo lo que estaba ocurriendo.
—Sea lo que sea, tenemos que acercarnos —dijo finalmente Tom—. No podemos simplemente ignorarlo. Puede ser nuestra única salida de aquí.
Liam frunció el ceño, claramente incómodo con la idea.
—¿Y si nos ven? ¿Y si nos atrapan? No sé si quiero arriesgarme, Tom. No sabemos quiénes son.
Tom asintió lentamente. No podía culpar a Liam por su miedo; él también lo sentía. Pero algo en su interior lo impulsaba a seguir adelante, a descubrir qué estaba ocurriendo en esa isla y cómo podían salir de allí.
—Lo haremos con cuidado —dijo, tomando una decisión—. Nos acercamos lo suficiente para observar desde una distancia segura. Si parece demasiado arriesgado, nos retiramos y planeamos mejor. Pero tenemos que saber más.
Liam lo miró fijamente durante unos segundos antes de suspirar y asentir con resignación.
—De acuerdo, pero si veo algo raro, salgo corriendo.
Tom le dio una palmada en el hombro, agradecido de tener a su amigo a su lado en ese momento tan tenso.
—Hecho.
Ambos comenzaron a descender por la meseta, manteniéndose lo más ocultos posible mientras avanzaban en dirección a la instalación. A medida que se acercaban, los sonidos de la jungla parecían volverse más distantes, como si incluso la naturaleza supiera que aquel lugar no pertenecía del todo a ese entorno.
---
Mientras tanto, Aya y Elena habían regresado al punto de encuentro. Al no ver a Tom ni a Liam, decidieron esperar, pero la ansiedad por lo que habían encontrado las consumía.
—¿Cuánto tiempo crees que tardarán en volver? —preguntó Elena, mirando a su alrededor con inquietud.
—No mucho más, espero —respondió Aya, revisando nuevamente el cuaderno que habían encontrado en la vieja instalación—. Pero cuando regresen, tenemos que mostrarles esto. No podemos guardarlo para nosotras.
—Definitivamente no —asintió Elena, mordiéndose el labio—. Lo que encontramos cambia todo. Si esos científicos sabían sobre los dinosaurios… entonces puede haber más cosas que no entendemos.
Aya asintió en silencio. Había leído fragmentos del diario en el camino de regreso, y aunque muchas partes eran difíciles de descifrar, lo poco que había entendido la inquietaba. Los científicos que habían estado en la isla parecían haberse topado con algo mucho más grande de lo que esperaban. El diario hablaba de experimentos genéticos y de una "fuente de vida prehistórica", aunque no entraba en detalles. Parecía que aquellos científicos no solo estudiaban a los dinosaurios, sino que los habían "traído de vuelta" de alguna manera.
—Esto no es solo una isla perdida —murmuró Aya, casi para sí misma—. Es un experimento que salió mal.
Justo cuando terminó de hablar, un crujido fuerte se oyó desde los arbustos cercanos. Las dos chicas se pusieron de pie de inmediato, tensas. No era el sonido habitual de algún animal pequeño; era algo mucho más grande.
—¿Qué fue eso? —susurró Elena, dando un paso hacia atrás.
Aya se giró rápidamente hacia los arbustos, tratando de identificar de dónde venía el ruido. Sacó una pequeña linterna de su bolsillo, a pesar de que el sol ya estaba alto, y apuntó hacia la espesura.
—No lo sé, pero debemos mantenernos juntas.
Elena asintió con nerviosismo, mirando alrededor en busca de algún lugar donde pudieran refugiarse si era necesario. Pero antes de que pudieran tomar una decisión, un gruñido profundo resonó desde los arbustos, seguido de un movimiento rápido entre las ramas.
—¡Corre! —gritó Aya.
Sin pensarlo dos veces, ambas chicas comenzaron a correr hacia la dirección opuesta. El sonido de algo grande siguiéndolas retumbaba a sus espaldas. Las hojas crujían bajo sus pies, y las ramas les arañaban los brazos mientras corrían lo más rápido que podían.
Elena, con el corazón latiéndole en los oídos, apenas podía pensar con claridad. Todo lo que sabía era que no podía dejar de correr. Aya estaba justo a su lado, moviéndose ágilmente entre los árboles, pero el rugido detrás de ellas se hacía cada vez más fuerte.
De repente, justo cuando sentían que la criatura estaba a punto de alcanzarlas, un disparo resonó en el aire. Un estruendo seco y fuerte que hizo eco en toda la jungla. El rugido de la bestia cesó de golpe, y los pasos pesados que las seguían también.
Aya y Elena se detuvieron de inmediato, jadeando y con los ojos muy abiertos. Miraron a su alrededor, buscando el origen del disparo.
—¿Qué fue eso? —preguntó Elena, sin aliento.
Antes de que Aya pudiera responder, una figura apareció entre los árboles. Un hombre vestido con un uniforme militar, armado con un rifle, salió de la espesura. Su rostro estaba endurecido, y sus ojos las miraban con una mezcla de curiosidad y autoridad.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó el hombre con voz grave.
Aya y Elena intercambiaron miradas, sorprendidas y aterrorizadas al mismo tiempo. Las cosas acababan de volverse mucho más complicadas.
ESTÁS LEYENDO
deadly mistake
Randomfue un grave error no deberiamos haber venido a este lugar y a hora ¿saldremos si quiera vivos? - - - - - - - ◦•●◉✿ 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑗𝑒𝑠✿◉●•◦ Tomás "Tom" Hernández, un chico mexino de 16 años. Mi visión de Tom al cre...