Orion y D-16 continuaron explorando las minas, buscando más pistas sobre cómo usar el Cubo Interdimensional.
Una tarde, mientras discutían sobre la mejor forma de activar el cubo, ambos se enredaron en una conversación apasionada que, como de costumbre, terminó en una pequeña "pelea" física.
—¡Eres un necio, D-16! —exclamó Orion, empujándolo ligeramente pero con una chispa de diversión en los ojos.
D-16 le devolvió la mirada, esa mirada desafiante que siempre lograba poner a Orion en alerta. Cruzó los brazos, dibujando una sonrisa de lado.
—¿Yo, necio? Quizá si alguien escuchara más en vez de lanzarse sin pensar, ya habríamos activado el cubo.
Orion frunció el ceño, fingiendo estar ofendido, y, sin pensar, le dio otro empujón. Esta vez, su movimiento fue menos calculado, más un impulso, un deseo de estar cerca, aunque él mismo no entendía por qué.
—Oh, por favor. Eres tan impulsivo como yo, admítelo —replicó, la voz algo más suave, casi un susurro.
D-16 entrecerró los ojos, y en ese instante, el aire cambió. El eco de sus palabras quedó suspendido entre ellos, mientras un silencio denso y lleno de tensión caía alrededor. Sin darse cuenta, ambos se habían inclinado hacia el otro, sus rostros apenas separados por unos milímetros.
Orion podía sentir el calor de la energía que emanaba de D-16, su cercanía desatando un extraño y nuevo sentimiento en su núcleo.
Por un segundo, ninguno se movió. Solo respiraban, observando el brillo en los ojos del otro. Sin pensar, sin calcular, ambos dieron un paso más cerca. Sus labios se rozaron en un primer toque inseguro, como una chispa que encuentra su conexión. Fue un beso apenas, un roce que comenzó con una sorpresa que rápidamente se transformó en algo más profundo, algo que ambos llevaban reprimiendo sin saberlo.
Orion sintió su sistema acelerarse, una mezcla de desconcierto y deseo encendiéndose dentro de él. En ese beso descubrió algo que jamás había experimentado: una conexión que parecía trascender sus propias fronteras, una mezcla de confianza y desafío.
Cuando al fin se separaron, apenas un segundo después, Orion lo miró con una mezcla de asombro he intensidad. Ambos sabían que algo había cambiado, un secreto compartido que ninguno se atrevía a romper con palabras.
—Yo... eh... no fue... eso fue... —balbuceó el rojo-azul , sin encontrar las palabras.
D-16 parpadeó, sorprendido, pero en lugar de retroceder, entrecerró la mirada, esbozando una pequeña sonrisa.
—¿Eso también fue un accidente? —murmuró, su voz baja, casi un susurro.
Orion sintió cómo sus circuitos internos se agitaban, como si algún engranaje esencial se hubiera desajustado. Bajó la mirada un instante, incómodo, pero el magnetismo que D-16 emanaba era imposible de ignorar. Había algo en esa sonrisa, en esa cercanía, que lo hacía sentirse vivo de una manera nueva y extraña.
—No... no lo sé —respondió al fin, su tono casi inaudible. Pero cuando levantó la vista, sus ópticas encontraron las de D-16, y supo que en realidad sí lo sabía. Ninguno de los dos quería que aquello fuera un simple accidente.
Esta vez, fue Orion quien cerró el espacio entre ellos. Lentamente, titubeando al principio, pero sintiendo una intensidad creciente con cada milímetro que se acortaba entre sus rostros, sus labios volvieron a encontrarse, esta vez en un beso suave, pero más profundo. La sensación lo llenó de una calidez extraña, como una chispa que recorría cada rincón de su cuerpo metálico, haciéndolo sentir vulnerable y a la vez invencible.
D-16 correspondió, abandonando cualquier rastro de dureza en sus gestos, dejando que el momento los envolviera. En ese instante, las tensiones y las rivalidades se disolvieron en un torbellino de emociones puras, como si su vida antes de esto nunca hubiera existido, como si Megatron, Optimus, la guerra, las muertes hubieran sido simplemente un sueño lejano.
Cuando finalmente se separaron, Orion lo miró entre indignado y divertido, sus mejillas completamente enrojecidas.
Oh, por Primus
—Si solo querías besarme, me lo hubieras dicho.
Ambos se miraron por un momento, y el ambiente se llenó de una complicidad silenciosa que ninguno pudo ignorar.
Poco después, mientras exploraban una caverna oculta, la atmósfera se volvía más densa, como si las sombras de miles de ciclos de historia se amontonaran alrededor de ellos. La débil luz de sus ópticas iluminaba apenas los contornos de las antiguas ruinas, y pronto, un resplandor tenue emanó de las paredes cubiertas de inscripciones misteriosas. Era un lenguaje antiguo, arcaico, como si fuera un eco de los primeros tiempos de Cybertron.
Orion se detuvo, estudiando las figuras talladas en la pared. Dos seres opuestos, sus posturas reflejando tanto conflicto como simetría. Parecían guerreros, pero también protectores, cada uno un contraste del otro, y aun así, conectados por un hilo invisible.
—Mira esto, D-16 —dijo Orion en voz baja, casi reverente—. Son como... tú y yo. Dos fuerzas distintas, pero atrapadas en un mismo ciclo. Como si siempre estuviéramos destinados a encontrarnos, para bien o para mal.
El plateado se acercó, escudriñando las inscripciones con expresión seria. Algo en esas figuras le inquietaba, como si el mensaje estuviera hecho para ellos. Fue entonces cuando notó una inscripción oculta en una línea de texto que apenas brillaba. Al inclinarse y tocar las letras, la inscripción comenzó a brillar intensamente, proyectando las palabras en un extraño acertijo:
"Solo cuando las sombras y la luz se reconozcan en un reflejo mutuo, el portal de regreso será revelado. Porque en la aceptación de sus diferencias se encuentra el verdadero equilibrio, y en el equilibrio, el regreso."
Megatron leyó en voz alta, sus palabras retumbando en la caverna. Se quedó en silencio después, sus pensamientos navegando entre la lógica del acertijo y las emociones que, sin quererlo, emergían de su interior.
—No basta con dejar de pelear, Orion. Tenemos que... —sus palabras vacilaron— entendernos. Aceptar que somos lo que somos, que tal vez ninguno pueda cambiar al otro.
Orion asintió, su mirada suavizándose mientras miraba a Megatron. Había una intensidad en sus ojos, una chispa de comprensión. Durante años, habían sido compañeros, rivales, y ahora, en esa caverna, bajo el influjo de un antiguo enigma, algo más profundo estaba emergiendo entre ellos.
—Es difícil, sí, pero... quizás sea la única manera —murmuró Orion. Dio un paso más cerca de Megatron, sus manos tocando con delicadeza las inscripciones—. Tal vez siempre ha sido así. Quizás, incluso en nuestros desacuerdos, nos complementábamos más de lo que imaginábamos.
...
Todos se morían por un beso y aquí lo tienen, touché 🗣️No soy de dejar notas la final de los capítulos pero vengo a avisarles que tengo una nueva historia de esta misma ship y espero que puedan darle una oportunidad :)
De igual forma, muchas gracias por sus comentarios y votos, los adoro <3
ESTÁS LEYENDO
Asuntos pendientes -MegOp ☄️
Fiksi PenggemarOptimus Prime y Megatron aparecen en el pasado. Donde todavía eran amigos y donde la guerra aún no existía