Capítulo 6

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- ¿Cómo te llamas?

- Rommel señorita.

- ¿Rommel, podrías hacer un trago especial para un amigo?

- Dígame, qué llevaría ese trago especial.

Me caía bien aquel barman, y le sonreí un poco para que se relajara podía llegar a ser intimidante cuando quería.

- Un Whisky con té.

- Especial ese amigo tuyo.

- Jajaja, no te imaginas cuánto.

Cuando estuvo preparado, le pedí que lo llevara a la mesa donde estaba mi próxima víctima.

- Por favor, háblale al oído y dile: de parte de la señorita del vestido rojo.

Me adentré a la marea de personas bailando debía marcharme para que el alborotador me siguiera. Sentí mi mente un poco atormentada, aquellos lugares me ponían de los nervios y más cuando querías mantener tu vestido impecable. Iba caminando y sentí que alguien aprisionó mi brazo, me detuve, y fue bajando lentamente hasta tomarme por la cintura, caminó suavemente hasta que mi espalda chocó con su pecho, me di la vuelta levanté mi vista y no pude despegar mis ojos, había oscuridad, misterio, violencia y todo lo malo que pudiera describir, no encontré el límite entre el iris y su pupila. Bajó su cabeza y me susurró al oído:

- Baila conmigo.

No pude articular palabra, sentí que me apartaba de la multitud. Solo miraba nuestras manos unidas, me sentí un poco incómoda no tenía contacto con nadie, solo una persona me tocaba. Aparté mi vista, pestañee y cuando levanté mi ojos a un costado, había una persona viéndome fijamente.

Equilibrio mental, eran las palabras que resonaban en mi mente, llamé su atención, era hora de lucirme y si lo pensaba bien aquel desconocido me servía para hacerlo enloquecer.
El chico siniestro todo vestido de negro, su piel morena clara y su pelo negro como la noche caía en su frente, unas argollas adornaban sus orejas, se detuvo, dió media vuelta, me atrajo hacia él y después me alejó, me dió media vuelta y caí encajada en su pelvis de frente al político qué sería mi conquista de la noche.

Alcé mis manos y las uni por detrás de su cuello, moví mis caderas en círculos eché mi cabeza hacia atrás, mis ojos miraron con seducción al que tenía frente a mí, mordí mis labios pude notar como tragaba duro, mientras el bailarín que tenía detrás pasaba sus manos por mis caderas, inclinó sus rodillas; o no ¿Qué iba a hacer? Este demente, me levantó en alto y me sostuvo como un experto, aproveché y extendí mis piernas como una bailarina, el vestido se abrió en dos, la banda de atrás tapando mis nalgas y la otra caía como fina cortina entre mis piernas tapando mi intimidad.

Escuché un estruendo, el vaso de whisky se le había caído de las manos. Aturdido por lo que había pasado se marchaba, a mí no me quedaba más remedio que ir detrás de él sino perdería mi oportunidad. Dejé al bailarín, me disponía a correr...

- ¡Maureen!



Y ahora quien es este que apareció. Y el político que tiene que ver.

Amé escribir este capítulo.
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Fortuna Sit Tecum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora