Capítulo 11

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︶꒦꒷♡꒷꒦︶

Kaizer:

Comencé a pensar en lo bajo que había podido caer ante la tentación de volver a besar a Emilia, la verdad era que no la había podido superar como a mí me hubiera gustado.

Tras ese decepcionante pensamiento, recordé la clase de química, la profesora de seguro me quería matar.

"Mierda" maldije y salí apresurado del lugar, lo bueno era que no tendría que cruzarme con el B, ya que ellos se encontraban detrás del gimnasio pasando la cancha de fútbol.

Corrí hacia mi aula, ya ahora sin importarme lo demás hasta llegar casi al laboratorio, una vez cerca me detuve para calmar mi agitación.

Inhalé y exhalé profundamente para luego entrar.

Para mi muy mala suerte no había nadie en el laboratorio.

—Carajo —dije e inmediatamente me di cuenta que ya habían regresado al salón.

En ese momento sí corrí con toda la velocidad que tenía mientras que pensaba como iba a explicarle a mi queridísima profesora mi demora.

Pasando los salones de las promociones menores por ahí llegué a escuchar un sonido de silbido que presentía que fue dirigido hacia mí, pero me dió igual.

Al estar a unos metros de mi aula, traté de tranquilizarme por todo lo que corrí y repetí la misma acción anterior, inhalar y exhalar profundo.

Me paré correctamente y arreglé un poco la camisa de mi uniforme.

La puerta estaba cerrada y toqué dos veces, luego escuché el típico "adelante" de la profesora Adelina.

Abrí el manejo de la puerta y muchos se me quedaron viendo, mientras que otros estaban en sus temas.

—Jóven escolta... —dijo acercándose hacia mí lentamente mientras cruzaba los brazos— Espero que tenga una buena excusa para haber tardado tanto.

—...Disculpe la demora profesora... —dije y luego bajé la cabeza—, pero, la tutora del quinto B me llamó.

—¿Ah sí? Y... ¿qué quería de ti?

—Mandó a una de sus alumnas a enseñarme dónde se encontraba el nuevo lugar donde la escolta va a practicar los viernes.

—Entiendo ¿qué alumna te dió las indicaciones?

"Carajo, ahora sí que no me va a creer", fue lo que pensé. Y si bien había un poco de mentira en mi respuesta, solo rezo a Dios, a la Virgen y a todos los Santos que me ayuden.

—...Emilia —dije.

Todo el salón se detuvo ante mi respuesta, todas las miradas estaban sobre mí.

—La señorita Emilia... —dijo la profesora y me examinó de arriba hacia abajo—, voy a consultar con la tutora del otro salón. Si es verdad lo que me dices, espero que esta demora no se vuelva a repetir y si no es verdad, tu puesto de abanderado estará en peligro.

Miré hacia el suelo, no me agradaba la idea de ser abanderado por estas cosas que podían pasar.

—Tome asiento —dijo la profesora para terminar la conversación.

Yo me dirigí hacia mi asiento completamente avergonzado y consiente en que me iban a preguntar lo que pasó con Emilia y yo no tenía ganas de decir nada.

—Bien jóvenes, estaré revisando los exámenes mientras no hagan tanto ruido, pueden hablar entre ustedes pero bajo.

Cuando la profesora hacía eso, significaba que más de un grupo jaló y solo quiere que pasemos un buen rato para luego fregarnos el resto del día.

La Cuadra del "A"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora