☆Capítulo#5☆

9 2 0
                                    

ARTHUR:

Si me preguntaran cómo se sintió la infinidad de información que recibí hace un rato, mi respuesta se resumiría en una palabra: impactante.

Alice Smith. Alice Smith. Alice Smith.

La prometida del difunto Frederic Dubois, mi viejo amigo y primo de mi ex mujer.

Sabía que ese reencuentro con Emily no traería nada bueno, pero, el que trajera a mí a la mujer de su hermano, ese hombre que me repudió tanto luego de lo sucedido hace dos años, es impactante.

¿Tanto confía en mí?.

Sé que fuimos amigos durante varios años y que en algún momento de su juventud, Emily sintió algo por mí, que le dolió que eligiera a su prima y que luego, ocurriera todo eso que llevó al fin de nuestra relación.

¿Es relevante ahora?. ¿Luego de dos largos años es importante?. No lo creo. Así que lo ignoro, como lo hago con todo. Es lo mejor que sé hacer.

Las horas se me van como agua entre los dedos, escuchando, aconsejando e intercambiando con cada uno de mis pacientes, hasta que, llegan las 17:30.

Hora de ir a por un café.

Como cada día, agarro el portafolio, me coloco el abrigo y salgo imperturbable del interior de la clínica.

En la recepción me encuentro con Sally observando con fascinación sus largas uñas pintadas de rojo. La saludo con un asentimiento de cabeza, mientras ella intenta llamar mi atención dejando a la vista su escotada blusa.

La ignoro, como cada día de mi vida desde que la conocí, y sigo mi camino, con mi rostro sumergido en una máscara de infinita seriedad y frialdad.

ALICE:

Una semana y una vez más me encuentro observando las paredes de tonalidades grisáceas de la clínica con aburrimiento e impaciencia, propiciándole leves golpes al suelo con mi pie.

El tic-tac del reloj me ataladra los tímpanos, y a lo lejos, las voces de dos personas hablando me marean.

Aliso mi cabello por milésima vez, para luego repetir dicha acción con la falda oscura de mi vestido.

Muerdo mi labio inferior, aguantando los deseos de estallar contra el mundo.

¿Por qué?. ¿Por qué?. ¿Por qué?.

¿Estoy ansiosa?. Sí.

¿Lo estoy demostrando?. Sí.

¿Por qué lo estoy?. Fácil, llevo una semana sin consumir drogas, y me está pasando factura.

El sudor frío corre por mi frente, mis labios se resecan, estoy a punto de gritar obscenidades.

No puedes, Alice. Cálmate.

Comienzo a mover de manera incesante la pierna derecha, haciendo cada vez más ruido, hasta que, una mano fuerte me detiene.

—Señorita Smith, debe calmarse—. Expresa con tranquilidad el doctor Allen—. Míreme—. Pide al verme evitar sus ojos—. Sé que es difícil, pero debe resistir, es por su bien—. Asiento, sintiendo como si una fuerza mayor a la mía atropellara mi ser—. ¿Ha pensado en desintoxicarse con profesionales?.

—No, y en realidad no deseo hablar de eso ahora—. Mascullo cruzando los brazos—.

—Claro, como usted diga, solo era una sugerencia—. Escribe algo en su cuaderno, provocando que al agachar la cabeza, un par de hebras de cabello negro caigan hacia su frente—. Hábleme de su infancia, de su familia.

—¿Qué relación guarda mi familia con el estado en el que me encuentro ahora?—. Frunzo el ceño, al tiempo en que jugueteo con mis manos, nerviosa—.

—¿Le ha contado algo de lo sucedido a sus padres?—. Responde con una pregunta, y al ver mi rostro de estupefacción, sonríe afable—. ¿Por qué no lo ha hecho?. ¿Puede responderse esa pregunta?—. Se recuesta al acolchonado color beige del sillón, entrelazando sus largas piernas—.

—Y-yo, n-no sé—. Desvío la mirada a mis manos, y al ver las cicatrices en mis muñecas, algo en mi interior se agrieta—. Creo que... sentí que se decepcionarían de mí, de mi debilidad, yo... sé que ellos son personas con creencias arcaicas, y que además, creen en Dios. Que yo atentara contra mi vida...—. Trago grueso, entretanto mis ojos se cristalizan—. Sería una deshonra para ellos—. Culmino, pasando saliva, en un intento de eliminar el nudo que se ha formado en mi garganta—. No es que sean malos padres, no me malentienda, sin embargo, siempre han sido muy estrictos, y soy su única hija, en la cual no solo han invertido sus vidas, sino también, su dinero—. Me rasco la nuca—. Ellos pagaron mis estudios en la Universidad de Bellas Artes más prestigiosa, y para eso se deshicieron de... todo lo que para ellos era importante—. Alzo por fin la mirada, colisionando de forma abrupta con la del doctor Allen—. Soy la peor hija del mundo y eso ellos lo saben.

—No, eso no es cierto. Si sus padres la aman verdaderamente, deberán aceptar que usted no es perfecta, Señorita Smith, porque nadie lo es, ni siquiera ellos—. Me regala una sonrisa sincera—. Recuérdelo, todos cometemos errores, mas, lo que nos vuelve diferentes, es el cómo los afrontamos y aprendemos de ellos. ¿Qué dice?. ¿Va a levantarse o seguirá en el suelo lamentándose?.

Ambos sonreímos, y después de mucho tiempo, vuelvo a sentirme comprendida.

(☆☆☆)

Hola, florecillas. Buen día, tarde o noche.

¿Cómo han estado?. Espero que bien.
Sé que es un capítulo corto, pero así debe ser para el desarrollo de la historia.

Además, ¿qué opinan de las palabras tan duras de Alice?. ¿Creen que esté mal el que sus padres quizás no la apoyen? Dejen sus comentarios aquí.

Muchas gracias por leerme, sin más que decir (por ahora), nos leemos la próxima semana. Les amo♡.

Por otro Amor (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora