☆Capítulo#6☆

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ALICE:

El aire fresco con aroma a lavanda golpea mi rostro con dulzura, trayendo consigo esos recuerdos felices en los que la sonrisa de Fred es protagonista.

Sonrío melancólica, apropiándome de su esencia ya marchita, al tiempo en que inhalo profundamente la dulce brisa.

Mi cabellera danza con el vaivén del viento de manera relajada, siendo acompañada por el trinar de las aves que se acurrucan entre las ramas secas de los árboles.

—Alice—. La voz tenue de Mily me saca del trance en el que me encontraba—. Ya he preparado tu maleta—. Me avisa acercándose a mí—. ¿Vamos?—. Asiento en respuesta, poniéndome en pie, para luego seguirla hacia su auto—.

Al encontrarme dentro del diminuto automóvil, me abrazo a mí misma, clavando la mirada en ese viejo árbol que nos acompañó a mí y a Fred durante varias primaveras.

Supongo que esto es un adiós.

Emily arranca, y sin mirar atrás, se aleja lentamente del sitio que consideré mi hogar, aunque el sentimiento se ha apagado.

(☆☆☆)

Al adentrarme al departamento de mi amiga, lo primero que diviso es una fotografía de ella junto a su hermano.

El recuerdo de esa tarde de verano me golpea bruscamente, provocando que la añoranza aumente. Las lágrimas se amontonan en mis ojos y sin poder contenerlas, inician su recorrido por mi rostro, humedeciéndolo en el proceso.

Mily se voltea en mi dirección al escuchar mis sollozos, y al cruzar su mirada con la mía, su semblante decae. Se acerca, me rodea con sus delgados brazos y encontrando la fuerza que yo he perdido, me regala palabras alentadoras, permitiéndome dejar salir lo que estuve guardando desde esta mañana.

—Y-yo... ¿Dónde coloco mi maleta?—. Interrogo con la voz entrecortada, intentando alejarla—.

—No te preocupes por eso ahora, solo... ve a tomar una ducha mientras yo te preparo algo delicioso—. Responde con una sonrisa apagada plasmada en su delicada fisonomía. Yo acepto su propuesta, dejándola a solas—.

Tomo un vestido cualquiera del interior de la maleta negra que recibí de regalo por parte de mis padres el día que decidí quedarme a vivir en Francia, y ejerciendo presión sobre su débil textura, entro en el cuarto de baño, imaginando una vez más, esa escena en la cual la sangre brotaba sin miramientos de mis muñecas frágiles.

(☆☆☆)

Me encuentro sola, circundada por la oscuridad que llena la habitación que ha alistado Mily para mi estadía.

La suave melodía de una canción desconocida escapa de los altavoces de la radio de algún vecino. Se escucha lejana, aunque en realidad, no lo está.

Acaricio mi rostro, abrumada, al tiempo en que intento eliminar toda clase de pensamientos negativos de mi cabeza.

Me siento cada día más vacía.

Me incorporo, apoyando mis codos sobre el cómodo colchón, y como hace mucho no hago, decido alistarme y salir a correr.

Agotarme hasta lograr no pensar, ese es mi nuevo objetivo.

Cambio el vestido desprovisto de color, por un conjunto deportivo, ato mi cabello en una coleta desarreglada y sabiendo que Mily se encuentra trabajando y no podrá exigir explicaciones, salgo rápidamente del departamento.

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⏰ Última actualización: Nov 16 ⏰

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