De regreso a casa, el trayecto se sentía diferente. Las calles familiares parecían más vibrantes, como si la experiencia del viaje hubiera renovado mi perspectiva. Cada rincón del vecindario tenía un matiz nuevo, cada sonido resonaba con una energía fresca. Gabriel conducía, y la música de fondo llenaba el aire con un ritmo alegre que parecía reflejar nuestros corazones.
Sin embargo, a medida que nos acercábamos a nuestro edificio, una sensación de inquietud comenzó a asentarse en mi pecho. Era como si el regreso a la rutina y a la vida diaria pudiera poner a prueba lo que habíamos construido juntos. Las emociones del viaje aún estaban frescas, pero sabía que el mundo real podía ser más complicado que un día de exploración y romance.
—¿Te gustaría que cocináramos algo juntos esta noche? —pregunté para romper el silencio que se había instalado en el coche.
—Suena perfecto —respondió Gabriel, sonriendo—. ¿Qué tal si hacemos pasta? Siempre es un clásico.
—Buena elección. Además, tengo una receta que quiero probar. Es algo que aprendí de mi madre —dije, sintiéndome un poco más animada.
Al llegar al edificio, bajamos del coche y subimos por las escaleras. La luz de la tarde comenzaba a desvanecerse, tiñendo todo de un cálido tono dorado. Mientras abría la puerta de mi apartamento, una ola de nostalgia me invadió. Este lugar siempre había sido mi refugio, pero ahora se sentía un poco diferente. Había empezado a compartir mi vida con Gabriel, y eso lo hacía parecer menos solitario.
Pronto, la cocina se llenó de aromas mientras cocinábamos juntos. Gabriel se movía con soltura, mientras yo le explicaba los pasos de la receta. En medio de risas y bromas, sentí que la tensión de la rutina comenzaba a desvanecerse.
—¿Sabías que mi madre siempre decía que la comida es la mejor manera de unir a las personas? —dijo Gabriel mientras picaba los ingredientes.
—Sí, creo que hay mucha verdad en eso —respondí, recordando las cenas familiares y cómo siempre se compartían historias alrededor de la mesa.
Mientras la pasta hervía, Gabriel se volvió hacia mí con una expresión seria. —Hay algo de lo que quiero hablar, algo que ha estado en mi mente desde que regresamos.
Me detuve en seco, sintiendo que mi corazón se aceleraba. —Claro, dime.
—Es sobre lo que mencionamos en la playa, sobre nuestros miedos y expectativas. Estoy totalmente comprometido contigo, pero también quiero asegurarme de que estamos en la misma sintonía —dijo, su tono era firme pero suave.
—Lo entiendo —respondí, sintiendo que la vulnerabilidad se instalaba de nuevo entre nosotros—. También he estado pensando en eso. A veces me preocupa cómo manejar lo que sentimos con la vida real.
Gabriel asintió, comprendiendo. —Quiero que sepas que estoy aquí para ti. Pero, también me preocupa que podamos tener diferentes expectativas en cuanto al futuro.
El aire en la cocina se volvió denso. Tenía que ser honesta, y aunque me costaba, sabía que era crucial para el desarrollo de nuestra relación.
—Me asusta la idea de que pueda haber caminos diferentes para nosotros. Quiero que esto funcione, pero no sé si estoy lista para dar un paso tan grande como mudarnos juntos o comprometernos en ese nivel —admití, sintiendo que las palabras salían de mi boca como un susurro.
Gabriel se acercó, colocando su mano en mi brazo. —No tienes que apresurarte. Podemos tomarnos nuestro tiempo para explorar esto. Pero también quiero que tengas en cuenta que tengo grandes sueños y ambiciones. Estoy pensando en viajar, en ver el mundo, y no sé si eso encaja con lo que tienes en mente.
Me quedé en silencio. La idea de que pudiera haber un futuro en el que nuestros caminos se separaran me asustaba. Pero, al mismo tiempo, no podía pedirle que renunciara a sus sueños por mí.
—Entiendo que hay mucho en juego. Yo también tengo mis propias metas y sueños, pero no quiero perder lo que hemos construido —dije, sintiendo la presión de la conversación.
—Quizás podríamos encontrar una forma de equilibrarlo. Yo puedo viajar y tú puedes seguir con tus proyectos aquí. Tal vez nuestras vidas no tengan que ser una sola, sino que podamos encontrar formas de apoyarnos mutuamente en nuestros caminos —sugirió Gabriel.
Esa idea resonó en mí. Tal vez había una manera de hacerlo funcionar. —Eso podría funcionar, pero tengo que ser honesta: me da miedo la distancia. No quiero perder esta conexión que tenemos.
—Lo sé, y yo tampoco quiero perderte. Pero el amor verdadero también implica confianza y libertad. Debemos permitirnos crecer, incluso si eso significa estar en diferentes lugares por un tiempo —dijo, su voz cargada de sinceridad.
Mientras la pasta terminaba de cocinarse, empecé a sentirme más ligera. Era un tema difícil, pero tener esa conversación me ayudaba a entender mejor lo que ambos deseábamos.
Después de la cena, nos sentamos en el sofá, aún hablando sobre el futuro. Decidimos que, a pesar de las incertidumbres, era importante seguir comunicándonos y apoyándonos. La conexión que habíamos formado en el viaje era real y valiosa.
Con cada risa y cada gesto cariñoso, me di cuenta de que estábamos construyendo algo sólido, una relación que podía resistir los desafíos del futuro. No sabíamos lo que deparaba el mañana, pero ambos estábamos dispuestos a enfrentarlo juntos, aunque en caminos diferentes.
A medida que la noche avanzaba, me sentí agradecida por la honestidad y la vulnerabilidad que habíamos compartido. Al cerrar los ojos, supe que, pase lo que pase, el amor que teníamos era un punto de partida para enfrentar cualquier rumbo que tomáramos.
Con Gabriel a mi lado, el futuro era incierto, pero también estaba lleno de oportunidades. Y en ese momento, me sentí más esperanzada que nunca.
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Esta capitulo tiene continuacion 🌸....
Espero les guste.
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Amor entre mi vecino.
RomanceCuando Gabriel se muda al departamento junto al de Emma, ambos comienzan a compartir risas, café y una atracción que no pueden ignorar. Pero aunque la conexión entre ellos es evidente, Gabriel guarda un secreto que podría poner en riesgo su incipien...