La noticia de su regreso me tomó por sorpresa. No había pasado tanto tiempo desde que hablamos de construir una vida juntos, pero Gabriel, en su manera apasionada, ya había hecho los arreglos necesarios para volver. Recibí su llamada una tarde de lluvia, con la voz temblorosa de emoción y la risa que tanto había extrañado.
—¿Estás lista para verme en un par de días? —preguntó con esa mezcla de picardía y dulzura que solo él tenía.
Mi corazón dio un salto, y apenas pude contener la emoción.
—¿Hablas en serio? ¡No puedo creerlo, Gabriel! ¡Por supuesto que estoy lista!Los días siguientes fueron un torbellino de preparación y nervios. Quería que todo fuera perfecto. Decidí recrear la primera cena que habíamos compartido en mi casa, con sus platillos favoritos y una decoración que evocaba los mejores momentos de nuestras citas. Cuando llegó el día, apenas podía creer que pronto lo tendría de nuevo frente a mí.
Cuando sonó el timbre, mi corazón casi se detuvo. Tomé una bocanada de aire y abrí la puerta. Allí estaba él, con la misma sonrisa cálida que recordaba y una mirada profunda que parecía decir mil cosas sin necesidad de palabras. Por un instante, ambos nos quedamos en silencio, simplemente mirándonos, hasta que él dio un paso hacia mí y me envolvió en un abrazo que lo dijo todo. La sensación de tenerlo tan cerca, de sentir su respiración y el latido de su corazón, fue como volver a casa.
—He soñado con este momento desde el día que me fui —dijo Gabriel, sin soltarme—. Todo este tiempo supe que quería volver a ti.
—Yo también, Gabriel. Nunca dejé de esperarte —respondí, y en ese momento sentí que todas las dudas y miedos se desvanecían.
Esa noche cenamos entre risas y recuerdos, como si la distancia nunca hubiera existido entre nosotros. Hablamos de sus experiencias en el trabajo, de los proyectos que quería iniciar aquí y de los planes que juntos podríamos construir. Sentía que cada palabra fortalecía el amor que habíamos construido, como si ambos supiéramos que el destino nos había llevado de vuelta a donde pertenecíamos.
Cuando terminamos de cenar, Gabriel me tomó de la mano y me condujo hasta el balcón. La noche era clara y las estrellas brillaban intensamente en el cielo. Nos quedamos en silencio, contemplando las luces del firmamento como tantas veces lo habíamos hecho, y supe que era el momento perfecto para expresar todo lo que sentía.
—Gabriel, lo que compartimos es más de lo que jamás soñé —le dije, mirándolo a los ojos—. Lo que tenemos es especial, y sé que, pase lo que pase, quiero construir mi vida contigo.
Gabriel sonrió y, sin decir una palabra, sacó de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo azul. Cuando la abrió, vi un anillo simple pero hermoso, con una piedra clara que reflejaba la luz de las estrellas.
—No sé cómo esperar más para decirlo —comenzó, sus palabras llenas de emoción—. Cada instante que he pasado lejos de ti me ha hecho ver que no hay lugar en el mundo donde quiera estar más que a tu lado. Quiero que nuestra aventura no tenga fin, y quiero que cada momento de mi vida esté compartido contigo. ¿Quieres casarte conmigo?
La sorpresa y la felicidad se entremezclaron, y apenas podía creer que aquel momento tan perfecto estuviera sucediendo. —¡Sí, Gabriel! ¡Claro que quiero! —respondí, sintiendo que mi corazón iba a explotar de alegría.
Nos abrazamos bajo las estrellas, y en ese instante, supe que había encontrado a mi compañero de vida, a alguien que había llegado para quedarse y llenar cada rincón de mi existencia. Con ese anillo, Gabriel y yo sellamos el inicio de una nueva etapa, sabiendo que nuestro amor había vencido a la distancia, al tiempo y a cualquier desafío que la vida pudiera traer.
Esa noche, bajo el cielo estrellado que había sido testigo de tantos de nuestros momentos especiales, decidimos que nuestro amor sería eterno, y que juntos enfrentaríamos todo lo que el futuro nos deparara, con la certeza de que siempre regresaríamos a ese hogar que habíamos encontrado el uno en el otro.
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Amor entre mi vecino.
RomanceCuando Gabriel se muda al departamento junto al de Emma, ambos comienzan a compartir risas, café y una atracción que no pueden ignorar. Pero aunque la conexión entre ellos es evidente, Gabriel guarda un secreto que podría poner en riesgo su incipien...