El tiempo pasó rápidamente después de esa noche en la que Gabriel abrió su corazón. Su deseo de volver a la fotografía creció, y comenzamos a trabajar juntos en la organización de su exposición. Con cada sesión de fotos, vi cómo su pasión renacía. La luz en sus ojos brillaba más intensamente, y su risa resonaba en el aire, creando un espacio lleno de amor y creatividad.
Una tarde, mientras revisábamos sus imágenes, Gabriel se detuvo frente a una foto en particular: un paisaje de la cabaña donde habíamos pasado aquel mágico fin de semana. La imagen capturaba la luz del sol filtrándose a través de los árboles, creando un juego de sombras y luces. Me di cuenta de que era un momento significativo, uno que había marcado el comienzo de nuestra historia juntos.
—Esta foto representa algo especial para mí —dijo, mirándome a los ojos—. Es el momento en que nos conocimos de verdad, cuando nuestras vidas comenzaron a entrelazarse. Quiero que forme parte de mi exposición.
Sonreí, sintiendo una oleada de emoción. —Es perfecta. Esa luz es un reflejo de lo que hemos construido juntos.
Con cada semana que pasaba, la exposición se hacía más real. Gabriel estaba emocionado y, aunque también nervioso, su entusiasmo era contagioso. Pasábamos horas en la galería organizando las imágenes, decidiendo qué contarían mejor nuestra historia. Hablamos de cada una, de los momentos que habían capturado y cómo cada imagen llevaba consigo un pedazo de nuestro amor.
Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha de la exposición, Gabriel comenzó a sentir la presión. Una noche, mientras cenábamos, noté que su sonrisa era más tenue. Decidí preguntar.
—¿Qué sucede, amor? —le dije, dejando a un lado mis utensilios y mirándolo con atención.
—No sé si estoy listo para esto —respondió, su voz temblando ligeramente—. La idea de mostrar mi trabajo otra vez me aterra. ¿Y si la gente no lo acepta? ¿Y si piensan que no soy lo suficientemente bueno?
Me acerqué y tomé su mano, sintiendo la calidez de su piel. —Gabriel, has trabajado increíblemente duro. No importa lo que piensen los demás; lo importante es que esta exposición es tu voz, tu visión. Y yo estoy aquí, apoyándote sin importar el resultado.
Gabriel respiró profundamente, y pude ver cómo la lucha interna se reflejaba en su rostro. —Es solo que la última vez fue tan dolorosa. No quiero volver a sentirme así.
—Te entiendo —dije—. Pero esta vez es diferente. Esta vez, tienes un amor que te apoya y te entiende. No estás solo. Estamos en esto juntos.
Con mi apoyo, comenzó a sentirse más seguro, y una chispa de determinación brilló en sus ojos. —Tienes razón. Esta vez lo haré por mí, por lo que amo y por lo que hemos compartido.
La noche de la exposición llegó, y la galería estaba llena de gente. La emoción y la tensión se entrelazaban en el aire mientras nos preparábamos. Gabriel me tomó de la mano, y sentí su nerviosismo. —Solo recuerda lo que hablamos. Estás aquí para mostrar tu arte, no para buscar la aprobación de los demás.
Cuando la exposición comenzó, me quedé a su lado mientras la gente admiraba sus fotografías. Las reacciones fueron asombrosas. La gente se detenía, miraba cada imagen, y algunos incluso se acercaron para felicitarlo. Su pasión era palpable, y yo podía ver cómo cada comentario positivo lo empoderaba.
Mientras recorríamos la galería, noté que Gabriel sonreía con más confianza. En ese instante, vi cómo había sanado un poco más. Las sombras de su pasado parecían desvanecerse con cada palabra de aliento.
Finalmente, llegamos a la foto del paisaje de la cabaña. Alguien se detuvo frente a ella, admirando la forma en que había capturado la luz y la serenidad del lugar. —Esta imagen es increíble. Transmite una paz que es difícil de encontrar hoy en día —dijo, sonriendo a Gabriel.
Mi corazón se llenó de orgullo al ver cómo su trabajo tocaba a los demás. En ese momento, vi que el amor que habíamos cultivado había florecido en algo aún más grande: la valentía de ser él mismo.
Al final de la noche, Gabriel y yo nos encontramos en un rincón tranquilo de la galería. La emoción de la exposición nos envolvía, y él me miró con gratitud. —No habría llegado hasta aquí sin ti, Emma. Gracias por ser mi apoyo.
—Siempre estaré aquí para ti —respondí, acariciando su mejilla—. Eres un artista increíble y lo has demostrado esta noche. Estoy tan orgullosa de ti.
Él sonrió y, en un impulso, me tomó de la mano y me llevó hacia la salida. Bajo las estrellas, se detuvo y me miró intensamente. —Quiero que sepas que esta exposición no es solo sobre mi arte. Es sobre nosotros, sobre lo que hemos construido juntos. Sin ti, esto no habría sido posible.
En ese instante, supe que habíamos cruzado un nuevo umbral en nuestra relación. La vulnerabilidad que había compartido había hecho crecer nuestra conexión de una manera que nunca imaginé. Gabriel se inclinó hacia mí, y nuestras bocas se encontraron en un beso dulce y lleno de promesas.
Bajo el cielo estrellado, con el eco de la exposición resonando en nuestros corazones, supe que estábamos listos para enfrentar cualquier desafío juntos. Habíamos encontrado la fuerza no solo en nuestro amor, sino en el hecho de que siempre nos apoyaríamos el uno al otro. Con cada paso hacia adelante, nuestra historia continuaría floreciendo, y el futuro estaba lleno de posibilidades infinitas.
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Amor entre mi vecino.
Roman d'amourCuando Gabriel se muda al departamento junto al de Emma, ambos comienzan a compartir risas, café y una atracción que no pueden ignorar. Pero aunque la conexión entre ellos es evidente, Gabriel guarda un secreto que podría poner en riesgo su incipien...