ALICE:
Los alargados pasillos del hospital se me hacen infinitos mientras corro por ellos con las lágrimas a punto de escapar de mis ojos.
Las tonalidades pálidas de las paredes y el olor a muerte provocan que se me ponga la piel de gallina.
Con cada vez más fuerza, empuño la falda de mi vestido de novia, al tiempo en que el moño que ata mi cabello se deshace.
Mily viene detrás de mí, con el rostro húmedo por las lágrimas. La entiendo, pues no es solo el hombre al que amo el que se encuentra en un salón de operaciones, sino, su hermano gemelo y mejor amigo.
Al ver la silueta de mi suegra, me detengo abruptamente. Su vestido se encuentra provisto de pequeñas manchas oscuras, en el brazo derecho la sombra de lo que parece un golpe y el otro brazo es cubierto por vendas.
Mily pasa por mi lado rápidamente, acercándose a su madre, a la cual le regala un fuerte abrazo.
De forma lenta me acerco a ambas, con un sinfín de emociones negativas haciendo mella en mi interior.
—Marta...—. Trago grueso, en un intento desesperado de eliminar el nudo en mi garganta—. Fred... ¿Cómo está él?—. Pregunto, con esperanzas de que la respuesta sea positiva—.
—Oh, mi niña—. Solloza, alejándose de su hija para volverse en mi dirección—. Los doctores no me han dicho nada, aún se encuentra dentro del salón—. Yo asiento ante su respuesta, abrazándome a mí misma al apoyarme en la pared detrás de mí—.
El silencio se adueña de la estancia, siendo interrumpido solamente por los leves sollozos de la joven castaña a la cual considero mi amiga y hermana.
Las horas pasan tan lento, que siento que podría desfallecer en cualquier momento.
Mily se aproxima a mí con los ojos enrojecidos por el llanto, tendiéndome una taza con café.
—Bébelo—. Pide en un susurro, para luego sentarse en el suelo, y dar un par de palmadas en el mismo—. Ven—. Yo acato su pedido, tomando asiento a su lado—. ¿Cómo estás?.
—Esa pregunta debería hacértela yo a ti, es tu hermano—. Mascullo, aguantando los deseos de llorar—.
—Y tu esposo—. Agarra mi mano, propiciándole un pequeño apretón—. ¿Estás bien?—. Niego con tristeza—.
—Solo espero volver a verle sonreír—. Susurro, esbozando una sonrisa frágil, que se agrieta, consumiendo mis fuerzas y causando que las lágrimas broten sin control de mis ojos—. No sé qué haría sin él, Mily, es... mi razón de ser—. Sus brazos me rodean, para así, otorgarme un abrazo reconfortante que ella también necesita, aunque no lo diga—.
(☆☆☆)
Dos horas más tarde, un doctor sale del salón con aire cansado, despeinándose el cabello.
—Familiares del Señor Dubois—. La voz ronca del doctor llama nuestra atención. Yo me pongo de pie a gran velocidad, mientras Mily y su madre lo rodean—. Lo siento mucho—. Comienza a hablar, como si estuviese en modo automático y esta no fuera la primera vez que dice esas palabras en el día. Mis piernas flaquean, entretanto yo me acerco a ellos—. No lo ha logrado. Mis condolencias.
Esas palabras se clavan en mi pecho como dagas afiladas, mientras se repiten de forma cíclica en mi cabeza.
No. No. No.
—¿Qué ha dicho?—. Logro preguntar, temblando de pies a cabeza, aguantando una vez más, los deseos inmensos de llorar—.
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Por otro Amor (EN PROCESO)
Storie d'amoreCon su partida creí que mi corazón se había marchitado, pero contigo floreció de nuevo... -¿Si beso tus labios... le estaría traicionando? -No, Alice, solo demostrarías que seguirás adelante, a pesar del dolor que su partida te ha dejado... (Todos l...