ALICE:
Ha pasado un buen tiempo desde el funeral de Fred, y del incidente en el hotel. Mi carrera ha ido en picada a causa de los rumores sobre mi amorío secreto y en especial, por el escándalo sobre mi adicción a los sedantes y mi intento de suicidio.
Nadie se detuvo a pensar si en realidad yo era capaz de serle infiel a mi difunto esposo o las razones por las cuales comencé a consumir drogas e intenté quitarme la vida.
Solo necesitaban una noticia escandalosa con la cual conseguir un poco de dinero, sin detenerse a pensar en las consecuencias que eso traería para mi vida y la de quienes se vieron involucrados en todo eso.
Eso da igual.
Despejo mis pensamientos negativos al adentrarme junto a Mily en la clínica de su amigo.
Desde lo sucedido ha intentado convencerme de asistir a terapia, pero nunca lo acepté, hasta que ayer en la noche se apareció en mi departamento y me obligó a hacerlo, según dice, por mi bien.
—Hola, busco al Doctor Allen, soy una vieja amiga, mi nombre es Emily Dubois—. Escucho lejana la voz de mi amiga, que al parecer habla con la de recepción—.
—Claro, ¿tiene usted cita previa?—. Interroga con voz chillona una mujer con el cabello teñido de rojo—.
Su voz es un martirio. Alguien por favor cállela.
—Oh, no. Él... me dijo que viniese hoy—. Expresa apenada la castaña—. ¿Puede avisarle que estoy aquí?—. Pregunta con suavidad—.
Lo siguiente que escucho es el como agarra con demasiada brusquedad el teléfono ubicado en una esquina del buró.
—Doc, lo busca una joven, se hace llamar Emily Dubois—. Avisa con hastío, aunque lo disimula con un deje de coquetería—. ¿Le permito pasar?—. Me observa de arriba a abajo con desdén, luego realiza la misma acción con mi amiga—. Claro, Doc—. Susurra con una sonrisita burlona y termina la llamada—.
—¿Entonces?—. Me acerco a ella de brazos cruzados, cansada de sus miradas y risas burlonas—. ¿Podemos o no pasar?—. Inquiero aburrida—.
—¿Qué?.
—¿Eres sorda acaso?—. Doy un paso en su dirección, mientras clavo mis ojos en los de ella—. Te pregunté si podemos o no pasar—. Apoyo los codos sobre el buró—. ¿Qué ha dicho el Doc?—. Consulto de forma socarrona, haciendo especial énfasis en el estúpido apodo, lo cual le molesta y mucho—.
—Sí, pueden pasar—. Masculla irritada—.
—Gracias.
Me alejo de la pelirroja, para así acercarme a Mily, quien me toma del brazo y me arrastra por un largo pasillo lleno de puertas de un lado y otro.
—¿Qué ha sido eso?—. Interpela perpleja—.
—Su voz, sus miraditas y todo en ella me ha molestado—. Me encojo de hombros—.
—No deberías dejarte provocar por cosas como esas, sabes que hay personas que solo existen para molestar—. Me regaña en voz baja, aunque la sonrisa que se ha apoderado de su rostro demuestra que al igual que a mí, le incomodaron las acciones de la pelirroja chillona y le ha gustado que saliera en nuestra defensa—.
Nunca he sido fácil de irritar, sin embargo, desde el fallecimiento de Fred y lo sucedido después, me he vuelto susceptible.
Débil, incapaz de mantenerme serena y por sobre todo esto, una persona amargada, a la cual todo en la vida le da igual. Contradictorio, ¿no?.
Mily le propicia dos golpes suaves a la puerta de caoba con el nombre Arthur Allen incrustado en una placa de metal en el centro de la misma, al no recibir respuesta, la castaña la abre con suavidad, para ser recibidas por la ancha espalda de un hombre de cabellera negra.
—Hola—. Saluda Emily, al tiempo en que yo me oculto del desconocido con su cuerpo—. Arthur, está es la amiga de la que te hablé, su nombre es Alice Smith—. Expresa, apartándose de enfrente, para así dejarme a la vista—. Alice, él es el mejor psicólogo de París, Arthur Allen—. Me susurra de forma cálida al verme encogida en mi lugar—.
—Es un placer, Señorita Smith—. Saluda cordialmente, estirando el brazo en mi dirección a modo de saludo, mas no soy capaz de devolvérselo, sintiéndome cada vez más incómoda y pequeña—.
—Claro—. Mascullo sin ganas, alzando la cabeza y permitiéndome conocer su rostro—. Ni siquiera quería venir—. Mascullo, cruzándome de brazos, mientras el rostro de este se contrae en estupefacción, no obstante, regresa a la seriedad rápidamente—.
Me parece conocido. No sé de dónde.
—Tomen asiento, por favor—. Pide respetuoso, señalando el sillón, que según mis suposiciones, es en el cual toman asiento sus pacientes—. Entonces...—. Se sienta frente a nosotras—. ¿Por dónde desea empezar, Señorita Smith?.
—Quizás por el final. ¿Qué le parece?. Yo la verdad deseo irme, ahora—. Respondo de manera cortante—.
—Vale—. Se soba las sienes—. ¿Señorita Dubois, puede usted dejarnos a solas?—. Mily se gira en mi dirección, como buscando mi aprobación, yo asiento dubitativa, a lo que ella sale de la habitación—. Entonces, ahora sí, hablemos de cómo se siente, desahóguese, de la forma que usted considere apropiada.
—Pues... me siento vacía, lo que es irónico, ya que tengo un cúmulo de emociones negativas muy grande—. Niego con la cabeza ante el sinsentido que acaba de salir de mi boca—. La vida es injusta, y lo ha sido especialmente conmigo en los últimos días. Todo era perfecto, mi carrera estaba en la cima, estaba a punto de casarme con el hombre al que amo, pero... de un momento a otro falleció mi prometido, me tacharon de infiel, me volví adicta a las drogas, me carrera como bailarina se fue en picada e... i-intenté suicidarme—. Cubro mi fisonomía con mis manos—.
—Vale, estamos comenzando bien. ¿Por qué se sentía incómoda en compañía de su amiga?—. Pregunta de manera profesional, tomando apuntes en un cuaderno—.
—Quizás, aunque realmente no estoy segura, se debe a que por mi culpa, por mi debilidad ante todas estas situaciones, ella ha tenido que mostrarse fuerte, a pesar de estar sufriendo al igual que yo. Me siento culpable, porque ella me apoya, cuando en realidad, no tiene las fuerzas suficientes para hacerlo, pero ignorando esto, lo hace. Quizás... porque estoy siendo la peor amiga—. Un nudo se forma en mi garganta, al tiempo en que mis ojos se cristalizan—. Yo perdí a mi pareja, mas ella, perdió a su hermano y mejor amigo.
Una vez más, el rostro del psicólogo se llena de sorpresa, mas lo disimula, o al menos lo intenta. Es raro su cambio de actitud por segundos.
—Es normal todo esto que está sintiendo, no se preocupe, a partir de este momento yo estaré aquí para ayudarla, aconsejarla y tal vez, hasta apoyarla—. Se inclina hacia delante, acodándose en sus rodillas y clavando su mirada oscura en la mía—. No me vea solo como un psicólogo, sino también, si así lo desea, como un amigo—. Se mantiene serio, esperando una respuesta que tarda demasiado en llegar—.
—Muchas gracias.
(☆☆☆)
Hola, buenos días, tardes o noches. ¿Qué tal están, florecillas?. Espero que muy bien.Perdón por el retraso con la actualización, pero mi condición actual en cuanto a salud no es buena y por esa razón no pude actualizar a tiempo.
Sí, se supone que tenga el capítulo listo para cuando llegue el jueves, mas, mi tiempo es limitado gracias a (por culpa de) mis estudios para el próximo año comenzar la Universidad. Y bueno, luego mi salud se fue en picada una vez más.
Reitero: por favor, perdónenme.
Muchas gracias por todo. Les amo♡.
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Por otro Amor (EN PROCESO)
RomanceCon su partida creí que mi corazón se había marchitado, pero contigo floreció de nuevo... -¿Si beso tus labios... le estaría traicionando? -No, Alice, solo demostrarías que seguirás adelante, a pesar del dolor que su partida te ha dejado... (Todos l...