Hellooooo cómo están. He regresadooo. Espero q disfruten del capítulo.
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Desperté con un profundo dolor en mi cuerpo, apenas podía moverme. Con dificultad me incorporé y efectivamente había sangrado, mi espalda dolía, quería llorar, gritar, arrancarme los pelos, la vida. En una silla cercana estaba mi pequeño bolso, a saber quién lo había traído. A rastras llegué hasta el, saqué el teléfono e hice una llamada, al momento contestó.
— Necesito que vengas por mí. No le digas a él por favor. Y trae algo que ponerme, o mejor una sábana negra, llamará menos la atención.
Solté el teléfono y caí de rodillas, me dejé caer al suelo, no podía más. Mis pensamientos eran como pequeños martillazos, imaginando una y otra vez como sería estar frente a frente con ese monstruo que necesitaba una lección. A los diez minutos entró, se horrorizó al verme, imagino que la diosa que estaba acostumbrado a ver había desaparecido entre golpes, sangre y un corazón desbordante de deseos letales.
— ¿Qué te hizo ese desgraciado? Sabes que si se entera lo matará el mismo.
— No puedes decirle, prométeme que no lo dirás.
— Cómo quieres que me calle ante ésta atrocidad.
— Esto es algo mío, y lo haré pagar y en grande; ya verás.
— No sé Celene, creo que subestimaron al político. Es intocable.
—¡ No! nadie es intocable en este mundo. De alguna forma todos caen y el no será la excepción. Entendido, ahora sácame de aquí.
No le quedó más remedio que asentir.
Romel vestido de negro y con su capucha puesta, me envolvió en una sábana negra, cómo si estuviera muerta y me sacó de aquel lugar.
Me llevó a la casa segura, allí estaría por unos días hasta recuperarme.
Me ayudó a limpiar el desastre de mi cuerpo en silencio. Estaba acostumbrado a lidiar con mi desnudez, secó mi cuerpo como si de una muñeca se tratara. Podía sentir los engranajes de su cabeza dando vueltas, así que lo interrumpí.— Necesito que llames al doctor de siempre.
— Y si Él llamara que le digo.
— Que en cinco días lo llamaré. Invéntate algo, tú sabes para eso.
Había pasado unos minutos cuando llegó el doctor. Minutos en la que mi mente repetía una y otra vez los sucesos de la noche pasada. Una sacudida en mi cuerpo me trajo a la realidad. Lo miré a los ojos, aquel doctor tenía unos ojos que me hacían querer tocar el cielo, su voz ronca y pausada transmitía tranquilidad.
— Te ves mal. Supongo que quieres te sede.
— Si supones bien.
— Vamos a reconocerte.
No pudo reconocerme, solo con mirar supo que ese animal me había lastimado y a lo grande. Revisó mi espalda, las lesiones afortunadamente no fueron profundas, en unos días estaría curado. No quise ninguna crema para que no dejara cicatriz, las quería como recordatorio pars odiar al ser humano más cada día.
— Como te dije la primera vez necesitas reposo por un buen tiempo. Los medicamentos te ayudarán a sanar un poco. Ahora ésta de aquí.
Señaló su cabeza.— Necesita terapia.
— Jajaja, doctor crees que yo iría a terapia.
— No. Seguro que no.
— ¿Entonces? Mi mente es fuerte, esto es solo combustible. Doctor ponga un tranquilizante que dure los tres días. Le ruego discreción. No se preocupe, Romel se encargará de darme los medicamentos, por lo demás puede irse.
— Cualquier cosa puede llamarme.
Me desperté exactamente a las setenta y dos horas, respiré profundo, la brisa marina se colaba por las ventanas. Observé la figura que estaba sentado delante de mi, en su rostro se reflejaba alivio, enarqué mis ejas; realmente éste chico era un fastidio, se levantó y con voz cansina me dijo.
— Vamos a desayunar.
— Espera, necesito ir al baño.
El salió de la habitación dejándome en la absoluta soledad. Miré mi reflejo en el espejo y era triste. Hasta dónde podía llegar el ser humano. Abrí la ducha, abrí la llave del lavabo y me permití llorar. No me repudien, tenía que hacerlo, había mucho acumulado en mi interior y de años.
Caminé hasta la ducha y dejé que el agua me limpiara, no me sentía dolor físico pero si uno interno que no se aliviaba con medicamentos. Me sobresalté por los gritos de Romel fuera de la puerta, hasta que la abrió. Corrió hasta dónde yo estaba, me tomó de la barbilla y me miró a los ojos, por mas que quise apartar mi vista se dió cuenta que había estado llorando. Me dió un leve empujón y se metió junto conmigo, me abrazó y lloré amargamente en su pecho, acarició suavemente mi espalda. Estuvo conmigo hasta que mi alma encontró paz en sus palabras.
El desayuno estaba listo, nos sentamos los dos en silencio e incapaces de mirarnos a los ojos.
— Voy a prepararme, me voy de cacería.
— Te has visto. Estás demente. Recupérate un día más.
— ¿Quieres morir? Si en dos días no tenemos su cabeza, la de nosotros rodará.
Romel se quedó serio.
— Ya lo sabe. Estaba histérico. Quería venir él a cuidarte. Lo convencí de que no era apropiado que lo vieran ahora. De toda forma mañana dará su gran fiesta y te quiere ver ahí.
Tuve que agarrarme fuerte de la mesa. Esto se estaba saliendo de control. Tenía un mal presentimiento.
— Romel, esto puede irse al traste. Tenemos que avanzar.
— Dime qué tengo que hacer.
— Primero tenemos que borrar mi rastro en ese hotel. Entrar al sistema e incluso mi reservación anularla.
— Cómo haremos eso.
— Me estás subestimando. Manos a la obra que vamos a liberar al mundo de una escoria más.
Cómo han estado. Comenta y vota sino la cazadora te asesinsaaaa
Nos vemos prontito 😘😘😘😘
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Fortuna Sit Tecum.
NouvellesEn una noche de tormenta, en un bosque siniestro. Una cazadora y un chico misterioso tienen un encuentro torbulento. Secretos ocultos y misterios envuelven a la chica del bosque Damnatus. ¿Quién se atreverá a desvelarlos sin sufrir las consecuencia...