Aidan, tomo asiento frente a mí, su mirada no dejaba mis ojos. Me sentía pequeño e impotente, sentado aquí junto a estos chicos que saben lo que son, saben usar sus dones, y aun así se sienten cómodos con eso, yo por el contario no sé cómo controlar mis visiones, algunas llegan demasiado potentes y no puedo impedir verlas, otras son muy débiles y las puedo ignorar. Pero Azlyn y Dillion que pueden controlar el subconsciente de otra persona, y Aidan que puede ver tu pasado, son personas con experiencia, ¿Qué querrán de un mocoso de 17 años?
Azlyn no paraba de toquetearse el pelo nerviosa, mirando a todos lados, y cuando nuestras miradas chocaron, sonrió débilmente y miro fijamente a la televisión apagada, como si fuera demasiado interesante como para quitarle la vista. Dillion estaba mirando fijamente hacia la nada, su mandíbula estaba muy apretando haciéndole saltar la vena de su frente, sus manos agarraban fuertemente el sillón, por un momento me preocupe de que lo fuera a desgarrar. Todos actuaban demasiado extraño, es como si se estuvieran preparando para darme una mala noticia, todos excepto Leah, que miraba sus uñas pintadas de negro, se le veía claramente fastidiada, como si no aguantara la tensión que se generó en unos pocos segundos.
Leah suspiro, haciendo que un mechón negro de su cabello, saliera volando.
-Aidan, corta el rollo -dijo Leah -díselo.
Todos despertaron abruptamente, Azlyn le dedico una mirada de advertencia a Leah, y Dillon relajo su mandíbula, haciendo que su vena no se viera como si estuviera a punto de estallar, Aidan por su parte respiro resignado.
-Luke -llamo mi atención Aidan -sabes que no eres el único con dones, hay más personas como tú, -señalo a los tres chicos frente a mí -somos muchos, no tantos como antes, pero aun así somos bastantes. Nosotros tenemos una especie de -paro un momento para encontrar la palabra adecuada -sociedad secreta, nos hacemos llamar "Creatores", cada año nos juntamos los líderes de cada región, somos 6 líderes.
-¿Somos? -pregunté
Adian sonrió ante mi pregunta
-Exacto, yo soy uno de los 6 -me mostro su mano, en donde tenía un anillo, había unas palabras escritas ahí que no pude distinguir- "tueri nostram existentiam"
-¿Qué significa eso? -pregunté
-Proteger nuestra existencia, ese es nuestro lema -sonrió melancólico -por años nos hemos ocultado, vivimos y actuamos como personas normales, cuando no lo somos. La humanidad es temerosa, si le mostramos que somos diferentes, se sentirán como un animal acorralado, y sacaran las garras. Hace unas semanas -continuo Aidan -tuvimos una reunión de emergencia, Luke, cosas muy serias están pasando. Están matando a personas como nosotros, y parece que esto no parara.
-¿Qué tengo yo de especial? Yo no sé nada sobre ustedes, no se sus reglas, su forma de vida, ni siquiera si lo que me dicen es real, tal vez esto sea una broma.
-Dillion- dijo Aidan sin despegar su mirada de la mía.
Sin darme tiempo de reaccionar, Dillion se levantó ágilmente del sillón y camino hacia mí, tomo mi brazo y lo último que vi, fueron sus ojos avellana.
Estaba sentado en el comedor de mi casa, Connor estaba sentado frente a mí y Trevor a lado mío, papá estaba sentado a la cabecera de la mesa y mamá del lado opuesto. Todos estaban sonriendo, estaban cortando el pavo de Acción de Gracias. En un segundo todo cambio, y me encontraba en los pasillos del instituto, el timbre sonó y todos salieron de sus salones, al final del pasillo divise a Kelsey, su larga cabellera caía en hermosos risos, corrí para alcanzarla pero antes de poder llegar a tocar su hombro, todo desapareció y me encontré en la casa de mis abuelos, las fotografías de sus nietos adornaban toda la pared, el televisor estaba encendido, en el canal favorito de la abuela, y en el sillón estaba ella, sonriendo mientras agarraba un puñado de palomitas y se los echaba a la boca.
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Destino cruel
Novela JuvenilLuke Hayden no es tan normal como quisiera, a sus 17 años tiene visiones, esto paso desde sus 10 años, con el tiempo ha aprendido a controlarlo, sabe que solo las puede ver, porque no quiere intervenir en el destino. Nadie sabe, ni su madre Lucy, n...